El cantautor español considera que la música tiene un "valor terapéutico" del que no somos conscientes. Habla de sus nuevas canciones y de la gira 'La canción de nuestra vida'.
Por Naiare Rodríguez Pérez
El cantautor español Ismael Serrano reconoce que el duelo se transita mejor cuando hay canciones que acompañan, porque la música tiene un “valor terapéutico” del que no somos conscientes.
El artista (Madrid, 1974) asegura en una entrevista con EFE que “hay tantas canciones como vidas dentro de un vida” y “siempre” ha tenido la sensación de que el paso del tiempo “conlleva una renuncia”, aunque “mientras uno no pierda la curiosidad y la pasión, no va a dejar de incorporar nuevos versos y estrofas a la vida”.
Serrano ha realizado giras por América Latina, con éxitos de ventas en países como Argentina, temas ambientados en Chile o colaboraciones con músicos latinos como los cubanos Pablo Milanés y Silvio Rodríguez.
– La nueva gira lleva el nombre ‘La canción de nuestra vida’. ¿Cuántas canciones caben en su vida?
– Caben muchas, es difícil decirlo. Cada canción marca un momento de tu vida, un encuentro, una experiencia vital o sentimental. Hay canciones para una despedida, para reencontrarse, para llorar o para bailar. Son muchas.
Hay tantas canciones como vidas hay dentro de una vida. Creo que de eso habla el disco, de que mientras uno no pierda la curiosidad y la pasión por la vida y siga en permanente búsqueda, no va a dejar de incorporar nuevos versos y estrofas a la vida.
– Con ‘La canción de nuestras vidas’ reflexiona sobre el transcurso de los años. ¿Es algo que le preocupa?
– Debe ser por aquello de que voy a cumplir los 50 en un par de semanas. Es una cifra tan rotunda que te obliga, de alguna manera, a hacer repaso de lo que uno ha andado y ha vivido. Supongo que sí, que me preocupa.
Trato de amigarme con el paso del tiempo; siempre he tenido la sensación de que conlleva a una renuncia. Supongo que toda persona que escribe canciones se lleva mal con la pérdida y la renuncia y escribir canciones es una forma de sobrellevarlo o resistirse a eso.
Este disco surge de un intento por reconciliarme con el paso del tiempo y de entender que también te regala la posibilidad de vivir cosas extraordinarias que son susceptibles de convertirse en canción. Hay que creerse, aceptarse y reivindicarse en muchos aspectos.
– ¿Cuánto le debemos a la música?
– Más de lo que creemos. La música tiene un valor terapéutico del que no somos conscientes. Todos los rituales en torno al duelo están acompañados y tienen banda sonora. El duelo se transita mejor cuando hay canciones que nos acompañan.
Las canciones son compañeras y sientes que alguien te entiende y te ayudan a entender el mundo. Te sientes menos solo. Nos ayudan, en una sociedad atomizada e individualista, a conectar con nuestro carácter de animal social que a veces perdemos. Nos ayudan a escapar del mundo y nos ofrecen la oportunidad de enfrentarnos a él. Lo que define a un cantautor es precisamente eso.
Hay música que te sirve para escapar y evadirte, pero el cantautor te ofrece el ejercicio de inmersión en la realidad, mirarla a los ojos y tratar de entenderla. Esto es muy sano y por eso creo que la música tiene que ser plural y diversa. Me parece mal que existan estéticas musicales hegemónicas y excluyentes porque te privan la oportunidad de tener otras experiencias necesarias.
– En el nuevo álbum sorprende con reinterpretaciones de temas o versiones de autores admirados. ¿De dónde surge esta inquietud?
– Precisamente de eso, de la admiración. Son canciones de autores que me llegan y me parecen importantes. En ocasiones, supone revelarse contra el algoritmo que te va a recomendar canciones similares a lo que escuchas. Si escuchas a Ismael Serrano no se te va a recomendar Juan Luis Guerra, y creo que hay bastante más conexión de lo que los prejuicios permiten ver.
A mí lo que me fascina de él es su capacidad de darle un vuelo poético a la bachata o un contenido social al merengue o a la música tropical. A mí me divierte agarrar una canción de un artista que se presupone lejano al género al que yo me dedico y traerlo hacia mi territorio. Es un reto divertido y lo hago con canciones que me gustan, que son hermosas y han marcado parte de mi vida.
– Este espectáculo es una apuesta teatral y está lleno de poesía. ¿Es importante innovar con las presentaciones al público?
– A mí me apetece hacerlo. Prefiero dar una experiencia diferente y que el concierto sea algo más que una sucesión de canciones. Todo recital es un relato y me gusta ir más allá y hacerlo más explícito.
Incidir en la narrativa y encontrar un hilo argumental. Me divierte lo teatral y, aunque siempre he hablado mucho entre canción y canción, le he ido dando una estructura más firme, compleja y literaria. Poco a poco se han ido convirtiendo en obras de teatro musicalizadas.
EFE.