Subirá al escenario del Teatro Auditorium para ofrecer un espectáculo de jazz junto a reconocidos músicos. Cuenta cómo llegó al género y cuánto tiene que ver su padre en esta elección musical. Canta este sábado en el Auditorium,
“Es un concierto que responde a una nueva etapa, en la que estoy adecuando los sonidos a mi alcance vocal en lugar de lo que hacía antes, que era tratar de adecuar mi voz a la música”, aseguró Inés Estévez.
La multifacética artista se presentará con un show de jazz en formato de quinteto este sábado a las 21:30 en la Sala Astor Piazzolla del Teatro Auditorium, función que se enmarca en el ciclo Mujeres Cantoras y que programó el Instituto Cultural bonaerense.
“Estoy persiguiendo mi propia singularidad para adquirir más libertad, hay entrecruzamientos de géneros musicales diversos y todo es un poco más intimista y más divertido. Voy en formato Quinteto esta vez, agregué la guitarra que es un sonido típico de los albores del jazz”, contó la cantante y, a la vez, reconocida actriz.
Estará acompañada por los virtuosos Nataniel Edelman en piano, Ezequiel Dutil en contrabajo, Javier Martínez Vallejos en batería y Sebastián Valsecchi en guitarra. Juntos recorrerán la heterogeneidad más insospechada, desde standards tradicionales hasta reversiones de géneros populares y de otras extracciones, pasados por el tamiz del Jazz.
Estévez ingresó formalmente al mundo del jazz en 2015 y se lanza como solista en junio de 2017. Se presentó en los más importantes clubes y festivales de Jazz, teatros nacionales y giras por Uruguay y Argentina, y su disco “Nude” fue nominado a los premios Gardel como mejor álbum de jazz. Sus conciertos son una celebración de dicha vertiente musical y derivados: blues, swing, bossa y algunas versiones de otras extracciones, incluidas canciones en español.
-¿Por qué elegiste el jazz?
-El jazz me eligió a mí. Siempre cuento que mi padre fue un gran amante del género, tocaba instrumentos sin haber estudiado y cantaba jazz con un grupo de amigos. Yo asistía desde muy pequeña a esas tertulias y además en mi casa se escuchaba jazz todo el tiempo. Aprendí los standards de tanto escucharlos. Más tarde la vida me llevó por ese camino. Se abrió esa posibilidad y si bien no me sentía segura y comencé a hacerlo casi como un juego, finalmente se transformó en algo acabado y profesional.
-¿Qué sentís cuando describen como una de los mejores voces en este género?
-Pienso precisamente en mi padre y en lo orgulloso que estaría. Supongo que hubo cierta sorpresa entre la mayor parte del público, e incluso del mundo del jazz, porque era casi mi secreto mejor guardado. Me siento profundamente agradecida por ese reconocimiento. Personalmente sigo aprendiendo y educando la voz, ya que cuando comencé no tenía ninguna técnica. Soy tan autodidacta en la musica como en la actuación.
-¿Qué recuerdos vienen de la mano del jazz?
-Los de la infancia. Los de las tertulias y los asados del domingo al sol escuchando jazz, los de los anocheceres bailándolo con el viejo. Y luego mi primer ND solista y la grabación del disco en vivo, la gira interminable que hicimos por todo Uruguay en 2018, la bohemia de los clubes de jazz porteños, la festividad que habita en la gente cada vez que tocamos.
-¿Cómo conviven la actuación y la música en tu vida?
-Cantar es muy deferente a la actuacion, en el sentido de exposición, aunque parezcan similares. Hay una diferencia crucial que es el marco de la ficción. Cuando actuás, aunque sea en teatro que es un hecho vivo, estás protegida por la ficción. Cantar incluye mirar a los ojos al público, es una fiesta compartida, la comunicación es directa y en mi caso, lejos de protegerme tras un comportamiento impostado, elijo despojarme de todo artificio y mostrarme en toda mi vulnerabilidad, desacralizar y desolemnizar fue la herramienta que encontré para sentirme más cómoda en el escenario cuando canto.