Una misa cantada, celebrada ante la presencia de casi todos los sacerdotes de la diócesis local, fue la despedida pública del obispo local. La Catedral se mostró colmada.
La emoción y el amor marcaron la misa de despedida del padre Gabriel Mestre como obispo de Mar del Plata que se celebró este sábado en la Catedral de los Santos Pedro y Cecilia. El religioso, a partir del próximo 16, asumirá como Arzobispo de La Plata.
La fiesta había comenzado en las escalinatas de la Catedral, en una tarde primaveral y con casi 20°, cuando la banda de música del GADA 601 ejecutó varios de los clásicos populares como la Marcha de San Lorenzo o temas de Palito Ortega para regocijo de todos los presentes que agradecieron con numerosos aplausos.
Entre dos postes frente al templo flotaba un pasacalles que rezaba “Gracias obispo padre Gabriel. Gracias papa Francisco” firmado por “Movimientos Populares”. También se había instalado una gran pantalla sobre las escalinatas, idéntica a la ubicada en el interior -a metros del altar- para que los fieles puedan observar cada detalle de la ceremonia, como un hombre que suele circular por la calle con una túnica blanca y pelo largo conocido popularmente como Jesús.
Florencio Aldrey, Eugenia Pruzzo y Guillermo Montenegro.
Antes de la misa, en un acto homenaje descontracturado, el padre Juan Pablo Cayrol reseñó los sucesos acaecidos a lo largo de los 6 años en que Gabriel Mestre fue obispo de la diócesis local, con el agasajado -vestido “de civil”- sentado a metros del altar, escuchando atentamente y festejando el relato matizado con situaciones personales que también generaron risas entre los presentes.
Así, el párroco de San Cayetano habló de la niñez del obispo, de la verdulería de su padre Cándido en la calle San Juan, de los estudios del religioso, de su amor por las caminatas por la costa y la natación en el mar y de su peregrinaje a lo largo de los años de ejercicio del sacerdocio. Incluso retrató los duros momentos vividos durante la cuarentena por el Covid 19, como el fallecimiento de Ana (la madre del obispo) y hasta de su propio contagio. “Fuiste el obispo de los signos y la paciencia”, decretó. Después de las canciones religiosas, Mestre se retiró para comenzar con la celebración de la misa minutos después.
Alegría
Desde las primeras filas seguían atentamente las instancias reconocidos creyentes como el intendente municipal Guillermo Montenegro y su mujer Eugenia Pruzzo; el empresario Florencio Aldrey; Coca Cabrales; Alejandra Contessi y el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Joaquín Sucunza. También dijeron presente la titular de la Anses y candidata a intendenta, Fernanda Raverta; el presidente de la Unión del Comercio, la Industria y la Producción (UCIP), Blas Taladrid; el rector de Fasta, Juan Carlos Mena; el presidente del Colegio de Martilleros, Guillermo Rossi; los jefes de las distintas fuerzas armadas apostadas en la ciudad; los concejales Miguel Gugliemotti, Vito Amalfitano, Roberto Gandolfi, Mariana Cuesta, Virginia Sívori y Sol de la Torre; y el jefe regional de Anses, Marcos Gutiérrez.
Fernanda Raverta participó de la despedida del obispo.
En el ingreso de monseñor Mestre con sus atributos de obispo, precedido por casi todos los sacerdotes de la diócesis, la Catedral estalló literalmente en aplausos mientras que la emoción contenida invadía el rostro del religioso que no perdía la sonrisa ni la costumbre de saludar a los fieles con su habitual bonhomía.
Ya en su homilía, y tal su costumbre, el padre Gabriel apeló a sus frases habituales -como “el pastor se despide de su comunidad”- y a su hábito de resumir el mensaje a partir de “las tres palabritas: gracias, desarraigo y equipo”.
Una vez concluida, el obispo exteriorizó su emoción en forma de lágrimas a la vez que todos los fieles de pie prolongaron los aplausos que se convirtieron en la banda de sonido del momento.
La limosna se destinó a la colecta “Más por Menos” y una vez concluida la emocionante ceremonia el obispo decidió saludar a cada uno de los presentes, que fueron desfilando por el altar. Y finalmente, todos compartieron chocolate con tortas en el Pasaje Catedral. “Buenos Vientos, navega mar adentro”, despidieron al primer obispo de la diócesis local nacido en Mar del Plata.