Se conmemora mañana el Día de la Bandera, creación del general Belgrano. Aquí, entroncada con la historia de la calle que lleva el nombre del prócer, desarrollamos la de nuestra enseña patria.
por Carlos V. González Rivero
El Día de la Bandera fue instaurado por la ley 12.361 el 8 de junio de 1938 bajo la presidencia de Roberto M. Ortiz y como todos sabemos se eligió el 20 de junio, fecha del fallecimiento de su creador, Manuel Belgrano.
La calle que lleva su nombre fue así denominada por la Ordenanza del 24/4/1897 reemplazando a la denominación numérica “5”.
Nace en el Bv. Marítimo Peralta Ramos a los pies del edificio del Casino y recorre el barrio “Centro” hasta la calle 20 de Septiembre, desde allí hasta el barrio “San Juan”. Atraviesa los barrios “Don Bosco”, “Los Andes” “San Cayetano”, “Coronel Dorrego”, “Jorge Newbery”, “Florentino Ameghino” y “San Jorge” para concluir en “La Herradura”.
Aquí está la Bandera idolatrada
La versión popular sobre los colores de creación de la bandera argentina señala que Manuel Belgrano se inspiró en los colores blanco y celeste del firmamento, que coinciden con varias advocaciones de la Virgen María, cuyas vestes tradicionalmente son o han sido albicelestes.
Ninguna de las teorías se contradice sino que son complementarias ya que los colores del cielo representan al manto de la Virgen María y fueron elegidos por los reyes de la casa de Borbón en España para su presea o condecoración más importante de ese entonces: la Orden de Carlos III.
Sobre la base de esta presea surgió durante las Invasiones Inglesas la escarapela y el penacho del Cuerpo de Patricios en Buenos Aires.
Una enseña propia
El 26 de febrero de 1812 Belgrano ofició al gobierno: “Las banderas de nuestros enemigos son las que hasta ahora hemos usado; pero ya que V.E. ha determinado la escarapela nacional con que nos distinguiremos de ellos y de todas las naciones, me atrevo a decir a V.E. que también se distinguieran aquéllas, y que en estas baterías no se viesen tremolar sino las que V.E. designe. ¡Abajo, Excelentísimo Señor, esas señales exteriores que para nada nos han servido y con las que parece que aún no hemos roto las cadenas de la esclavitud!”
Al día siguiente ?27 de febrero de 1812? Belgrano inauguró la batería de artillería que llamó Independencia en la isla del Espinillo, hoy perteneciente a Entre Ríos, a orillas del río Paraná, próxima a la actual ciudad de Rosario. En solemne ceremonia realizada sobre las barrancas que dan al río Paraná, Belgrano dio a conocer por primera vez la bandera de su creación.
La tradición señala que esa primera bandera fue confeccionada por una vecina de Rosario: María Catalina Echevarría de Vidal, y quien tuvo el honor de izar la enseña fue el civil Cosme Maciel, también vecino de Rosario.
El mismo día escribió dando cuenta de los actos al gobierno: “He dispuesto para entusiasmar las tropas y á estos habitantes, que se formasen todas aquellas, y les hablé en los términos de la copia que acompaño. Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste, conforme á los colores de la escarapela nacional: espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia.
El Ejército del Perú
Ese mismo 27 de febrero el Primer Triunvirato ordenaba a Belgrano hacerse cargo del Ejército Auxiliar del Perú que venía de la derrota de Huaqui. El propio Triunvirato le prohibió a Belgrano usar la bandera recién creada, y que siguiera usando la que flameaba aún en el fuerte, o sea la “rojigualda”, tal como denominaban a la bandera roja y amarilla del Reino de España.
La estrategia estaba emparentada con la fidelidad supuesta a Fernando VII, pretexto válido en ese entonces para contraponerse al gobierno de los invasores franceses y al Consejo de Regencia de España e Indias que se atribuía la autoridad sobre todo el Imperio.
En San Salvador de Jujuy, Belgrano celebró el segundo aniversario de la Revolución de Mayo con un Tedeum en el cual el canónigo Juan Ignacio Gorriti bendijo la bandera celeste y blanca.
Dirigiéndose a su tropa y a los presentes Manuel Belgrano dijo: “Soldados, hijos dignos de la patria, camaradas míos: (…) el 25 de mayo será para siempre memorable en los anales de nuestra historia, y vosotros tendréis un motivo más dé recordarlo, cuando, en él por primera vez, veis la bandera nacional en mis manos, que ya os distingue de las demás naciones del globo, sin embargo de los esfuerzos que han hecho los enemigos de la sagrada causa que defendemos, para echarnos cadenas aun más pesadas que las que cargabais (…) no olvidéis jamás que nuestra obra es de Dios, que él nos ha concedido esta bandera, que nos manda que la sostengamos, y que no hay una sola cosa que no nos empeñe á mantenerla con el honor y decoro que le corresponde. Nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros conciudadanos, todos, todos, fijan en vosotros la vista y deciden que á vosotros es á quienes corresponderá todo su reconocimiento, si continuáis en el camino de la gloria que os habéis abierto. Jurad conmigo ejecutarlo así, y en prueba de ello repetid: ¡Viva la patria!”.
