El crimen ocurrió en septiembre de 2016, cuando la víctima, Jorge Guzmán (39), había llevado a un familiar al Hospital Interzonal General de Agudos. Un hecho que resume toda la violencia que envuelve al fútbol, también en el ascenso.
El Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 comenzará a juzgar desde hoy a Víctor Esteban “Torito” Camargo (24), acusado de haber asesinado a Jorge Guzmán (39) en el marco de una disputa entre facciones de la barra brava del Club Alvarado, en septiembre de 2016.
El fiscal Juan Pablo Lódola considera que tiene las pruebas suficientes para demostrar en el debate oral que Camargo es el autor material del hecho, al que calificó como “homicidio agravado por el uso de arma de fuego”.
Por su parte, la defensa posiblemente plantée lo mismo que durante todo el proceso: intentará desligar a Camargo del crimen y referirá que no se puede desconocer el vínculo de la víctima con la barra brava de Alvarado, la violencia y los delitos que eso implicaba.
El fiscal Lódola, al elevar la causa a juicio, aseguró que nunca se negó ni ocultó que Guzmán perteneciera a una facción de la barra brava de Alvarado. “Es de público conocimiento los códigos y la violencia que manejan estos grupos, pero fue Camargo quien fue a buscar a Guzmán para ultimarlo”, expresó el fiscal.
Los jueces Jorge Daniel Peralta, Alfredo José Deleonardis y Gustavo Raúl Fissore serán los encargados de analizar toda la prueba y dar luego su veredicto.
Un cachetazo y el robo de banderas
En 2016 Alvarado militaba en el Torneo Federal A y con el diputado Facundo Moyano como hombre fuerte -con un paso también como presidente de la institución- el club comenzaba a crecer en lo deportivo y económico para dar ese salto a la Primera Nacional que recién llegaría en junio 2019.
Si bien Camargo, al igual que Guzmán, pertenecía a la barra brava de Alvarado -liderada en ese momento por “Los Cordobitas”, tres hermanos llamados Diego, Jorge y César Córdoba-, la relación entre ambos se había roto.
El hecho que terminó con la falsa armonía en la barra brava de Alvarado ocurrió en mayo de 2016, durante un partido entre Alvarado y Libertad de Sunchales por los cuartos de final del torneo de Federal A, que se jugó en el estadio José María Minella.
Antes de ingresar a la cancha, y adelante de toda la barra, la madre de “los cordobitas” fue en busca de Camargo, lo increpó y le dio un cachetazo. Un sonoro cachetazo a la vista de los hermanos Córdoba, Guzmán y todos “los guapos” del club.
Camargo sintió la humillación más que el golpe, insultó a la mujer, le dijo que iba a matar a todos sus hijos y se fue. A los minutos volvió armado, amenazó en público a los Córdoba, a todos, disparó tres o cuatro veces al aire y nuevamente se alejó del estadio.
El partido, una anécdota para olvidar: Alvarado cayó 6 a 3 de local, después tuvo que ir a jugar de visitante, sin público por estos incidentes, y empató 2 a 2, lo que le valió la eliminación del torneo.
Pero ese cachetazo que recibió Camargo quedó en la memoria. Sobre todo en la suya. Fue el inicio de un derrotero de venganza que terminó con el crimen de Guzmán.
El 6 de agosto, tres bombos de la hinchada de Alvarado -dos de ellos con platillos colocados- fueron robados. Lo mismo ocurrió con nueve palillos para percusión y unas banderas. Todos estos elementos se hallaban en el interior de la sede del club, y el hecho fue denunciado por Pablo Mirón, el propio presidente de la entidad en aquel entonces.
El crimen
El 19 de septiembre siguiente Camargo se había juntado a tomar unas cervezas en la casa de un amigo, ubicada en Nasser al 2900 a unas 5 cuadras del Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA). Su coartada, al declarar, justamente era esa: había estado en el horario del crimen acompañado. Sin embargo, sus amigos, dijeron que alrededor de las 21.45 salió del lugar.
Por su parte, cerca de las 22 Guzmán había ido en un automóvil marca Peugeot 504 al HIGA -donde trabajaba como enfermero- junto a su pareja y otras dos personas para llevar a una de ellas a la guardia del nosocomio por un problema en la pierna.
De alguna manera -todavía es una cuestión para investigar- Camargo se enteró de que Guzmán estaría esa noche en el nosocomio y fue a su encuentro en una motocicleta, llevado por otra persona que no fue identificada.
