Montenegro fustigó al Frente de Todos por abandonar la Comisión de Reactivación. Kreplak le apuntó intendente por no acompañar las medidas de la Provincia. Y Muro advirtió que hay actividades importantes que siguen prohibidas. Enojo de Acción Marplatense.
Por Ramiro Melucci
El libreto del trabajo conjunto para superar la crisis, que ya venía torpedeado por la realidad, se terminó de prender fuego en la campaña electoral. El intendente sacó a relucir en los últimos días las diferencias que mantuvo con la oposición en la rehabilitación de actividades y el ministro de Salud bonaerense le reprochó, sin nombrarlo, no haber adoptado las medidas suficientes para disminuir los contagios.
Guillermo Montenegro esperó casi un año para poner de relieve la decisión que a principios de septiembre de 2020 tomó el jefe del bloque del Frente de Todos, Marcos Gutiérrez. El edil se retiró de la Comisión de Reactivación Económica, que sugería al jefe comunal la autorización de actividades suspendidas por la Provincia, cuando advirtió que su espacio político ya no tenía nada que hacer en un ámbito que solo podía tensar el vínculo con el gobierno provincial. Regía la fase 3 y los casos de coronavirus no paraban de subir.
Una reminiscencia de esas controversias y de otras que deben situarse en la segunda ola soltó Nicolás Kreplak en una visita a Mar del Plata. “Cuando hablábamos de cerrar actividades y de ser más cuidadosos porque había que bajar los casos, no todos los intendentes acompañaron esas medidas”. Apuntaba a Montenegro, al que ya había cuestionado con menos sutilezas en junio, cuando lanzó que Mar del Plata, Pinamar y Bahía Blanca “siempre tuvieron un comportamiento de negar la pandemia”.
En el municipio juran que esos contrapuntos con el gobierno de Axel Kicillof elevan en el interior bonaerense la figura de Montenegro. Sobre todo entre los intendentes y dirigentes de Juntos por el Cambio. “Nos preguntan cómo fue enfrentar al gobernador”, cuentan. Aquellas consultas magnifican combates de una guerra que no fue. Por la sencilla razón de que ni a uno ni a otro le hubiera convenido librarla en plena pandemia.
Lo que hubo fueron diferencias. Y las sigue habiendo. Después de que el gobierno bonaerense anunciara la reglamentación para los eventos sociales, culturales y artísticos de hasta 1000 personas y le pusiera horario de cierre a los bares, el secretario de Desarrollo Productivo, Fernando Muro, aseguró que hay actividades importantes para Mar del Plata “que todavía siguen prohibidas” por la Provincia. Hablaba del turismo grupal. El candidato oficialista argumentó que es clave para los hoteles de una, dos y tres estrellas. “La han pasado muy mal por esta situación”, apuntó.
En esas discrepancias entre el municipio y la Provincia hurgó la candidata a diputada nacional del Frente de Todos, Victoria Tolosa Paz, cuando aseguró que “no hay sintonía entre el intendente, el Gobierno nacional y el provincial”. Es la ratificación del discurso de la candidata local, Virginia Sívori, que reitera el pedido de ir hacia un proyecto encolumnado con la Provincia y la Nación desde el primer día de campaña.
En el municipio juran que los contrapuntos con el gobierno de Axel Kicillof elevan en el interior bonaerense la figura de Montenegro. Se magnifican combates de una guerra que no fue.
Pero las declaraciones que más sacudieron el tablero fueron las del intendente. “En este año y medio no vi a la oposición pensando en el laburo”, fustigó, ya decididamente con un perfil más combativo que el de costumbre. Fernanda Raverta, que tomó el hábito de volver a Mar del Plata cada fin de semana para apuntalar a sus candidatos, se encargó de responderle en público: dijo que a los gobiernos nacional y provincial se les reconoce el esfuerzo que hicieron en la pandemia. Por lo bajo, en la fuerza que comanda comentaron que en ninguna reunión con sectores comerciales, industriales y turísticos escucharon algún reproche. “Todos saben que propuestas como las de eximición de tasas para los sectores afectados y los corredores gastronómicos las impulsamos nosotros”, se defendieron.
Las palabras de Montenegro también ofendieron a Acción Marplatense. En el partido de Gustavo Pulti fastidia la generalización. El uso del término “oposición” como sinónimo exclusivo del Frente de Todos. El jefe del bloque, Horacio Taccone, recordó las iniciativas impulsadas por su bancada y el respaldo a proyectos oficiales claves, como el presupuesto. Con los micrófonos apagados, en AM fueron más incisivos. “Ya nos van a venir a pedir algo”, lanzaron. Lo dicen porque saben que el panorama empieza a enturbiarse para el oficialismo en el Concejo Deliberante, donde la dependencia de Acción Marplatense tiende a incrementarse.
Ya no caben dudas de que la seguridad formará parte de la discusión legislativa en el tiempo preelectoral. Vito Amalfitano, del Frente de Todos, insistió con el proyecto de declarar la emergencia al tiempo que solicitó informes por el funcionamiento de las cámaras de seguridad. En su raid mediático de la última semana, Montenegro dijo que, más que la búsqueda de un título, hubiera esperado del partido del gobierno nacional y provincial una gestión para lograr la permanencia de gendarmes en Mar del Plata.
También repitió la necesidad de avanzar con un convenio que establece una donación al Ministerio de Seguridad de 20 camionetas equipadas como patrulleros para ser utilizadas en el distrito. Es, en rigor, un acuerdo más amplio firmado a mediados de julio con el ministro Sergio Berni, que el Concejo debe convalidar. Señala que la Municipalidad seguirá colaborando con el suministro de combustible y la provisión de insumos y se compromete “en la medida de sus posibilidades” a la reparación de 31 patrulleros. Marca a la vez otros objetivos: el de redactar un Plan Integral de Seguridad Local y un Plan de Gestión de Riesgo, así como el de conformar una Mesa de Coordinación Local.
El expediente ingresó a la comisión de Seguridad, donde deberá ser analizado en primer término. Es el mismo ámbito en el que empezará a discutirse la declaración de emergencia y los pedidos de informe al Ejecutivo. Un cóctel al que ya no le falta ningún ingrediente para formar parte del menú electoral.