Destaca la humanidad que tuvo el cantante en la serie "Sandro de América", que terminó ayer por Telefe. Además, el actor regresa este fin de semana a la obra "Filomena Marturano" desde el escenario del Provincial.
El actor Antonio Grimau, quien fue uno de los tres Roberto Sánchez de la miniserie “Sandro de América” que finalizó ayer desde la pantalla de Telefe, consideró que su interpretación se centró en la hondura del popular cantante y no tanto en la cercanía física con el autor de “Rosa Rosa”. Una decisión que, narró, tomó el director del ciclo, el cineasta Israel Adrián Caetano y con la que acordó.
“Tuve una primera charla con Caetano y le planteé mis dudas acerca de que no tenía un parecido físico demasiado pronunciado con Sandro y él me dijo que no buscaba parecidos físicos, que para él eso era relativo, no era lo más importante, sino que lo más importante era transitar con la mayor verdad posible las situaciones del personaje”, indicó Grimau, quien este fin de semana volverá a Mar del Plata junto a Claudia Lapacó para interpretar la exitosa “Filomena Marturano matrimonio a la italiana”. Se la podrá ver el viernes, sábado y domingo.
Desde el escenario mayor del Teatro Provincial, la renombrada dupla actoral le pondrá el cuerpo a una historia que se convirtió en un verdadero clásico y que, desde su estreno en 1946, ya desarrollaron desde Sophia Loren en Italia a Tita Merello en Argentina, entre otras actrices.
“En Mar del Plata cumplimos dos años de funciones”, dijo el actor y reconoció que esa pieza, que tiene producción de Dany Mañas, se despedirá del público de manera definitiva este fin de semana en esta ciudad. “Claudia y yo tenemos otros compromisos”, adelantó.
No obstante, señaló que en estos dos años de trabajo disfrutó de la historia, cuyas notas centrales son el gran amor y el matriz de lucha de su protagonista femenina. “Es una comedia que tiene todos los condimentos para gustar al público, además se entronca con esta movida tan grande hacia la revalorización de la mujer, una justa revalorización de la figura femenina en la sociedad, de modo que eso hace que la pieza tenga una vigencia enorme y una frescura que le permite atravesar el tiempo”, agregó.
“Inalcanzable”
-Si bien usted no tiene un gran parecido físico con Sandro, sí logró una comunicación gestual muy similar a la de Sandro.
-Porque me documenté mucho con videos. Por suerte hay muchos reportajes en los que se muestra muy espontáneo y muy natural. Y también la lectura del libro de su vida que escribió Olga Garaventa y en el que da un perfil muy definido del hombre y del artista. Igual que el libro que escribió Graciela Guiñazú, en el cual está basada la miniserie. Esos libros me ayudaron a componer un personaje que no es de ficción y que, por momentos, se vuelve inalcanzable. Hubiera sido una misión imposible retratarlo intentado el camino de apropiarse del ídolo, del mito.
-¿Qué lo sorprendió de la vida de Roberto Sánchez?
-Más allá de toda parafernalia a su alrededor fue un hombre, con sus aciertos pero finalmente un hombre sensible y muy hondo. Investigándolo también descubrí un Roberto Sánchez que yo desconocía, un señor de una cultura muy amplia, de una espiritualidad muy profunda, inclusive con un grado de misticismo muy profundo, un ser religioso. Tuvo un montón de aristas en su personalidad que yo desconocía por completo.
-Resultó muy gráfico a la hora de entender sus crisis el encuentro que se produjo entre los tres Sandros, el joven, el maduro y el mayor.
-Esa fue la impronta de Caetano, su estética y su fantasía, tiene un gran talento, es una gran manera muy gráfica de reflejar los conflictos que tenía entre el hombre y el personaje que él mismo creó y que casi se le vuelve en contra, porque le impide una vida, como él dice, tranquila, en paz, como la de cualquier ciudadano. Sin embargo, llega un punto en el que casi no podía caminar por la vereda de su casa. Es cuando su creación, el fenómeno que es Sandro, se le vuelve en contra.
-Con Gilda, con Sandro ¿hay un rescate de las figuras de la música popular? ¿Una mirada menos prejuiciosa?
-Sí, son casos aislados. Yo diría que hay una revalorización de estos artistas, sobre todo poniendo el acento en su humanidad. Por un lado el fenómeno de su popularidad y de la idolatría que han despertado y por el otro apuntando a que detrás de esos grandes fenómenos populares y de multitudes hay finalmente una mujer, en el caso de Gilda, muy frágil y en el caso de Sandro no diría que frágil por su empuje como artista y su llegada entregando absolutamente todo, pero fue frágil en su intimidad. Si uno puede bajar del bronce a estos artistas tan populares realmente se encuentra con vidas muy ricas desde el punto de vista dramático.