Cultura

La autoficción ya tiene libro de consejos para sus escritores: El ombligo del mundo, de Julia Coria

Es la nueva entrega de la colección Ser escritor de La Crujía que ya se encuentra en librerías. Con prólogo de Federico Jeanmaire, en el que el escritor asegura que "la literatura es una discusión interminable, infinita", repasa tips, consejos y reflexiones sobre este género en auge.

Por Dante Galdona

El espíritu de Abelardo Castillo ha sido invocado. Alrededor de la mesa están los escritores de autoficción, los responsables de la colección Ser escritor de La Crujía editorial, algunos escritores frustrados, críticos, críticos frustrados. Todos en la faena de tal brujería. Julia Coria (Adrogué, 1976) mueve la ouija.

Este libro se adentra en las discusiones centrales acerca de lo que es y lo que no es la escritura de autoficción, literatura del yo o como quiera llamarse a la marejada de textos actuales sobre la escritura sobre la propia vida.

Y Julia Coria, en medio de una batalla múltiple –en la que bandos difusos de alumnos, colegas, críticos e incluso ella misma, sobre todo ella misma, pelean– dispara una sentencia: “la única verdad es la ficción”.

Habla de batalla, sí, y dice: “Las batallas perdidas no son menos valiosas”. Habrá que ver qué se entiende por batalla cuando hablamos de literatura. Y habrá que revisar qué se entiende por perdido cuando se trata de libros. Considerar que la formación de un nuevo libro, o un nuevo lector, no está tan mal a la hora de hacer cultura quizá ayude a entender el asunto. Más en tiempos en donde los flancos se abren desde el poder, cuyo fuego es intenso y devastador.

Decir que la literatura de autoficción está de moda no es nuevo. Lo que sí es nuevo es un que libro se dedique a despejar las infinitas equis que plantea la ecuación autoficción, vida real, biografía, fidelidad, ficción.

Decir que está de moda criticar la autoficción tampoco es nuevo, hecho para el cual Julia Coria tiene otra sentencia: “lo único que está más en boga que la autoficción es criticarla”.

Abelardo mantiene un silencio, al parecer, atento.

Lo cierto es que, entre amigos y enemigos, la autoficción es hoy una realidad editorial compuesta de los mismos aciertos y defectos que la literatura en general. “Wilde dijo que los libros no son buenos o malos, en el sentido moral. Están bien o mal escritos”, o algo así, dice por fin Abelardo Castillo.

Y así, con premonitoria empresa, la editorial consigue expandir de forma radial el universo que Castillo ha fundado, el universo de la literatura sobre literatura para los que hacen literatura.

Y como en todos los géneros hay libros bien y mal escritos, por qué debería sorprender que la autoficción escape a la regla. Julia Coria pretende, y lo logra, hacer de este texto una guía de consejos a la hora de sentarse a escribir una historia que podría ser de autoficción, aunque los consejos bien sirven también para cualquier tipo de literatura en la que se pretenda escribir una historia. “Si no quieren escribir una historia, no la escriban; si quieren escribirla, agarren la pala”, dice con jerarquía de docente.

Cuesta tanto trabajo escribir una gran novela como una novela idiota. El esfuerzo, la pasión, el dolor, no garantizan nada—, dice el espectral viejo con guiño a la meritocracia, de paso.

 

 

Transitar el libro de Julia Coria también es aprender qué no es la literatura del yo. No es catarsis, ni terapia. No es un servicio a la comunidad. No es venganza, ni escrache, ni denuncia.

Tal vez seas envidioso, rencoroso, estúpido, avaro o mal amigo, pero un buen libro siempre es mejor que la persona que lo escribe—, agrega Abelardo sentado y con la pipa prendida, entre volutas espectrales.

Al recorrer el libro de Julia, nos enfrentamos a ciertas preguntas y futuros incómodos. ¿Para qué embarcarse en un texto basado en sucesos de la propia vida? ¿Para qué revelar que la primera persona es el autor? ¿Y si asumimos otra identidad? El sentido de la historia y el riesgo de que te deshereden.

Todos ellos tópicos por los que la autoficción transita y que Julia Coria manda al teatro de operaciones, a la batalla.

En definitiva, quiera el lector escribir o no autoficción, sea escritor o no, tradicionalista o vanguardista, El ombligo del mundo es ya un libro de referencia y consulta para tener en la biblioteca, junto al de Abelardo Castillo.

Y a propósito de él, la ouija se mueve y avisa que el fantasma se debe retirar. Antes de eso, recuerda una de sus máximas: “No cualquier cosa, por el hecho de haberte sucedido, es interesante para otros. Esto vale tanto para escribir como para conversar”.

—Entonces, ¿qué hacemos, maestro, con la literatura del yo?

—Pregúntenle a Julia.

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