La española, que llegó a Argentina para presentar "El silbido del arquero", ya está "pensando, planeando y leyendo" con la mente puesta en su próximo proyecto: un libro que continuará la "exploración" creativa de "El infinito en un junco".
Por Javier Castro Bugarín
Irene Vallejo aún vive en un “estado de incredulidad”. Su obra maestra, “El infinito en un junco“, un “libro insólito” sobre el origen de la escritura y la evolución de los libros, ha vendido más de un millón de ejemplares en todo el mundo, regalándole experiencias maravillosas y agigantando una exposición mediática que, reconoce, resulta muy “exigente”.
“Esta exposición ha sido exigente y reconozco que me encontró inexperta y teniendo que aprender rápidamente. Cuando me preguntan si hay presión para los próximos libros, evidentemente que la hay, pero ese tipo de presión es más llevadera que la anterior, cuando me dedicaba a la literatura en un nivel más bajo”, afirma la autora española en una entrevista con EFE en Buenos Aires.
Escritora, filóloga y enamorada empedernida del mundo clásico, Vallejo (Zaragoza, 1979) está de visita en Argentina para participar en la Feria del Libro de Buenos Aires y presentar su segunda novela, “El silbido del arquero“; una recreación de un pasaje de la Eneida de Virgilio que, como sus libros favoritos, es “inclasificable”.
“Siempre he tenido debilidad por los libros inclasificables (…). Tiendo a no tomarme muy en serio las divisiones y las etiquetas, porque yo me muevo siempre en territorios fronterizos”, asevera.
Publicada por primera vez en 2015, y reeditada por Random House en Argentina el año pasado, “El silbido del arquero” arranca con un naufragio, el del héroe Eneas, que huye de Troya tras diez años de guerra y desembarca en Cartago en compañía de sus más leales hombres.
Aventuras, romances, conflictos bélicos y leyendas conviven en esta reinterpretación del clásico de Virgilio, en donde se reflexiona sobre el desarraigo, sobre ese “fenómeno misterioso” de la memoria como relato individual y colectivo; y sobre la vigencia absoluta de unos personajes que ayudan a comprender los grandes temas del presente.
“Me interesa volver a ese pasado que engarza con nuestro presente e insistir en que contemplemos a los clásicos bajándolos de ese pedestal y pensando que fueron seres humanos, con las debilidades, las pasiones y los miedos que nosotros seguimos teniendo y que son universales e intemporales”, asegura Vallejo.
Esta novela, de hecho, contiene una escena que “apunta claramente” a “El infinito en un junco”, uno de los fenómenos literarios de los últimos años: traducido a más de 40 lenguas y reconocido por múltiples galardones, “El infinito en un junco” constata por sí mismo la “universalidad” del amor por los libros.
“Todavía no acabo de creerme que un libro tan insólito como ‘El infinito en un junco’, que no tenía ninguno de los ingredientes de partida para atraer a un público amplio, me esté regalando estas oportunidades vitales. Lo hice convencida de que estaba escribiendo sobre mis pasiones excéntricas, que apenas encontrarían eco entre lectores”, subraya con humildad.
Como lectora “omnívora” que leía “hasta los prospectos de los medicamentos” de pequeña, Vallejo también tiene un ojo puesto en la literatura contemporánea, especialmente en la argentina: Mariana Enríquez, Hernán Díaz, Dolores Reyes, María Gainza, Tamara Tenenbaum y César Aira se encuentran entre sus autores favoritos de este país, cuya producción literaria exhibe una “profunda vitalidad”.
“Lo que lamento es no tener más tiempo para leer, porque me interesa mucho lo que se está haciendo ahora mismo y cuáles son los caminos por los que avanza la literatura contemporánea; también para hacer estos libros híbridos, que son los que a mí me fascinan”, manifiesta la ensayista, interesada a su vez por las tradiciones y los mitos latinoamericanos, pese a que, por cuestiones de concreción, no pudieron estar presentes en “El infinito en un junco”.
“Ese es uno de los aspectos en los que ahora, personalmente, hago autocrítica; no porque no me interesaran, sino porque mi especialidad académica es el mundo grecorromano y mis propios editores me pidieron que no me dispersara excesivamente. Ahora siento no haberlo puesto en comunicación con otras civilizaciones en las que también se inventó la escritura y el libro”, expresa.
Firme defensora de escribir al margen de las etiquetas, Vallejo ya está “pensando, planeando y leyendo” con la mente puesta en su próximo proyecto: un libro que continuará la “exploración” creativa de “El infinito en un junco”, en donde las herramientas narrativas de la ficción volverán a estar al servicio de la transmisión del conocimiento.
“Creo que la literatura es el último baluarte en que defendemos la complejidad del mundo, que no se puede reducir la realidad a un número de caracteres o a un titular, sino que es algo que necesita un relato más amplio y un respiro más profundo”, concluye la escritora zaragozana, comprometida con la difusión de la cultura clásica desde la ternura y la calidez de las palabras exactas.
EFE.