Estrena este jueves en los cines.
El policial “Un crimen argentino” pone en pantalla, a partir de este jueves, una historia real sobre un macabro asesinato en Rosario en 1980, que tiene a los grupos de tareas de la dictadura como una línea de investigación que choca con dos funcionarios judiciales encuadrados en el marco de la ley y el derecho, pero que evita caer en lugares comunes.
“El guion me pareció muy intrigante y con mucha tensión, pero también cómo combinaba este caso policial con el contexto. Me parecía superinteresante, porque siempre que está presente la dictadura, como concepto, es muy difícil concentrarse en una historia puntual y acá está superlogrado, está muy presente el Proceso, pero como condicionante de los personajes que hace que actúen de cierta manera o de otra”, dijo a Télam Matías Mayer, protagonista, junto a Nicolás Francella, de esta cinta dirigida por Lucas Combina.
Mayer interpreta a un joven secretario de juzgado que investiga apegado a la ley. Su labor la lleva adelante junto a su colega (Nicolás Francella), bajo las órdenes del juez (Luis Luque), quien recibe la presión política por resolver un resonante caso en vísperas de la Navidad de 1980.
“El personaje de Nico y yo somos los que estamos a cargo de la investigación del caso, donde buscamos investigar a fondo y esto se ve interferido por las fuerzas policiales subordinadas a cierto poder por los intereses cruzados que aparecen que entorpecen el desarrollo de la pesquisa. Todo esto tiene que ver con la época en que se desarrolla la historia, no sé si ahora podría ser fácil o no, pero sí que en ese momento había algo más marcado, esto de que de repente te embarraban la cancha y se hacía muy frustrante para los investigadores”, comentó el intérprete.
Basada en la novela homónima de Reynaldo Sietecase, los funcionarios persiguen el secuestro seguido de muerte del hijo de un importante empresario textil de la comunidad armenia de Rosario. Ante la presión de la opinión pública, el Gobierno militar se ve apurado a resolver el caso antes de la Nochebuena y para eso pone a disposición de los funcionarios judiciales a un grupo de tareas que hace de todo menos cumplir con la ley.
La tortura, la mentira y extorsión están a la orden del día de estos mercaderes de la violencia, que no escatiman medios para cumplir con los objetivos ordenados por sus superiores. La película lucha por mantenerse como un policial sin esquivar el contexto; pero, a su vez, que ese contexto con tanto peso en la historia reciente nacional no se llevara puesta a la trama, sobre todo en una ciudad como Rosario, que mantuvo mucho de lo emblemático de la época en pie.
“Mientras me preparaba para hacer el personaje de un secretario de un juzgado que se dedica a investigar me servía recopilar información de distintas partes, un poco fue eso lo que hice porque era el primer contacto con la realidad que había tenido este caso. En el momento en el que te dicen que en el bar donde vas a filmar realmente iba esa persona, ya lo mirás con otros ojos. Hay algo extrasensorial que si no lo supiera quizás no me pasaría, pero el hecho de saberlo le da una carga mayor”, recordó sobre el rodaje.
T: ¿Qué elementos tomaste de la novela y del guion para ir construyendo el personaje?
MM: No quiero spoilear nada, pero la novela está más basada sobre el personaje de Mariano Márquez (el investigado). A mí me servía todo lo me metiera en el caso, en esa psicología. Reynaldo tuvo entrevistas mano a mano con esta persona. Siempre me gusta volver a la raíz en casos reales, está bueno volver adonde surgió y a partir de eso se va adaptando y después ya sí me meto en el guion. Después se va hablando con el director y con el productor de cómo se quiere contar, qué foco se le va a poner. Es un caso que está muy presente en la gente de la ciudad de Rosario.
T: Yo no conocía el caso…
MM: Yo tampoco, en Buenos Aires a cualquier persona que le nombrás el caso probablemente no tenga idea, pero allá sí, es emblemático y está en todas las esquinas. Un poco como el caso de los Puccio en San Isidro, esa sensación de “esto pasó acá”. Entonces, filmando en Rosario realmente nos sentíamos empapados de toda esa energía, se te acercaba un vecino y capaz te contaba algo, lo tienen muy presente. Ahí siento que el haber filmado en Rosario le terminó de dar un sentirse metido en ese universo.
T: Hay algo de no fallarle a la historia.
MM: Sí, exactamente. Es como que tiene otro peso, tiene otra carga energética a la hora de conectar, porque también empezás a pensar que el personaje que estás haciendo vos estuvo ahí, quizás en el mismo lugar donde estoy sentado yo, pero hace 40 años. Es una locura, me parte la cabeza esas cosas.
T: Tu personaje y el de Nicolás discuten todo el tiempo sobre irse o quedarse en el país.
MM: No me resuena tanto la postura de mi personaje porque yo, Matías, quizás soy más mediador, no me veo entrando en una discusión con un compañero o un amigo sobre una cuestión así, sería mucho más intermedio. Siento que mi personaje, el personaje de Torres, en ese sentido es muy de tomar posición rápido y no es fácil moverlo de eso.
T: ¿Y en el hecho de irse del país? Está muy en boga hoy.
MM: Sí, pero me parece más un impulso generacional, una curiosidad también de vivir algo distinto. En Argentina hay una cosa mucho más de clan, de familia, que quizás en Europa u otro país es distinto. Está muy naturalizado que a los 18 años partan para otro lado. Cualquiera de las dos posturas tiene sus pro y sus contra, porque hay mucha gente que vive afuera y que extraña o gente que vive acá y le gustaría irse. Al fin y al cabo nada es un escenario ideal.
T: ¿En qué proyectos estás? Venís de unos años bastante ocupado.
MM: Ahora me voy a tomar un descansito, terminé de filmar la segunda temporada de “Iosi, el espía arrepentido” hace poquito y hace un par de meses terminé de filmar otra serie para Amazon, que se llama “Barrabrava” con Gastón Pauls y la dirige Jesús Braceras. Así que con muchas ganas también, pero ahora concentrado con este estreno que nos tiene muy entusiasmados y manijas a todos.