La banda de los hermanos Rabinovich vive una etapa de reconexión con su público: viene nuevo disco y una cita junto a la Orquesta de Pandeiros y Vientos, que es oriunda de Buenos Aires.
“¡Una locura!”, se entusiasmó Nacho Rabinovich, uno de los integrantes del original grupo marplatense Kuripana Casapalma. “Ezequiel Szusterman es un amigo que arma colectivos zapardos y éste es uno, es una orquesta de 50 músicos, entre pandeiros y vientos, hay saxos, trompetas, trombones y hacen algo diferente”, contó.
Juntos, los Kuripana y la Orquesta de Pandeiros y Vientos (OPV), se presentarán este sábado a las 20 en el complejo bailable ubicado en Colón y la costa.
Los marplatenses repasarán las canciones contenidas en su primer disco, “Viaje espiral”, mientras que se sacarán las ganas de mostrar sus nuevas composiciones, las que formarán parte del segundo material de estudio que planean desde hace tiempo y que, parece, verá la luz el año que viene. Mientras que los 50 músicos de la OPV recrearán canciones instrumentales y cantadas de ritmos latinoamericanos, pero siempre con la idea de que la música lleve a mover el cuerpo de los presentes.
La propuesta musical de Kuripana Casapalma no se encierra ni se agota. La amplitud de géneros y la riqueza de todos los instrumentos y dispositivos sonoros convive en Nacho, Pablo y Lupe Rabinovich, más Milton Fallacara, Ema Grave y Louis Chaves, los seis integrantes.
“Compartimos mucha música y muy diferente desde muy chicos”, explicó Pablo sobre la infancia de los tres hermanos, en una entrevista con LA CAPITAL en la que también se sumó Nacho-. Creo que el punto de encuentro, el punto en el que nos vemos identificados es en no tener directamente un género asociado y esto es muy difícil (de explicar) cuando te preguntan ‘¿qué tocan?'”.
Las riquezas de sus músicas siempre abrevan en el arreglo de las tres voces principales y en que “los movimientos de las canciones sean medio bailables“, agregó Pablo, para quien la clave también es “jugar con los géneros y que sean agradables al cuerpo”.
Una fórmula con la que lograron seducir a un público local y foráneo y con el que siguen conectados a pesar del parate que tuvo la banda por los muchos compromisos -musicales y no tanto- de sus integrantes.
“Estamos en una reconexión después de la pandemia, después de muchos viajes, hicimos un parate porque necesitábamos ordenar unas cosas y una vez que volvimos para acá, para Mar del Plata, en septiembre del año pasado, armamos la primera fecha de reencuentro, de ahí no paramos, empezamos a buscar fechas, empezamos a grabar, estamos grabando el segundo disco, así llegamos al ‘fechón'” de este sábado, indicó Nacho.
Y, siempre entusiasmado, siguió: “Para nosotros es un momento de reactive fuerte, de reactive con el verano”. Pablo se sumó: “Tenemos la sorpresa de que la banda se difunde y se difundió bastante en el tiempo en que no estuvimos tocando, a través de ‘Viaje espiral’, nuestro primer disco se difundió bastante entonces nos encontramos con el público que ya teníamos antes y otro nuevo que recién nos conoce y que recién descubre las canciones”.
Sobre el original nombre, Pablo recordó que bien se trata de un nombre y apellido. “Kuripana es inventado, algo mecánico, es una palabra inventada que apareció en una canción, hicimos una frase con palabras inventadas y Kuripana era lo principal, y Casapalma es la casa de nuestros viejos, que queda en la calle Palma, es donde se originó todo, vivimos en lugares diferentes pero ahora mismo estamos ahí, es un lugar donde nos encontramos”.
“Para mi -acotó Nacho- Kuripana también es casa, nuestro logo es una tortuga y es como un caparazón, un refugio, un fogón. Son cosas relacionadas con la palabra ‘kuripana'”.