Se trató en esta columna,
nuevamente pide pista;
son los dimes y diretes
del Estadio Mundialista.
Ya cumplió cuarenta y cuatro,
sin velitas y sin torta;
la desidia se palpaba
a la larga o a la corta.
Arrancando con la cancha,
sin dudar pesado lastre;
como en el setenta y ocho,
la gramilla es un desastre.
A los baños destruidos
deberán ponerle el pecho;
y arreglar lo que más duele:
la catástrofe del techo.
Arrancándolo de cuajo,
el estadio sobrevive;
vayan comprando paraguas,
el consejo del que escribe.
Librepensamiento
Lady Di nunca llevaba dinero encima…No podía ni ver a la suegra.