por Alberto Galeano
La decisión de Israel de completar un muro que separa Cisjordania es un paso atrás que no contribuye a los esfuerzos que realiza la comunidad internacional para reanudar el proceso de paz entre israelíes y palestinos.
En respuesta a un pedido de sectores derechistas, el gobierno de Benjamín Netanyahu reanudará dicha medida para contener una ola de violencia (caracterizada por ataques con cuchillo) que causó la muerte de 30 israelíes y más de 190 palestinos que fueron abatidos por fuerzas israelíes desde el paso primero de octubre.
De alguna manera, Netanyahu quiere dar una respuesta a los sectores que apoyan a la coalición de gobierno liderada por el Partido Likud, a pesar de que la construcción del muro fue considerada ilegal por la Corte Internacional de Justicia de la Haya en 2004 y, además, condenada por la ONU.
Con esta polémica decisión, el gobierno israelí vuelve a alejarse de la posibilidad de que se reanuden conversaciones directas, tras fracasar en abril de 2014 un plan de nueve meses lanzado por el secretario de Estado norteamericano, John Kerry.
El plan tenía como objetivo proclamar un Estado palestino que viviera con fronteras seguras al lado de Israel.
El muro que limitará los barrios árabes de Al-Quds en Jerusalén y zonas de Cisjordania, impidiendo la circulación de unos 200.000 palestinos, ha sido comparado con el apartheid (sistema de discriminación racial aplicado en Sudáfrica) por organizaciones de derechos humanos.
Su construcción fue interrumpida en 2007, tras levantarse 470 (60 por ciento) de los 790 kilómetros, después de que protestaran Estados Unidos y otros organismos internacionales.
No hay duda de que la decisión de Netanyahu es en respuesta a la mal llamada “Intifada de los cuchillos” que le causa impopularidad entre los israelíes.
“No es una ‘guerra de cuchillos’. Quizá sea una tercera Intifada palestina muy diferente a las dos anteriores, menos organizada, no clara, individual, sin parámetros claros de esclarecer”, dijo a Télam el profesor Arie Kacowicz, docente en Relaciones Internacionales de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Según informes de la prensa israelí, los palestinos atacan en forma solitaria, usando improvisadas armas que son forjadas en talleres o garajes ignotos.
“El ejército trata de controlar la situación (en los territorios). Pero no se ve una posible solución política, pese a que la coordinación de seguridad entre Israel y los palestinos continúa”, dijo el analista.
La violencia continuó durante la visita que realizó esta semana a Israel el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, ya que registraron cuatro atentados que causaron la muerte de cuatro atacantes palestinos y un turista norteamericano.
Biden viajó también a Ramallah para reunirse con el presidente de Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, quien le ofreció sus condolencias por el asesinato de un turista estadounidense en el sur de Tel Aviv.
Antes de viajar a los territorios autónomos, Biden había exigido al gobierno palestino que condenara la ola de ataques contra israelíes.
Pero más allá de sus críticas por la violencia, el vicepresidente estadounidense volvió a pronunciarse a favor de una solución de dos Estados, durante su primera visita en los últimos seis años a Israel y los territorios palestinos.
Biden llevó un plan de paz que fue rechazado por Abbas, debido a que solicitaba que los palestinos renuncien al derecho de retorno de los refugiados y reconozcan a Israel como un “Estado Judío”.
El plan incluía proclamar a Jerusalén Este como capital del futuro estado palestino y congelar la construcción de los asentamientos israelíes.
En medio de este panorama, el secretario general de la OLP, Saed Erekat culpó por la inestabilidad de la región a la ocupación israelí de los territorios autónomos.
“El primer ministro israelí Netanyahu y su gobierno extremista han hecho todo lo posible para matar la esperanza en la mente y el corazón de los palestinos. Lo que ellos ven diariamente son más asentamientos, acaparamiento de tierras, controles, cercos, redadas militares, ataques de los colonos y sistemática negación de sus derechos”, dijo Erekat al sitio EUobserver desde Ramallah.
Las relaciones entre Obama y Netanyahu han sido tensas durante muchos años, especialmente por el reciente acuerdo nuclear logrado con Irán por el Grupo 5+1 (formado por Estados Unidos por Rusia, China, Francia, Reino Unido más Alemania), al que Israel se opuso tenazmente por considerar que no limita la posibilidad de que Teherán construya una bomba atómica.
En medio de la crisis, hay dos medidas inmediatas que reclaman los palestinos: que Israel libere prisioneros de Al Fatah y que se congele la construcción de los asentamientos en Cisjordania.
“La situación puede continuar así por varios meses más, en la medida que no haya incidentes imprevisibles que lleven a una gran escalada de violencia. Hay desmoralización en ambas sociedades, sentido de anomia (falta de normas) “, dijo el profesor Kacowicz.
Télam.