Policiales

Juicio a la secta yogui: realizaron la audiencia final antes de la sentencia

Los imputados por delitos que van desde la "trata de personas" hasta el "abuso sexual en el marco de un culto" liderado por el fallecido Eduardo Nicosia hablaron por última vez ante los jueces.

En el marco del juicio a la secta yogui liderada por el fallecido Eduardo Nicosia, se celebró hoy la última audiencia antes de la sentencia.

Los jueces Fernando Machado Pelloni, Nicolás Toselli y Roberto Falcone escucharon la última palabra de dos de los imputados por delitos, que van desde la trata de personas hasta el abuso sexual en el marco de un culto liderado por el fallecido Eduardo Nicosia.

Quien era la pareja de Nicosia, Silvia Capossiello, es la más complicada en el debate. La fiscalía, representada en el alegato por Fabián Celiz y Carlos Fioriti, pidió cuarenta años de prisión por considerar que es culpable de ser coautora del delito de trata con fines de explotación sexual y laboral agravado, y del delito de hacer incierto y alterar la identidad de siete personas menores de diez años, el que concurre idealmente con el delito de falsedad ideológica de instrumento público. Pero también deberá responder como partícipe necesaria del delito de abuso sexual agravado en reiteradas ocasiones de tres víctimas, y como autora del delito de acopio de armas de fuego y resistencia a la autoridad.

Para Sinecio de Jesús Coronado Acurero y Luis Antonio Fanesi, la fiscalía solicitó 27 y 17 años de prisión por considerarlos culpables de ser partícipes primarios del delito de trata de personas agravado y el último deberá responder también como autor del delito de abuso sexual agravado. En tanto, Fanesi está acusado por resistencia a la autoridad, y junto con Coronado Acurero, están acusados como partícipes primarios de la alteración de identidades y de acopio de armas y municiones, que fueron encontradas al momento de los allanamientos en la habitación principal del cuarto piso del Hotel City.

Por su parte, el defensor de los tres imputados, Martín Duarte, había solicitado la absolución de todos, a quienes consideró que también fueron víctimas del accionar de Nicosia, por lo que, según el abogado, estarían eximidos de las acusaciones por los delitos que pudieron haber cometido.

“No existió una averiguación de la verdad de los hechos, se desoyeron a las víctimas. El único que tomaba las decisiones era Nicosia“, expresó Duarte y también argumentó que el otro gran responsables de los delitos cometidos en la secta era el también fallecido Fernando Velázquez.

“Fallecieron los principales imputados, es claro que son hechos aberrantes que marcaron a dos generaciones. Muchos hechos se encuentran prescriptos y otros ocurrieron en Venezuela”, remarcó el abogado defensor.

Resarcimiento económico

Cabe recordar que el representante del Ministerio Público Fiscal, Carlos Fioriti, además de pedir condenas ejemplares para los imputados, solicitó al Tribunal Federal en lo Criminal N° 1 de Mar del Plata que se ordene la reparación económica por el daño moral sufrido de las diez víctimas trata de personas, en la suma de 6.600.000 pesos para cada una.

Por su parte, la representante de la Defensoría Pública de la Víctima (DPV), Inés Jaureguiberry, solicitó que se dispongan reparaciones de entre 35 y 61 millones de pesos por los daños materiales y morales ocasionados a las víctimas.

El abogado defensor de los imputados, en su alegato, al considerar que sus defendidos también fueron víctimas, pidió que, de existir una reparación económica, también sea para ellos.

Horror en el Hotel City

De acuerdo a la fiscalía, la secta fue “una organización criminal porque su estructura fue utilizada por los imputados para cometer delitos”, tanto en Venezuela como en Argentina, desde principios de la década de 1970, hasta su desarticulación, en julio de 2018.

Según se indicó en las audiencias, captaba a “gente interesada en lo espiritual“, para “luego explotarlas sexual y laboralmente”, pedirles “la entrega de bienes y dinero” y someterlas a “un proceso de despersonalización” que les impedía tomar decisiones propias.

Entre los testimonios descriptos por la Fiscalía, se destacaron los de los hijos que el líder de la secta tuvo con algunas de las integrantes y con Capossiello, quienes fueron “criados en cautiverio” y fueron “adiestrados” para ocultar “la situación de servidumbre” en la que crecieron.

Quemaduras, rebencazos, duchas de agua fría, patadas, cinturonazos, ahogamientos en un inodoro y violaciones fueron algunas de las torturas relatadas por las víctimas.

Según pudo demostrar la fiscalía, en base de análisis de ADN, el líder de la secta -y fallecido mientras se encontraba detenido en el Penal de Ezeiza- Eduardo Nicosia tuvo catorce hijos: doce, con seis mujeres diferentes y dos, con sus hijas. Siete de estos hijos tuvieron la identidad adulterada, fueron anotados en el Registro Civil como si sus padres fueran otras personas, pertenecientes al culto liderado por Nicosia.

El fallecido Nicosia estaba acusado de haber violado a tres mujeres desde que eran menores de edad, dos de las cuales eran sus hijas. Si bien el principal imputado falleció, Capossiello es considerada por la fiscalía de haber tenido una participación “categórica” para que los abusos existieran: ya sea como entregadora de las niñas, ya sea por no haber velado por su seguridad a sabiendas de lo que sucedía. Por ende, aseguraron que la mujer no podía desconocer que las niñas eran violadas.

El fiscal Fioriti explicó que se trata de casos de personas nacidas en la secta y criadas en un ambiente totalmente disociada de la sociedad, que hacían que las víctimas no llegaran a entender que lo que les pasaba y sufrían era un delito, o estaba mal.

El 3 de julio de 2018 la Policía Federal allanó el Hotel City en Mar del Plata en el marco de la causa que, en ese entonces, era de trata de personas y reducción a la servidumbre.

Al llegar al lugar, encontraron una gran resistencia de los “fieles” de Nicosia: el encargado del hotel, Coronado Acurero, y Fanesi, quien también manejaba la puerta de ingreso. Además, una vez que accedió la policía, mintieron con respecto a si Nicosia estaba en el lugar y Capossiello, a los gritos, ordenaba a los fieles que no hablaran con la policía.

Durante el allanamiento, en el cuarto piso del hotel donde tenía Nicosia su habitación, se hallaron numerosas armas de fuego que habían sido legalmente adquiridas por uno de los seguidores de la secta, pero que estaban bajo el absoluto dominio, cuidado y uso de Nicosia, Cappossiello, Coronado Acurero y Fanesi.

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