La Ciudad

Joven, descontracturado y antigrieta, el obispo netamente marplatense deja un gran legado

Monseñor Gabriel Mestre, primer obispo de Mar del Plata nacido en la ciudad, con su estilo joven y descontracturado y siendo un fervoroso militante de la antigrieta, deja un gran recuerdo entre quienes lo conocieron. Diálogo, empatía, creación de mesas de trabajo y soluciones inmediatas fueron las principales características de su accionar en la diócesis local a lo largo de casi seis años.

“Se lo va a extrañar y mucho”, fueron las palabras más escuchadas esta mañana, ni bien conocida la noticia, entre quienes cumplen tareas cerca del obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, designado por el papa Francisco como nuevo arzobispo de La Plata, donde reemplazará a Víctor Fernández, quien pasa a estar al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe del Vaticano.

Mar del Plata conoció con el obispo Gabriel Mestre un estilo de gestión juvenil, descontracturado y antigrieta.

Mestre asumió el desafío del obispado con apenas 48 años y esta vitalidad juvenil le permitió dar un renovado enfoque a su tarea apostólica y pastoral, contagiando a toda la diócesis de una dinámica de trabajo que motivó a la participación activa de personas de todas las edades en distintas misiones apostólicas.

 

Así resurgieron pastorales con una decidida vocación de servicio por tareas sociales, como el trabajo realizado en el basural y las periferias, o el crecimiento del compromiso juvenil en las sucesivas Invasiones de Pueblo, o la tarea ejemplar de asistencia a los más necesitados con La Noche de la Caridad, solo para poner algunos ejemplos.

Se trata, claro está, de un obispo joven en el radar del papa Francisco que con apenas 54 años deberá ahora acometer la difícil misión de llevar adelante los desafíos pastorales de la emblemática y ejemplar Arquidiócesis de La Plata, sucediendo a monseñor Víctor “Tucho” Fernández, de quien es un amigo en la misión.

“El padre Gabriel”, como lo identifican miles de fieles de la ciudad, asumió su mandato bajo el lema “Cristo en nuestra paz”. Siempre ocupado en que “la palabra de Dios llegue a todos los rincones”, recorrió toda la diócesis, parroquia por parroquia y visitó todas las capillas de todas las ciudades que integran esta jurisdicción de muchos kilómetros.

Mestre es un obispo descontracturado que no duda en acercarse al que lo necesita. Va siempre en busca de la solución de los problemas habilitando el diálogo en toda ocasión. Así, es habitual que los vecinos se le acerquen a plantear problemas de infraestructura de un barrio o de seguridad. Y, aunque no sean temas estrictamente religiosos, siempre genera “mesas de diálogo” para acercar a las partes.

Se caracteriza por un trato siempre espontáneo, natural y sencillo, virtudes que generan una proximidad inmediata con todas las personas que se cruzan en su camino. Siempre con su cruz de pastor al cuello, se lo suele ver con el look casual, tanto para las salidas nocturnas al Hogar de Nazaret o de día en sus visitas pastorales a los distintos hogares o parroquias y, en ocasiones de reuniones más oficiales, rara vez se presenta con la formalidad eclesial de protocolo.

En todas las reuniones con periodistas, funcionarios o cualquier visitante, Mestre ofrece un mate de su propia elaboración como signo de amistad y cordialidad.

Se lo puede ver caminando diariamente por la costa y también en su práctica de la natación. De hecho, anualmente participa de competencias en aguas abiertas como también se suma como uno más en la Caravana de la Primavera, haciendo todo el recorrido en bicicleta.

Contra la grieta

A monseñor Mestre también se lo reconoce en Mar del Plata como el obispo “antigrieta”. Todos los dirigentes locales deponen sus posiciones cuando se sientan en la mesa del obispo, porque representa para ellos una garantía de ecuanimidad, oportunidad de diálogo y escucha sincera. Debe destacarse también que el obispado de Mar del Plata se ha convertido en el escenario de encuentro de todos los sectores políticos, económicos y sociales.

“Busco ser artesano de la paz ante la grieta”, dijo en oportunidad de celebrar el quinto aniversario de su consagración. En tal sentido, anualmente realiza el clásico “retiro para dirigentes”, un espacio para la reflexión conjunta de toda la dirigencia local que se comprometen a vivir un momento de unidad y oración por la ciudad.

 

Se destaca, además, su particular esfuerzo en la construcción del diálogo ecuménico e interreligioso junto a dirigentes de otros cultos, judíos, musulmanes, pastores y ortodoxos, siempre construyendo puentes.

Su fuerte compromiso social se manifiesta de manera permanente. Sin embargo, no se caracteriza por la denuncia resonante, sino por la búsqueda de soluciones oportunas para cada tema vinculado a personas en situación de calle. En este contexto debe recordarse los hoteles que se habilitan desde el obispado en el crudo invierno, hecho que el mismo papa Francisco agradeció oportunamente con un mensaje.

De tonos amables y cordiales, Mestre siempre involucra a los interlocutores en nuevos y renovados compromisos de acción.

Se va, en definitiva, un obispo que le da su teléfono celular a todo el mundo y responde los mensajes inmediatamente. “Cuesta saber de dónde saca tiempo para la cantidad de actividades que realiza, las personas que atiende y los problemas silenciosos que resuelve cotidianamente”, admiten sus colaboradores.

