La Ciudad

Kicillof jugó fuerte para Raverta y Montenegro cuida su esquema

El gobernador le dio protagonismo a la titular de la Anses en el Congreso de Salud. Aprovechó el escenario para tomarse una pequeña revancha con Montenegro. El intendente protege su ecosistema en medio del torbellino del PRO.

Por Ramiro Melucci

El cierre del Congreso Provincial de Salud vino con una sorpresa política: junto al gobernador Axel Kicillof y al ministro de Salud, Nicolás Kreplak, apareció la titular de la Anses, Fernanda Raverta. El mandatario bonaerense subió al escenario a la jefa del Frente de Todos local en un claro respaldo a su candidatura. Y no se quedó en gestos. Elogió su desempeño en el organismo previsional, sobre todo el impulso a la moratoria, y arremetió, sin nombrarlo, contra el intendente Guillermo Montenegro.

Raverta afianzó así su vínculo con el candidato que más mide en la provincia a la espera de que se defina si tendrá competencia interna en las PASO. En ese caso, partiría con ventaja.

Lo de Kicillof puede leerse también como una pequeña revancha con Montenegro. En los días previos, ni siquiera la firma de un convenio para el envío de cerca de $ 1500 millones a Mar del Plata por parte de la Provincia había privado a los legisladores del intendente de machacar con que la ciudad es discriminada.

Hay que repasar las imágenes del lunes pasado para entenderlo mejor. El gobernador invitó a intendentes a la firma de adhesión al programa “Municipios a la Obra”. Cada uno pasaba a firmar su convenio. Los peronistas se animaban a sobrepasar el protocolo, abrazaban al gobernador y se sacaban fotos con los dedos en “v”.  Algunos opositores aprovechaban para intercambiar algún comentario. Por caso, el intendente de Capitán Sarmiento, Javier Iguacel (uno de los postulantes de Patricia Bullrich en la provincia), hasta le arrancó una sonrisa al gobernador. El histórico jefe comunal de Tandil, el radical Miguel Angel Lunghi, armó una charla con Kicillof y los funcionarios que lo acompañaban, combinada con risas y abrazos. El saludo entre Montenegro y Kicillof fue frío y distante. La foto que reflejó el momento lo dijo todo: ninguno de los dos insinuó una sonrisa.

 

Montenegro firmó el lunes el convenio mediante el que la Provincia envía cerca de $ 1500 millones a Mar del Plata. Ni él ni Kicillof sonrieron para la foto.

 

Los legisladores del intendente se ocuparon de contextualizarlo. El senador Alejandro Rabinovich sugirió que la foto se hacía porque Kicillof la necesitaba (léase: precisaba mostrar gestión en todos los municipios sin distinción política). El concejal Agustín Neme, presidente del bloque de Vamos Juntos, relativizó la ayuda: dijo que les corresponde por ley a todos los municipios.

El momento para mantener en alto la bandera de la “discriminación”, con el Hospital Interzonal y sus deficiencias en el centro, no pareció sin embargo el más adecuado. El convenio de “Municipios a la Obra” implica un desembolso de $ 1498 millones para realizar obras viales, refaccionar la Peatonal San Martín y reacondicionar el hogar de adultos mayores “Eva Perón”. El gobierno bonaerense también confirmó la semana pasada que ejecutará la esperada puesta en valor de la Rambla con un presupuesto de hasta $ 1000 millones. Anticipó además que en pocos días comenzará la primera etapa de la circunvalación.

Kicillof ironizó sobre la postura del oficialismo doméstico (“¿cuando les estábamos dando plata decían que no se la dábamos?”) y lanzó que a Mar del Plata “le hace falta que la gobiernen como corresponde”. La respuesta fue en un registro similar: el radical Maximiliano Abad recordó que Kicillof estaba dando clases de gestión en el mismo momento en que el dato de la inflación de marzo le daba otro sopapo al gobierno del Frente de Todos. 