Nueva desaprobación
Belgrano informó a las autoridades de Buenos Aires sobre estos festejos y la bendición de la bandera, lo que fue desaprobado por el Triunvirato, habida cuenta de aquella prohibición que Belgrano a posteriori, dijo no haber conocido dada su partida al norte.
Cuando cayó el 1° Triunvirato, en enero de 1813, Belgrano hizo confeccionar una nueva bandera celeste y blanca como las anteriores, siendo tolerada por la Asamblea del año XIII, bajo la suposición de que sería solo el estandarte del Ejército del Norte.
El 13 de febrero de 1813 tras cruzar el río Pasaje, desde entonces conocido también como Río Juramento, el Ejército del Norte comprometió su obediencia a la Asamblea. El mayor general Eustoquio Díaz Vélez condujo la bandera y le tomó juramento al propio Belgrano quien luego hizo lo propio con Díaz Vélez y el resto del Ejército.
El 20 de febrero de 1813 se libró la batalla de Salta, en la cual Belgrano logró un triunfo completo. Fue la primera batalla presidida por la bandera blanca y celeste, como insignia del Ejército del Norte. Concluida la batalla, la bandera fue colocada en el balcón del cabildo de Salta por Eustoquio Díaz Vélez, designado gobernador militar de Salta. Fue la primera autoridad salteña que enarboló la bandera blanca y celeste.
La bandera en un cuadro
Cuando Belgrano viajó junto a Bernardino Rivadavia en misión diplomática a Londres en 1815 fue retratado por el artista francés Francois Casimir Carbonnier, observándose en el retrato que junto a él hay un detalle de una batalla -la de Tucumán según algunos autores, la de Salta, según otros- en la que ondea una bandera blanca en su mitad superior y celeste en la inferior.
Esta bandera fue usada durante la segunda expedición auxiliadora al Alto Perú hasta la batalla de Ayohuma el 13 de noviembre de 1813. En abril de 1814 Belgrano le escribió desde Santiago del Estero a su sucesor como jefe del Ejército del Norte, José de San Martín:
“He dicho a usted lo bastante; quisiera hablarle más, pero temo quitar a usted su precioso tiempo y mis males tampoco me dejan; añadiré únicamente que conserve la bandera que le dejé y que la enarbole cuando todo el ejército se forme”.
El diseño usado por San Martín en la bandera del Ejército de los Andes que hizo confeccionar en Mendoza a fines de 1816 y jurar el 5 de enero de 1817, coincide en la distribución de los colores con la bandera del retrato de Carbonnier: blanca arriba y celeste abajo.
Los diseños posteriores
Después de la caída del régimen de Rosas tras la Batalla de Caseros en 1852 se utilizó la azul-celeste y blanca y la azul y blanca.
En 1878 se estableció la primera polémica sobre la necesidad de fijar los colores de la bandera: el unitario Bartolomé Mitre propuso el celeste y blanco, y Mariano A. Pelliza y C. Frigeiro sostuvieron que el verdadero color era el azul de 1818.
El 25 de abril de 1884 el presidente Julio Argentino Roca dictó un decreto limitando nuevamente el uso de la bandera con sol.
En 1885 se autorizó la bandera azul y blanca para el cuerpo diplomático, y en 1895 el presidente José Evaristo Uriburu estableció el celeste y blanco, confirmándose con el decreto del presidente Figueroa Alcorta, del 24 de mayo de 1907, los colores celeste y blanco para la bandera.
En 1943 el Presidente de facto Ramírez, dictó varios decretos reglamentando la Bandera Oficial de la Nación, el tipo de sol y la banda que distingue al Jefe del Estado. Dispuso que la bandera nacional debe tener el sol, limitando su uso las dependencias oficiales, debiendo los particulares utilizarla sin sol.
La última norma legal sancionada con referencia a la bandera nacional se hizo durante el gobierno del presidente Dr. Raúl Alfonsín, estableciendo como “bandera argentina única” a la “celeste y blanca con el sol en su centro”, y determinó quiénes tienen derecho a usar la Bandera Oficial de la Nación, permitiendo tener una bandera nacional única para utilización de todos los argentinos.