La especialista Guillermina Tiramonti lamentó la desigualdad entre el ámbito privado y el estatal. Además, se refirió al uso de pantallas y a la irrupción de la Inteligencia Artificial.
Por Natalia Prieto
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La educadora e investigadora Guillermina Tiramonti, en su paso por la ciudad para disertar sobre “Perspectivas de la educación en el cambio epocal“, aseguró que las pantallas y dispositivos “no pueden reemplazar a los docentes”, aunque cuestionó la capacidad de muchos de ellos para enseñar y a los sindicalistas que “cierran escuelas tomando a los chicos como rehenes”. También advirtió sobre “las desigualdades” entre la escuela pública y privada e incluso “entre las públicas de CABA y las del Conurbano bonaerense”. Y bregó para que en el sector vuelvan a enfocarse “en los aprendizajes”.
Estos y otros temas fueron abordados en el diálogo que mantuvo con LA CAPITAL la licenciada en Ciencia Política por la Universidad del Salvador (1972) y magíster en Educación y Sociedad de FLACSO Argentina (1988).
– ¿Cuáles son los principales cambios que afronta la educación en esta época?
– En el mundo contemporáneo, la educación cambió y hay que ver los aspectos de ese cambio, cuáles son los que interpelan a la educación y cuáles son las líneas que se están desarrollando en el mundo y en Argentina para dar respuesta a esta nueva configuración del mundo.
– El jueves hubo paro docente en solidaridad con los hechos violentos acaecidos en Jujuy. Ante esta situación, ¿los chicos son rehenes?
– Por supuesto. Y hay un fenómeno, que no sé si se ve tanto en Mar del Plata, sino cerca del conurbano, que es un cierto abandono de los docentes con la escuela de los chicos. Tenemos instituciones que por ahí en una semana hay un día sin clase, hay una pérdida permanente de clases. Eso se da más en las escuelas más pobres, con los chicos que más necesitan estar en la escuela.
– Pero ante esa situación, muchos dicen que esos chicos van a la escuela a comer, por ejemplo.
– Si los chicos van a la escuela a comer, es un déficit de la sociedad, no de ellos. Y eso que dicen no es cierto, porque no son incompatibles. Podés dar de comer y además enseñar. Justamente, una de las prédicas de las cosas que estamos repitiendo en el último tiempo es que la escuela pública básicamente debe retomar el foco en los aprendizajes. Estamos olvidando que los chicos van a la escuela para aprender.
– ¿Los docentes de esos chicos están todos capacitados para enseñar?
– No todos. Hace más de 40 años que estoy en temas educativos y durante todo el período democrático estuve participando, más cerca o más lejos, de las discusiones sobre la educación. Y hace 40 años que se discute la formación docente y no hemos intervenido claramente en eso. Hay que trabajar en eso. Ninguna educación, ni la tradicional ni la de punta, puede funcionar bien sin docentes capacitados y formados.
– Desde el regreso de la democracia a la actualidad, ¿hubo un deterioro de la educación, específicamente en el ámbito público?
– Totalmente. Podemos decir como contrapartida que en estos años hemos incorporado nuevos sectores sociales a la educación, que antes no asistían, básicamente a la educación media. Tenemos una educación más comprensiva, más inclusiva de toda la población. Ahora, sin dudas, hay un deterioro de los conocimientos que tienen los chicos. Las pruebas lo dicen. Es cierto que no tenemos evaluaciones de hace 30 años, que hace 30 años los chicos que iban a la escuela provenían de sectores medios culturalmente. No hablo solo de lo económico, los resultados eran diferentes. Pero el esfuerzo de la escuela por la enseñanza era mucho más claro hace 20 o 30 años de lo que es hoy.
– ¿Era más igualitaria?
– Hoy hablábamos de eso. Fui a una escuela católica, en un pueblo chico, y allí las divisiones no eran por sector social. Después de la primaria mixta, las mujeres iban a la religiosa y los varones a la estatal. Y en el secundario estaban todos los sectores sociales, había heterogeneidad social dentro de la escuela homogénea, en el sentido que eran iguales unas a otras. Hoy pasa lo contrario: hay homogeneidad social dentro de la escuela y mucha heterogeneidad entre las escuelas. Un chico de la ciudad de Buenos Aires que va a una escuela pública es muy diferente a uno del conurbano, hay mucha fragmentación entre una y otra.
– Durante el Covid-19, fue de las primeras en pedir la apertura de las escuelas. ¿Ya se ven las consecuencias de tener tanto tiempo las escuelas cerradas?
– No sabemos bien las consecuencias, sí sabemos que hay chicos que perdieron la escolaridad, que se profundizó la desigualdad. Hubo chicos que provenían de familias que no tenían conexión y tampoco tenían un ambiente cultural familiar que los podía ayudar a hacer la tarea. Y otros sí, eso es desigualdad. No sabemos bien los efectos en cuanto a la socialización aunque empieza a haber efectos muy feos entre adolescentes en cuanto a lo emocional, cuestiones de salud mental. Pero todavía no tenemos un diagnóstico muy claro.
– ¿Cómo se educa en época de pantallas?
– La pantalla no se puede usar para reemplazar al docente. Hay que usar internet con guías, con acompañamiento, porque nunca los chicos pueden aprender solos. Se les debe enseñar a usar toda esa riqueza de elementos que hay, a distinguir lo confiable de lo que no lo es, aprovechar las películas y documentales. Hay un baúl de cosas muy interesantes para usar, pero no es poniéndolos solos frente a una pantalla.
– ¿Cómo se aplica la Inteligencia Artificial en la educación?
– Espero que sepamos hacer de la Inteligencia Artificial un elemento que enriquezca la educación. No participo de aquella gente que se defiende y dice “no, cuidado”, pero se necesita un uso inteligente. Tenemos que trabajar en eso porque ponen en discusión estrategias que usamos para enseñar, entonces habrá que enseñar distinto. No podemos negarnos, pero tampoco la podemos usar a la bartola.