Interés general

La Avenida del Ruido que hizo historia: boliches, famosos y bandas que encendieron la noche en Constitución

Desde fines de la década del sesenta hasta principios de los ochenta fue epicentro de la diversión nocturna. Albergó boliches para todos los gustos, por los que pasaron grandes bandas y solistas. En esa época, deportistas, actores y modelos también salían a divertirse en la ciudad.

Por Ramiro Melucci

Era un boulevard angosto, con poca luz y aroma a eucaliptus. De día muy pocos lo recuerdan, pero de noche se transformaba en el punto neurálgico de la ciudad. Tenía el mismo nombre que ahora, Constitución, pero durante la época de gloria todos lo llamaban por el seudónimo que entró en la historia: “La avenida del ruido”.

Estaba poblada de pubs y boites, a las que había que ir con la ropa más elegante que se tuviera en el placard. Por lo general, los hombres calzaban mocasines o zuecos y lucían camisas con mangas y cuellos anchos. Las mujeres combinaban botas altas con polleras cortas, y la prenda unisex del momento eran los pantalones patas de elefante.

Cruzarse con un famoso no era fortuito. Se lo podía ver a Guillermo Vilas compartiendo una copa con sus amigos, a Ringo Bonavena acodado a una barra fumando un habano, a Moria Casán desbordante de belleza, a Alfredo Alcón y a otras figuras del espectáculo y el deporte.

Aunque en sus años dorados albergó a más de 30 locales nocturnos, la escenografía de la avenida no era la de una calle plagada de boliches. Entre uno y otro había grandes extensiones de tierra. En las noches era como transitar por una ruta opaca salpicada por puntos luminosos.

De los clubes al “ruido”

En su “Historia de la ciudad de Mar del Plata”, Armando Maronese relata que la diversión en la avenida Constitución fue heredera de los bailes de los clubes. Asegura que la primera boite fue Pancho Fredy, cuyo nacimiento sitúa en 1946. “Un par de audaces tuvieron lo que pareció una extravagante idea. Alquilaron un viejo y casi derruido almacén en la avenida Constitución y Patagones, lo arreglaron y así nació Pancho Fredy. Al poco tiempo y a pocas cuadras de allí, el músico Osvaldo Fresedo puso la segunda boite de Mar del Plata, en avenida Tejedor y Constitución, que se llamó Tajamar”, detalla.

Hay, sin embargo, otra versión. En 1970 el fundador de Pancho Fredy, Nelson Mosteiro, dijo a la revista Periscopio que los primeros boliches aparecieron a mediados de la década del cuarenta y se llamaron Tajamanos y Mocambo, y que recién en 1956, cuando la avenida había vuelto a ser un desierto, creó su boliche.

“Con dos amigos de Buenos Aires se nos ocurrió rescatar la zona para el bullicio”, comentó. El éxito no tardó en llegar y obedeció, quizá, a que tenía aparatos insólitos para la época, como tocadiscos con mezclador, luces de teatro, música importada y bongoceros.

Las “boites”

Después abrieron Sunset Strip, Los Robles, Los Aromos, Bungalow, Carousel y Bossa Nova. Según Periscopio, en 1967 Yeye y Kokeche fueron las elegidas por la juventud; en el 68 la preferida fue Jake y en el 69, Zum Zum.

Diversión en Kokeshi, en 1972.

El jueves 4 de diciembre de ese año abrió sus puertas la discoteca emblema de la época, Enterprisse. “El primer viaje del plato volador”, tituló LA CAPITAL el artículo sobre su inauguración, y contó que fueron dos días de fiesta precedidos por una gran expectativa.

La empresa propietaria, Constitución SRL –uno de sus dueños era el reconocido empresario Enrique Fiorentini–, invirtió 150 millones de pesos de entonces para hacer una construcción con forma de objeto espacial con la que sus propietarios pretendían “anticipar el hábitat del año 2000”.

