Policiales

Juicio oral por un crimen conyugal que involucró a tres ciudades

Mario Moreno podría recibir prisión perpetua si todo lo que lo llevó al juicio oral que comienza mañana lo ratifica con su esperada confesión. Un caso de violencia conyugal que empezó en Rauch, tuvo su continuidad en Balcarce y finalizó trágicamente en Balcarce, con el asesinato de Mariana Tejeda.

Mañana empezará un juicio en el que quedará una vez más demostrado que la violencia conyugal puede ser en sí misma un concepto muy amplio. Demasiado amplio. Tanto que tal vez esconda historias muy distintas entre caso y caso. Lo que no está en discusión es que una de las partes siempre se impone sobre la otra y que, en su gran mayoría, la víctima termina siendo la mujer.

Un tribunal de Mar del Plata comenzará a juzgar a Mario Alfredo Moreno por haber asesinado a golpes y luego prendido fuego en un campo de Balcarce a Verónica Tejeda, quien por esos días de octubre de 2014 intentaba convencerlo de que ya el noviazgo no daba para más. El crimen solo tiene a Mar del Plata como escenario judicial e involucra a otras tres ciudades: Rauch, Tandil y Balcarce. Se trata, acaso, de un hecho policial en el que los indicios y pruebas son demasiado contundentes pero que espera algo más: la confesión.

Aunque el contexto lo explica de ese modo, Moreno no será acusado de femicidio, ya que el agravante por el vínculo lo reemplaza y prevé una pena similar en el caso de que los jueces lo hallen responsable, según entendió el fiscal Rodolfo Moure y la Justicia de Garantías que aprobó la elevación a juicio con la figura establecida el inciso 1 del artículo 80 del Código Penal. Por el contrario no fue siquiera presentada la alevosía como agravante porque Tejada ya estaba muerta al momento de ser prendida fuego.

El sesgo de un machismo anacrónico que miles de hombres aún poseen en esta sociedad se desplegó indeteniblemente para darle forma a la tragedia que contó con una víctima ideal. Porque Moreno creía tener derecho a someter y Tejeda no tenía las herramientas para liberarse.

Corrían las horas de un plomizo 3 de octubre de 2014 cuando Mario Moreno, hoy con 36 años, se dirigió una vez más a Rauch para encontrarse con Verónica Tejeda, que tenía 26, y salir de alguna forma del mal momento que como pareja estaban atravesando. En verdad, la pareja que llevaba un año y medio había concluido quince días antes por decisión de Tejeda, pero eso era algo que Moreno no aceptaba. Y allí el último de los factores que se encadenaron para acabar con el brutal homicidio. Porque todo había comenzado mucho antes.

Tiempo atrás Tejeda, que era parte de una familia de la ciudad de Rauch pero con una pequeña chacra en las afueras para ganarse la vida, había establecido distancia con una pareja que tenía y que la maltrataba. Esa persona era padre de sus hijos. Cuando conoció a Moreno, un hombre nacido en Balcarce pero residente en Tandil, no distinguió los mismos rasgos que al anterior. O sí, pero ?como aparenta reiterarse en esas conductas- los comprendió de una forma diferente.

Tan real también fue que Tejeda consolidara la relación con Moreno pese a la distancia y a la violencia. Sin embargo, los celos, agente que explica la violencia y que en el caso del victimario la justifica, fueron haciendo todo más pesado. Asimismo el hecho de que Moreno no trabajara y que durante varios días seguidos se instalara en la casa de calle Pellegrini y Lavalle fueron otros factores desequilibrantes, aunque lo intolerable llegó cuando Tejeda vio a uno de sus hijos golpeados.

Con un poco de valor propio y otro bastante adquirido de sus amigas y familiares, Tejeda resolvió a mediados de septiembre de 2014 dar por cerrada la relación con Moreno, quien no aceptó la ruptura a pesar de un secreto que guardaba: llevaba una doble vida. En Tandil tenía una pareja con la que vivía y a quien también le escondía la existencia de la otra parte. Ese machismo ulcerante, mandado por patrones de cuestionable virilidad, hizo de Moreno un asesino.

Porque aquel 3 de octubre se levantó a la mañana en Tandil, saludó a su pareja de esa ciudad y recorrió los 76 kilómetros hasta Rauch para encontrarse con Tejeda, tal como había acordado por medio de mensajes de textos el día anterior. La última imagen de la mujer quedó registrada por una cámara de seguridad cuando cruzaba la avenida Irigoyen y Alvear a las 9.10. Había salido a comprar pañales y no regresó. Su teléfono recibió a las 9.15 un mensaje de Moreno, quien estaba llegando a Rauch. A las 10.02, quedó captado por una cámara el automóvil Fiat Palio de Moreno transitando por Rauch.

Hasta que el martes comience el juicio serán solo conjeturas, indicios y conclusiones del trabajo de peritos e investigadores, pero se cree que Moreno obligó de alguna manera a Tejeda para que lo acompañara hasta Balcarce. Una vez en un establecimiento agropecuario ubicado en un camino de tierra que une los parajes El Faro y Dos Naciones se desencadenaron los hechos que salieron a la luz en horas de la tarde de ese viernes 3 de octubre, cuando Moreno se presentó en la Estación de Policía y los narró.

La policía no tardó en encontrar el cadáver de Verónica Tejeda: estaba calcinado en el interior del Fiat Palio.

Solo una confesión de Moreno en el comienzo del juicio podría explicar los detalles del crimen y las motivaciones.

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