Según los datos que surgen de la causa, a las 22.20 Guzmán y Camargo se encontraron en el estacionamiento del hospital. Conforme la reconstrucción de los hechos que hicieron los testigos, ambos se enfrentaron a tiros: Guzmán fue mortalmente herido, con un balazo en el hemitórax. y Camargo logró huir del HIGA a bordo de la misma motocicleta en la que había llegado.
La víctima se arrastró hasta la entrada del área de Emergencias, donde estaba estacionado el Peugeot 504. Con sus últimas fuerzas arrojó un arma de fuego en el interior del vehículo. De inmediato, fue llevado de urgencia al interior del nosocomio, donde lo operaron y quedó internado hasta que, “después de una extensa agonía”, falleció el 5 de octubre como consecuencia de un paro cardiorespiratorio provocado por la herida de bala.
Un hombre que lo había acompañado hasta el HIGA, al ver que el objeto dejado por la víctima en el auto, lo puso en marcha, escapó y se descartó del arma.
Unos minutos después, Camargo volvió a la casa Nasser al 2900 donde estaban sus amigos. Según dirían, tenía dos cajas de puré de tomates para cocinar unas pizzas y “una sonrisa de oreja a oreja”. Como de satisfacción.
– Los testigos señalaron al imputado: “Fue él”
Víctor Camargo se la había jurado a Guzmán, a los hermanos Córdoba y a su madre, desde ese cachetazo que recibió. Por eso, el primer nombre que surgió tras el ataque fue el suyo. El obvio.
Por eso, la pareja de víctima fue la primera en denunciar. Ella fue testigo de lo que pasó y declaró que vio cómo Camargo bajó de una moto, enfrentó a Guzmán y le disparó. “Fue el Torito, fue el Torito”, le dijo minutos más tarde, aún shockeada, a los policías del Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA), donde además su novio trabajaba como enfermero.
La mujer incluso les explicó a los efectivos que Guzmán y Camargo tenían problemas porque pertenecían a diferentes facciones de la barra brava de Alvarado. Además, aseguró que a “Torito” ya lo habían denunciado por haber baleado su casa en agosto de ese mismo año.
También fue clave el testimonio del hombre que se encontraba con Guzmán, quien reconoció haber descartado el arma que le dio la víctima antes de que se produjera su internación.
El testigo aseguró que a los pocos días, Camargo lo amenazó de muerte. “Vos sos el próximo para matarte, vas a terminar como Jorgito (Guzmán) tomando suero”, habrían sido las palabras de “Torito”.
Estos testimonios fueron corroborados durante la investigación del fiscal Juan Pablo Lódola, que los considera fundamentales para entender lo sucedido.
– Una detención a tres meses del crimen y el falso testimonio
A los pocos días del crimen, la casa de Nasser al 2900 donde Camargo había estado antes del crimen fue allanada por la policía y, si bien no pudieron encontrar a Camargo, sí hallaron los bombos y las banderas que habían sido robados en la sede de Alvarado, además de municiones de arma de fuego.
Finalmente, Camargo fue detenido el 7 de enero de 2017, durante la misma semana en la que se produjeron graves incidentes en el club, que alteraron la presentación del cuerpo técnico de Alvarado.
Camargo fue atrapado por personal de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) durante una fiesta electrónica en un balneario de la zona sur de la ciudad. Aunque intentó escapar entre la multitud, los policías pudieron perseguirlo y detenerlo.
La policía tuvo que reducir por la fuerza a Camargo, quien desde ese día se encuentra detenido en la Unidad Penal Nº 44 de Batán.
En la declaración indagatoria, el imputado se desligó del crimen y se dedicó a explicar las internas en la barra del club Alvarado. “Torito” dijo que no conocía a Guzmán y que sólo lo había visto una vez durante un partido, algo que quedó demostrado en la investigación que era falso, ya que muchos testigos aseguraron que eran amigos.
Para Lódola, lo “cierto y objetivo”, es que la víctima tenía un motivo para estar en el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA) ese 19 de septiembre: trabajaba en el nosocomio pero aquella noche estaba de franco y había acompañado a un familiar para que recibiera atención médica. En cambio, Camargo no.
Y si bien Guzmán tuvo en ese momento un arma de fuego en su poder, no hay pruebas de que la haya utilizado, ya que la pericia bioquímica del dermotest realizado en su cuerpo dio resultado negativo.
“No se puede construir un escenario en que se pueda justificar la acción de Camargo”, concluyó el fiscal.