Virginia Urquizu y Nuri Quinteiro integran el prestigioso Equipo Argentino de Antropología Forense. En un extenso mano a mano con LA CAPITAL analizan la importancia de su trabajo y cuenta cómo fue ponerle nombre y apellido a los soldados enterrados en el cementerio de Darwin.
por Natalia Prieto
np@lacapitalmdq.com.ar
“Soldado argentino solo conocido por Dios” era la leyenda impresa en 122 lápidas de las 230 que integran el Cementerio de Darwin, en las islas Malvinas. Allí descansan los soldados argentinos que no pudieron volver de la guerra. Hoy, gracias a un Plan de Proyecto Humanitario (ver recuadro), se logró identificar a 112 de esos argentinos y sus nombres reemplazan a la dolorosa frase.
El trabajo de reconocimiento de esos restos estuvo a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense, que logró “juntar ese cuerpo con ese nombre”.
Dos de las integrantes del prestigioso equipo, Virginia Urquizu y Nuri Quinteiro, estuvieron en la ciudad, donde dieron una charla para los familiares de ex combatientes y la comunidad en el marco de la muestra “Conexión Malvinas”. Allí mantuvieron un extenso diálogo con LA CAPITAL:
– Si bien tienen vasta experiencia, ¿cómo fue trabajar en la causa Malvinas?
– Urquizu: Es todo un tema. En 2013 comenzamos, cuando todavía no estaba firmado el Plan de Proyecto Humanitario, era una iniciativa y confidencial. Así que empezamos yendo a ver a familiares pero a la vez no podíamos decir nada públicamente. Les tomábamos las muestras a las familias sin saber si íbamos a poder ir a las islas a hacer el trabajo de exhumación. Pero fue el momento en que mayor cantidad de familiares visitamos por todo el país.
– ¿Cómo era la recepción de los familiares?
– Quinteiro: Era todo un tema, porque no sabíamos si íbamos a poder comparar los trabajos o no, si íbamos a poder terminar la tarea, aclarábamos eso, que estábamos trabajando en esa situación, pero que no tenía que ver con nosotros, ya que estábamos esperando que ambos países firmen el acuerdo. En general entendían, aunque hubo alguna que otra situación complicada.
– Urquizu: Le decíamos al familiar lo que estábamos haciendo, el tema era no hacerlo público, eso le explicábamos.
– ¿Cómo fue el procedimiento?
– Urquizu: Fuimos a las casas, hicimos las entrevistas en las provincias, con los formularios hechos por la Cruz Roja Internacional. Los mismos tenían que ver con la situación de la familia, sobre qué le pudo haber pasado a esa familia en el momento de la muerte del familiar; si hubo notificación del Estado; comunicación oficial; cómo quisieran que se recuerde al familiar; sí se lo está recordando como querían, todo lo que tuviese que ver con la demanda básicamente. Y después teníamos un formulario con datos específicos, que es lo que sirvió para corroborar con la información que se obtuvo de la exhumación.
– ¿Hubo gente que se negó?
– Urquizu: Algunas familias no quieren ser parte, pero son los menos.
– Quinteiro: Hubo otros que al principio se negaron y después se sumaron cuando se firmó el acuerdo, en una segunda etapa, cuando vieron que el trabajo era prolijo. Ahí muchos se animaron y dieron la muestra.
Expedición
– Una vez concluida la primera etapa, ¿viajaron a las islas?
– Urquizu: No fuimos a exhumar, si fuimos con las familias. Nuri el 26 marzo de 2017 y yo el último marzo. A la exhumación fueron tres compañeros nuestros, con un equipo internacional que armó la Cruz Roja con especialistas de diferentes países.
– ¿Y cómo fue el trabajo de exhumación?
– Urquizu: Una vez en el cementerio de Darwin, abrían una de las sepulturas, eran máximo 3 por día y ese mismo día se cerraban. Se armó un laboratorio ahí mismo, donde se trabajó con los análisis antropológicos de los restos, como el tema de la edad; la estatura; la ficha odontológica; si tenían algún tipo de lesión, compatible con situación de guerra; si tenían objetos asociados; si tenían identificación. Después se tomó una pieza dental y un fragmento de un hueso largo y eso fue al laboratorio de Córdoba.
– El proceso total, ¿cuánto tiempo duró?
– Urquizu: Unos tres meses, de junio a septiembre se trabajó en las islas. De septiembre a noviembre se hicieron las comparaciones, las muestras de sangre familiar ya estaban procesadas, ya había un perfil genético. Sólo hubo que mandar los restos óseos, llegar a un perfil de eso y esperar las comparaciones.
– Quinteiro: El 5 diciembre de 2017 empezamos a notificar, 88 informes, después se sumaron 2 más. La primera vez a las islas viajaron 107 familias.
– Si bien cada persona es un universo en sí misma, ¿cómo fueron las reacciones ante las notificaciones de identificación?