Enterprisse, el mayor emprendimiento de la “Avenida del Ruido”. Fue un suceso que se prolongó durante años.

Miguel Angel Montina habló en nombre de la empresa y monseñor Piazzolato Omega bendijo el lugar. El diario narró que sólo algunos empinados funcionarios pudieron conservar la calma, en un sitio cuyas luces fantasmagóricas podían volver tersos los rostros maduros.

La noche mágica

Un mes antes de que Mar del Plata festejara su centenario, la avenida Constitución vivió una noche inolvidable. Fue la del lunes 21 de enero de 1974, cuando el municipio y la Asociación de Boites de la Avenida Constitución organizaron “El Ruido del Centenario”, en el que la gente podía ingresar a tres establecimientos con la compra de un solo ticket.

Más de 100 mil personas recorrieron la avenida. Había tantos peatones y automovilistas que el municipio dispuso que sólo se circulara desde el mar hacia la ruta 2.

Las autoridades comunales se instalaron en Enterprisse, donde también se ubicaron los camarógrafos de televisión

y cine, los fotógrafos y los cronistas gráficos y radiales.

Todos ellos, además, oficiaron de jurado en la elección de la Reina del Ruido, mérito que recayó en Marta Lettich, de la boite Ye Ye. “La corte de Constitución”, como escribió LA CAPITAL, se completó con las princesas Mirta Martínez, de Enterprisse, y Mónica González, de Notte.

Después de la coronación llegó la recorrida. En coches de colección cedidos por el club Mar del Plata de automóviles antiguos, las tres jóvenes fueron boliche por boliche y en cada uno recibieron aplausos y ovaciones.

Boite Soul, en la Avenida Constitución.

Por el escenario principal también pasaron Oscar Parry, Roberto Goyeneche, el trío Federico-Berlingieri-Cavarcos, el Sexteto Tango con Jorge Maciel y el balet folclórico de José María y Oscar Aleman.

No faltó el whisky. Porque Destilerías Hiram Walker auspició la fiesta, se tomó con ganas el Old Smugler.

“Nunca hubo otra noche igual”, recuerda Luis Martínez Tecco, por entonces secretario de Turismo del municipio. “Se tomaba adentro y se bailaba afuera”, agrega.

Las retinas de Juan Carlos Olivito, disc jockey de Sunset durante 15 años, también retuvieron la imagen inigualable de aquella madrugada: “No me la olvido más. Los boliches sacaban los parlantes al estacionamiento”.

Para todos los gustos

“Avenida Constitución es el reducto de la intensa vida nocturna de la ciudad. Una arteria poblada de boites, en los más diversos estilos y dimensiones, como pocas ciudades del mundo pueden exhibir”, ilustraba la Asociación de Boites en una publicidad de 1974.

Eran tres kilómetros que iban “desde el mar hasta el campo abierto” y reunían a más de 20 boliches que podían albergar cerca de 10 mil personas.

Frente de la confitería Fabas, en 1970.

“Recorriéndola se puede encontrar de todo -promocionaba la entidad-: el tradicional castillo, la nave espacial, la

más avanzada arquitectura o amplios parques. Una cantidad de lugares donde pasar una noche divertida, una noche de verdaderas vacaciones en cualquier época del año. Y donde es fácil encontrar las grandes figuras artísticas”.

El croquis del ruido

Un pequeño plano de la avenida acompañaba la publicidad. Desde la costa hacia la ruta 2, la primera boite era Ye Ye y la última Joinha. Entre una y otra, el resto: Canela, Beduino’s, Notte, Matokos, Zeus, Soul, Sunset, Del 40, Banana, Aloha, El Castillo, Favela, Los Aromos, Enterprisse, Sobremonte y Xanadú. Cada lugar tenía su encanto. Banana era en el subsuelo y se ingresaba por un tobogán, Enterprisse tenía una pista levadiza y un robot que largaba cigarrillos, en Canela se escuchaba lo mejor del rock nacional y por Del 40 pasaban las orquestas de tango.