 

En otro aspecto, el obispo ha sido un fiel impulsor de la causa de beatificación, de canonización, de monseñor Eduardo Pironio, a quien conoció ya siendo este último cardenal de la Iglesia, visitándolo personalmente al ingresar al seminario. Luego, participó en 1996 del encuentro de jóvenes y comunicadores que se realizó en Mar del Plata. Siendo obispo, monseñor Mestre ha utilizado muchas veces el báculo que le ha donado y hace dos años recibió el regalo de la mitra de Pironio.

Mar de Plata conoció con Mestre un estilo de gestión renovada. Diálogo, empatía, mesas de trabajo y soluciones inmediatas. Un obispo que, como hijo de esta ciudad, sabe que en su ciudad siempre se lo extrañará.

Primer obispo nacido en Mar de Plata

Monseñor Gabriel Antonio Mestre nació en Mar del Plata el 15 de septiembre de 1968. Hijo de Cándido Mestre y Ana Luisa Gasparoli, comerciantes de clase media del barrio San Juan. Su núcleo familiar se completa con su hermana Mariana Mestre, casada con Sebastián, quien tiene dos hijos: Ariel y Elías.

Fue bautizado en la Parroquia San José de Mar del Plata y recibió la Primera Comunión en la Parroquia San Pablo al tiempo que fue confirmado en la Iglesia Catedral de los Santos Pedro y Cecilia en octubre de 1984. Realizó sus estudios primarios en la Escuela N° 61 y la secundaria en la ENET N° 1, donde recibió el título de técnico químico. Durante un año, cursó la carrera de Trabajo Social en la Universidad Nacional de Mar del Plata.

 

Desde su ordenación presbiteral, ha trabajado intensamente en la Diócesis de Mar del Plata, siendo capellán del Hospital Materno Infantil de Mar del Plata, vicario parroquial de la Iglesia Catedral, párroco de las parroquias Asunción de la Santísima Virgen de Mar del Plata, Inmaculada Concepción de Villa Gesell e Iglesia Catedral de los Santos Pedro y Cecilia de Mar del Plata. También trabajo como asesor de diversas pastorales e instituciones educativas.

Fue miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores de la Diócesis de Mar del Plata, vicerrector y profesor de la Escuela Universitaria de Teología de Mar del Plata, consultor de la Secretaría diocesana de Pastoral Familiar y vicario general de la Diócesis de Mar del Plata.

A nivel nacional, trabajó en el Departamento de Animación Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina y en América Latina, como miembro del equipo de apoyo del Cebitepal (Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe). A su vez, a lo largo de su vida pastoral, escribió numerosos escritos vinculados especialmente a las Sagradas Escrituras.

 

El 18 de julio de 2017, el papa Francisco lo nombró obispo de Mar del Plata, lo que convirtió en el primer marplatense en ocupar tal cargo. Fue consagrado el 26 de agosto del mismo año, en la Iglesia Catedral de los Santos Pedro y Cecilia, a manos de su predecesor y ya obispo emérito de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, siendo los co-consagrantes monseñor José María Arancedo y monseñor Juan Alberto Puiggari. Tomó posesión canónica de dicha diócesis el mismo día de su ordenación.

Monseñor Gabriel A. Mestre es el séptimo obispo de Mar del Plata. Los anteriores fueron Enrique Rau (1957-1971), Eduardo Francisco Pironio (1972-1975), Rómulo García (1976-1991), José María Arancedo (1991-2003), monseñor Juan Alberto Puiggari (2003-2010) y monseñor Antonio Marino (2011-2017), quien es actualmente obispo emérito de Mar del Plata.

“Ante esta realidad, la esperanza es audacia”

En la reciente homilía del 25 de Mayo, el obispo de Mar del Plata pidió que los gobernantes saquen “lo mejor de sí para lograr el bien común”. También lamentó “la inflación galopante, la violencia, la pobreza” y “la exclusión de muchas personas”.

“Hoy estamos invitados a la esperanza audaz en medio de la crisis que estamos transitando. La inflación galopante, la violencia, la pobreza, las nefastas consecuencias de la droga en todos los niveles y en muchos ámbitos, la situación exclusión del sistema de muchas personas son algunas de las dolorosas realidades que podríamos describir”, profundizó Mestre.

 

El obispo citó las palabras del papa Francisco y reflexionó que “la esperanza no es quimera, ni actitud pasiva y negadora”. Por el contrario, “ante esta realidad, la esperanza es audacia; sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna”.

Además, en pleno año electoral, Mestre pidió a los gobernantes y candidatos que se pongan “en tensión positiva para sacar lo mejor de sí y de cada espacio, siendo audaces para lograr el bien común”. Y consideró que están “desafiados a responder con generosidad para no defraudar la esperanza del pueblo argentino”.

En tanto, en un retiro con políticos y dirigentes sociales de la ciudad convocados por la Diócesis de Mar del Plata, el obispo los exhortó a “no confrontar de forma virulenta y dura” y a anteponer los puntos de acuerdo.

“El futuro no se vislumbra fácil en cuanto a la tarea que tenemos por delante, que es la construcción de la Patria, y hay una crisis de educación y una crisis de valores, que no son tema de agenda o lo son solo como enunciados abstractos, y es ahí donde hay que construir realmente. Pero tengo esperanza”, expresó.

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