Urquizu: Fueron reacciones muy disímiles, normalmente una cosa de alivio, ya se veía corporalmente. Cuando le decías de la identificación del familiar era como algo uhhh, una cosa de alivio y de comenzar con el duelo interrumpido.
– De 122 NN identificaron a 112. ¿Cuál es el balance que hacen?
– Urquizu: Muy positivo. Se sabía que era un universo acotado, cerrado, había gente que falleció, había una cantidad de restos no identificados y pudimos trabajar. Sabíamos que íbamos a tener un buen número de identificados, pero no 112. Teníamos una buena representatividad de familias que fueron parte desde el principio. Ya quedan menos y menos familias para contactar. Hay dos o tres que no quieren, vamos a ver si llegamos a identificar a los 10 que quedan.
– ¿Y a comparación con otros casos, cómo lo consideran?
– Quinteiro: Es un resultado importantísimo, con un número muy bueno.
– Más allá de la cuestión forense, ustedes hacen un trabajo interdisciplinario. ¿Cuanta gente forma parte del EAAF?
– Quinteiro: Unas 70 personas, algunos están en el laboratorio de Córdoba, tenemos oficinas en Buenos Aires, en México, en Sudáfrica, en New York y somos un equipo interdisciplinario, con antropólogos, antropólogos forenses, historiadores, sociólogos, biólogos. En el equipo de Malvinas, de entrevistas participamos nosotros; gente de Derechos Humanos; del Centro Ulloa, que es de apoyo a las víctimas; de la Escribanía General de Gobierno y del Ministerio de Desarrollo Social.
– Urquizu: Hubo que hacer un seguimiento, empezaste con esa familia un proceso y hasta que no haya respuesta lo tenés que seguir.
– ¿Cuáles son los planes laborales de EAAF para este año?
– Urquizu: Estamos en México, Sudáfrica, en muchos países, tenemos compañeros que viajan. Estamos en México, en la frontera, trabajando con los migrantes, ahora con el nuevo gobierno se firmaron acuerdos para empezar a trabajar en ciertas zonas con más ímpetu.
– Quinteiro: En Sudáfrica el trabajo es constante. Trabajamos básicamente donde hay conflicto, muertes violentas, alguna guerra civil, violaciones a los derechos humanos, matanzas. En Argentina seguimos con los desaparecidos por la dictadura, hubo un relanzamiento de la campaña para recolectar más restos de sangre porque todavía tenemos más gente sin identificar.
– ¿Por qué es tan importante identificar a los NN?
– Urquizu: Me pasó haberlo visto en el cementerio de Darwin, tener la posibilidad de ver la concreción del trabajo y de que la familia obtenga el derecho, pueda cumplir el hecho de saber dónde está su familiar. Es el derecho humano a saber la verdad de lo que pasó, a saber dónde está. No se puede vivir sin saber dónde está enterrado ese ser querido.
– Quinteiro: Hubo familias que no querían dar las muestras, no les interesaba, porque decían que para ellos todos eran sus hijos, les daba igual si estaban en una u otra tumba. Creo que es un cambio, una cosa muy distinta. Pasó en viajes anteriores, que elegían una tumba y para ellos era esa. Cuando les contábamos dónde estaba su hijo o marido o novio decían ‘estuve en la de al lado o muy cerca’. Entendíamos cuando decían ‘todos son nuestros hijos’, pero tener un lugar donde llevar una flor, ver el nombre de la persona en la lápida, saber dónde está, es parte de su historia.
– Urquizu: Es devolverle la historia a esa persona. Hay que juntar ese cuerpo con ese nombre, eso hace que uno pueda empezar a reconstruir la historia también. Y es el aporte a lo que es nuestra historia reciente. Malvinas nos atraviesa de una y otra manera, es una historia muy reciente, es nuestra historia reciente y es necesario poner en valor eso.
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El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) es una entidad sin fines de lucro que surgió en 1984, luego de la última dictadura militar a raíz del pedido de justicia por parte de organismos de derechos humanos, familiares de desaparecidos y de ex detenidos por razones políticas.
En la actualidad, unas 70 personas trabajan principalmente en las oficinas en Buenos Aires (funcionan en la ex ESMA) y en el Laboratorio de Genética Forense en Córdoba, además de contar con personal colaborando en investigaciones en México y la creación de una escuela de capacitación forense en Sudáfrica.
Al día de hoy, el equipo recuperó en el país más de 1.300 cuerpos de desaparecidos, 750 de ellos identificados. También apoyaron en la búsqueda de desaparecidos en democracia como Luciano Arruga, en identificación de cuerpos del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en el caso Santiago Maldonado, en la investigación que llevó a la exhumación del cuerpo del hijo del ex presidente Carlos Menem y en casos de femicidios.
Nuri Quinteiros lleva trabajando en el EAAF 9 años y Virginia Urquizu 10.
– Una historia que unió a ingleses y argentinos y permitió conocer la identidad de 112 soldados