Beduinos, de Constitución 4456 se ajustó a la “onda” de los 70, cuando las boites se identificaban con una representación temática.

La variedad musical que afloraba de los discos de vinilo se disfrutaba en castellano y en inglés. Donald, El Trío Galleta, La Joven Guardia, Trocha Angosta, Los Náufragos, Sui Géneris, Papo y Pescado Rabioso sonaban en lengua propia; Johnny Mathis, Tom Jones y Los Beatles se imponían en la extranjera.

En los boliches solían presentarse grandes bandas y solistas. Desde Jimmy Cliff a Los Plateros, desde Olga Guillot a María Marta Serra Lima y Alberto Cortés.

Un DJ y un reportero

“Yo también me acuerdo de Llao Llao, que tenía en la entrada unas antorchas hermosísimas; de La Manzana, que era el primer boliche gay y tenía en la fachada una manzana verde; de Dix Point, un clásico; de los inicios de Sobremonte y de Flamingo, que era del jugador de San Lorenzo Victorio Casa”, aporta Olivito.

Para él, sin embargo, no hubo como Sunset. Abrió el 10 de diciembre de 1960 y tuvo noches memorables. Olivito recuerda las fiestas de blanco, pero todavía más el concurso de baile que se organizó en 1978, cuando había una locura general por la última película de John Travolta: Fiebre de sábado por la noche.

Noche en Sunset, en el verano de 1982.

“El concurso duró dos meses. Para ver la final hubo una cola de 150 metros y la gente entraba hasta por arriba del techo. Teníamos un jardín de invierno todo vidriado. La gente se subía al techo y caía en el jardín para ver lo que pasaba esa noche”, cuenta Olivito.

Génesis de un nombre

Martínez Tecco tiene en la memoria el inicio del apogeo de la “avenida del ruido” porque Horacio de Dios, el secretario de redacción del diario El Mundo, le otorgó a fines de la década del sesenta una curiosa misión: ir todas las noches a Constitución, acompañado por un fotógrafo, para reflejar lo que sucedía en un suplemento de verano.

“La titulé Ayer en el ruido porque en esa época la gente no decía ‘vamos a bailar’ o ‘vamos a Constitución’. Decía ‘vamos al ruido’. Y así surgió el nombre de la avenida”, explica.

Las anécdotas que atesoró en esa actividad son infinitas. Un personaje de la noche era “el inglés Kiernan”, un vendedor de ropa del Once que tenía por costumbre pagar la cuenta de la temporada por anticipado.

Magic, donde iban a bailar los más jóvenes.

Juan Manuel Bordeu se mostraba en Pancho Fredy con Graciela Borges, con quien se casó luego en segundas nupcias.

“Todos los pilotos iban con sus autos de carrera y los paraban en la puerta”, memora. En el verano de 1971, Graciela Alfano fue designada en Enterprisse “Miss Siete Días”, el concurso de belleza que organizaba la revista homónima. Martínez Tecco no tiene presente la figura esbelta de la modelo porque alguien se la contó: él mismo fue jurado en aquella elección en representación de la revista Gente.

Por esa coronación, Alfano apareció en bikini en la tapa de las revistas. Fue el comienzo de su camino a la fama.

Qué noche, Teté

Dos años antes, en Zum Zum, la historia del concurso había escrito su primer capítulo con el triunfo de otra belleza todavía ignota: Stella Maris Coustarot, más tarde simplemente Teté.

El ocaso de Constitución como sitio cumbre de la diversión nocturna llegó en los ‘80. Según Martínez Tecco, la culpa la tuvieron la heladerías. “La mezcla del ruido con la sorbeteada de los helados empezó a no ser coherente. Y apareció el ruidito en el sur: los dos o tres boliches que hubo en la zona de Punta Mogotes, a lo que se le sumó el crecimiento de Alem”, menciona.