No es casual que Abad se haya sumado a la réplica que encabezó, como es costumbre, Rabinovich. En medio del torbellino que se desató en el PRO por la decisión de Horacio Rodríguez Larreta de realizar elecciones concurrentes en la Ciudad de Buenos Aires –lo que supuso un desafío a Mauricio Macri–, Montenegro se dedica con ahínco a cuidar su alianza de gobierno en Mar del Plata.

“No hay ninguna posibilidad de que esto se rompa. Ninguna”, repitieron en los últimos días en el entorno del jefe comunal. En la UCR suscriben que el objetivo primordial en el plano local es fortalecer esa sociedad y seguir exhibiéndola como un modelo exportable a otras jurisdicciones. Reconocen, sin embargo, que por alguna carambola del destino generada por las fórmulas cruzadas que se entretejen a nivel nacional los dos principales actores de Juntos por el Cambio en la ciudad podrían quedar ubicados en veredas distintas.

En la mesa chica del intendente insisten: “Nada va a desarmar esto”. Y recuerdan que la alianza no se vio alterada ni siquiera cuando en 2021 hubo interna seccional entre el radicalismo y el PRO. Con la pechera amarilla compitió Rabinovich; con la roja y blanca, Ariel Martínez Bordaisco. El escudero de Montenegro hizo campaña por Diego Santilli; el de Abad, por Facundo Manes.

Los días más calientes de la interna del PRO llegaron con el ecosistema del gobierno marplatense en orden. “Imagínense lo que sería si no estuviera ordenado. Florecerían candidatos por todos lados”, invita a pensar un radical.

Es cierto. No hay en Juntos por el Cambio nadie que ose desafiar a Montenegro. A diferencia de lo que ocurre en otros distritos (incluso en otros grandes municipios gobernados por el PRO), los precandidatos presidenciales no le plantaron ningún competidor interno. La decisión del intendente de no pronunciarse por uno u otro, y de no confirmar aún si será candidato a pesar de que todos esperan que lo sea, tampoco constituyó argumento para que alguno lo importune en Mar del Plata. Las encuestas, que lo acompañan, son claves para que todo se desenvuelva de esa manera, con los tiempos que él establece.

En su entorno no ven la necesidad de que anuncie la decisión con demasiada antelación al cierre de listas. No habría que esperar la definición ni para este mes ni para el que viene. Sería cerca de la fecha clave, el 24 de junio.

 

Los días más calientes de la interna del PRO llegaron con el ecosistema del gobierno marplatense en orden. “Imagínense lo que sería si no estuviera ordenado. Florecerían candidatos por todos lados”, invita a pensar un radical.

 

Montenegro tiene otras razones para sonreír. La Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo revocó la cautelar que frenaba la licitación para la operatoria del predio de disposición final de residuos. “El fallo tuvo pasajes lapidarios contra la empresa denunciante”, celebraron cerca del intendente. Ponderaron el tramo en el que los jueces sostienen que “podría alegarse que la pretensión de la actora propende, no a garantizar la libre concurrencia, sino antes bien a impedir la participación de potenciales oferentes”. Uno de los hombres de Montenegro que primero leyó la sentencia no lo dudó: “Es lo que nosotros decíamos: pretendían que hubiera menos oferentes”.

En otro frente de tormentas, el paro de los taxis y remises tampoco tuvo la contundencia que supo conseguir en pleno verano. Ni la unanimidad: uno de los sindicatos se bajó de la protesta en virtud “del diálogo” entablado con el oficialismo. “En la concentración en Independencia y Roca, frente a las oficinas del área de Movilidad Urbana, hubo 80 vehículos. A esa hora se podían conseguir taxis y remises en cualquier punto de la ciudad”, aseguraron en el gobierno local.

La mesa de diálogo, de todos modos, no ha dado por el momento sus frutos. Los jefes de bloque de Juntos por el Cambio pusieron arriba de la mesa posibles medidas favorables al sector, como la entrega de más licencias y la generación de una aplicación para taxis y remises. El desacuerdo está en la cuestión de fondo: las entidades no quieren saber nada de que, como es evidente, les intenten correr el eje, que no es otro que su combate a fondo contra Uber y Cabify.

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