Cumplió 95 años envuelta en una crisis económica. Hablaron de cambios internos y una apertura para sobrevivir.
No hubo festejos ni celebraciones en los 95 años de la Biblioteca Pizzurno sino una reflexión de la necesidad de mejorar sus finanzas para seguir funcionando. Por ejemplo, dijeron sus autoridades, debieran duplicar el número de socios para seguir con cierto alivio y no es poco. En ese marco, resaltaron el apoyo del municipio y la comunidad en la participación en diferentes eventos que no hacen otra cosa que recaudar fondos.
La directora de la Biblioteca, Alicia del Río, destacó la variedad de propuestas que se ofrece a toda la comunidad aunque explicó que la actualidad no es la ideal.
“El presente económico no escapa al de cualquier institución pública. Hay dificultades financieras que nos obligan a captar más socios. El objetivo es poder duplicar la cantidad. Actualmente tenemos 550 y apuntamos a llegar a 1000”, expresó.
Asimismo, sostuvo que “desde hace dos años que la Biblioteca no recibe aportes de Nación” y que “Provincia envía aportes con irregularidad”.
Más allá de ello, recordó que en marzo de 1905 se realizó por iniciativa de un grupo de docentes, que deseaban ampliar el panorama educativo local, la primera reunión ordinaria de la Asociación de Maestros. Allí se decidió la creación de una modesta biblioteca que prestaría servicios a socios y no socios. Dio empuje al proyecto del docente Manuel Torres Ibañes, y todos los docentes, vecinos y diarios como La Nación y La Prensa de Buenos Aires aportan libros para ese fin. Se discutió el reglamento y se le dio el nombre de “Biblioteca Bernardino Rivadavia”.
En diciembre de 1923 cambió su nombre a Biblioteca Pública “Pablo Pizzurno”. El 13 de marzo de 1924 recibió la personería jurídica nacional y a partir de allí se consideró como fecha de la refundación. Ese acto contó con la presencia del gran pedagogo Pablo Pizzurno.
Es por ello, que las actuales autoridades contaron que se trata de una entidad de más de cien años que busca perdurar en tiempos de crisis económica, de lectura, comprensión de textos.
Más allá de ello, sostuvieron que las tecnologías nunca podrán reemplazar al libro y que estiman que pese a la llegada de internet, el celular, las tablets y otros medios digitales los jóvenes seguirán intercalando libros en su lectura habitual.