Ya no era tan divertido salir a bailar y que hubiera familias con sus hijos tomando helados. Después llegaron otros comercios diurnos: minimercados, pinturerías, ferreterías, veterinarias, farmacias. La época de gloria de la noche de Mar del Plata empezaba lentamente a ser recuerdo.

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 Isidoro Cañones también la visitó

En febrero de 1974, en el marco de los festejos por el centenario de la ciudad, se editó una edición especial de las

“Locuras de Isidoro”, la historieta de Dante Quinterno.

Allí, el legendario Isidoro Cañones hace de las suyas. En un momento, cuando circulan en un auto por las calles de Mar del Plata, su socia y cómplice Cachorra le pregunta si conoce el camino. “No –contesta Isidoro–, pero para mí todos los caminos conducen al ruido”. No hacía falta aclarar que hablaba de la avenida Constitución.

En la historieta, el rey de la noche mandaba alfombrar las playas “para que la gente no se queme”, hacía salir vino de las canillas para mejorar los festejos e inauguraba una boite en Constitución que abría desde las cuatro de la mañana  –cuando las demás cerraban– hasta las tres de la tarde.

La ficción de Quinterno da una pauta de lo que significaba en esa época la “Avenida del ruido”, donde se concentraba la actividad nocturna y casi no había otra cosa: sólo lugares para divertirse.

 

El recuerdo de la Estudiantina

El periodista Eduardo Zanoli se desempeñaba en la década del setenta como representante del sello musical Odeón, y debía entregar a los disc jockey las novedades de la época.

“Entraba a todos los boliches gratis”, recuerda. Pero sobre todo se acuerda de la Estudiantina, un concurso que

terminaba con la elección de la reina de los estudiantes y del que participaban jóvenes de distintas

ciudades de la provincia.

El sistema era así: cada colegio secundario de Mar del Plata elegía a su reina, generalmente en Matokos o Ye

Ye, y luego se seleccionaba a la soberana de la ciudad, que competía en la final con las de otras localidades. Durante

algunos años, la definición tuvo lugar en Enterprisse.

“Venían estudiantes de 35 ciudades de la provincia con sus respectivas carrozas. Era una verdadera fiesta”, cuenta

Zanoli.

La memoria del periodista también ofrece otros detalles de la época: “El Trío Galleta empezó en Zum Zum y María

Marta Serra Lima, en Sahara”. Tampoco se olvida de una tal Mónica González, que se coronó Reina del Pelo en

Libertad, y a quien varios años después el público conoció por su apellido artístico: Gonzaga.

La primera bola de espejos

Ahora es frecuente verlas en todos los boliches. Hay de diversos tamaños y formas. Pero la primera bola de espejos que hubo en Mar del Plata la armaron a mano en Sunset. “A una bola de tergopol de un flotante gigante le

pegamos espejos y le pusimos un motor de limpiaparabrisas para regular la velocidad”, recuerda el por entonces disc jockey Juan Carlos Olivito. Y con una sonrisa cuenta que la noche que la pusieron “la bocha salió caminando por la pista del boliche”

La demolición del plato volador

Enterprisse, la discoteca que marcó los años setenta en Mar del Plata, cerró a principios de los ochenta y fue reinaugurada el 8 de febrero de 1985, pero luego comenzó su declive.

En el año 2000, la adquirió un grupo empresario que le cambió el nombre por Tazz y le sumó servicios, como el de

bar, comidas ligeras y bowling.

Con la crisis de 2001 llegó la debacle definitiva. El lugar –Constitución y Daireaux– quedó abandonado y fue

refugio de mendigos. En 2007, una empresa la compró para demolerla.

Demolición de Enterprisse en 2007.

Nota publicada el 25 de mayo de 2013 y editada para la sección HEMEROTECA LA CAPITAL.

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