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Historias de vida: Los primeros egresados de medicina de la UNMDP

Egresaron los primeros graduados de la Escuela Superior de Medicina de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP). Sus historias de vida son parte de la historia de la Universidad, por eso dialogamos con ellos para conocer cómo viven esta última instancia.

Se trata de más de 80 estudiantes que tras rendir un examen de competencia clínica se convertirán en los primeros médicos formados por la educación pública en la ciudad.

Cuando se inició la carrera, en 2017, entraron 1759 estudiantes y en este momento hay más de la mitad en carrera, pero estos 89 son los que llegan en tiempo y forma. Desde Portal Universidad nos comunicamos con tres de los alumnos de esta primera cohorte para hablar de su trayecto durante los últimos 6 años y que los llevó a esta elección profesional.

Valentina Bosch

Valentina proviene de una familia numerosa, compuesta por sus padres y sus cuatro hermanos. Sus papás vivían en el campo cuando nació su primer hijo, y luego de eso decidieron mudarse a la ciudad de Mar del Plata. Su padre se encargaba del campo y su madre es maestra jardinera. Al ser la menor, tuvo el ejemplo de sus hermanos mayores, ya que todos fueron la universidad. Esto tuvo mucha relevancia para su historia: poder vivenciar el camino de cerca, pero sin ser parte aún.

Cuando terminó el colegio secundario tenía el deseo de estudiar medicina, pero la propuesta educativa aún no existía en Mar del Plata, por lo que estudió un año la Licenciatura en Terapia Ocupacional. Sin embargo, cuando se anunció la apertura de la carrera en la Universidad Nacional de Mar del Plata, no dudó: “Con la posibilidad de estudiar en la cuidad, sumado a los rumores que se corrían sobre el plan de estudios y una currícula con mayor inclinación en aspectos sociales de la medicina me anoté”.

De esa manera inició el curso de ingreso, en febrero del 2017. “Éramos muchísimos y había mucha diversidad de edades, profesiones, mucha gente que ya había estudiado algo y muchos que habíamos abandonado lo que estudiábamos para sumarnos a este proyecto educativo” comentó Valentina.

“Al principio estábamos todos desconcertados, nos sentábamos en ronda y trabajábamos en grupo la mayoría de las clases. Luego fuimos entendiendo que era importante aprender a trabajar con un otro diferente y que así el aprendizaje era más significativo” explicó Valentina sobre sus primeros años.

Sobre su trayecto en la carrera, Valentina trabajó en un local de ropa los primeros años de carrera. Pero, posteriormente tuvo la posibilidad de dejar de hacerlo para poder enfocarse totalmente en sus estudios, “veía día a día como muchos compañeros mantenían sus trabajos y eran jefes de familia. Para mí fue importante ver a esas personas y su esfuerzo”.

En su experiencia, la Escuela Superior de Medicina siempre fue una cuestión grupal muy fuerte. El acompañamiento es muy necesario, y entre docentes y pares siempre se ayudaron para progresar año a año y sortear las dificultades como el cansancio, la carga horaria, las largas bibliografías, entre otras.

Durante su trayectoria, Valentina se interesó por actividades de docencia, investigación y extensión universitaria: “Fueron un gran condimento en la formación y me permitieron también poder ir proyectándome en los espacios que me gustaría ser parte el día de mañana”. En ese sentido fue estudiante adscripta en distintas unidades de aprendizaje, como el taller de ingreso y “Tamizaje y Ciencias del Diagnóstico” e integrante de grupos de investigación como “La escuela va al barrio”, entre otros.

Este sábado es una de las estudiantes que planea recibirse y sus planes son continuar con sus estudios. “Hacer una residencia para tener una especialidad, también seguir en la docencia y proyectarme para poder ser docente de la ESM en el futuro”.

Andrés Di Terlizzi

Andrés Di Terlizzi tiene 33 años y es otros de los estudiantes de la primera cohorte próximo a recibirse. Oriundo de la ciudad de Mar del Plata, es el primer integrante de su familia que puede acceder a estudios superiores. Su padre es profesor de folklore y su madre empleada doméstica.

Su historia es particular, porque antes de ingresar a la ESM él ya había hecho un recorrido por la carrera. Había estudiado en la Universidad de Buenos Aires (UBA), hasta 2do año de medicina. Motivos económicos lo obligaron a retornar a la ciudad y por eso fue una gran sorpresa cuando se abrió la carrera en la UNMDP, algo que no tenía en sus planes. “Me dio la posibilidad de estudiar la carrera que tanto amo”, dijo Andrés.

Pero la localización no fue el único motivo que convenció a Andrés de inscribirse: la mirada de la escuela tuvo una influencia significativa. “La esencia es más humanística y no tan biológica como en otras universidades. Y también tiene una currícula muy distinta, muy integral. Se ve más la salud y no tanto la muerte”.

El amor por la profesión es algo que trae desde niño, “siempre tuve la noción de querer ser médico, de ser profesional de la salud. Creo que no elegí la carrera, sino que la carrera me eligió a mí” dijo Andrés.

Su trayectoria estuvo marcada principalmente por la ayuda y el apoyo de su familia, amigos, compañeros y pareja. “Tuve la posibilidad de hacer la carrera prácticamente en el tiempo que está diseñada que son 6 años, todo gracias a la ayuda y apoyo que me dieron”.

Algo que resalta Andrés es que es muy difícil hacerlo mientras uno trabaja, “priorizar las horas de estudio por las de trabajo a veces es un dilema”.

Más allá de las horas de estudio, cursada y prácticas invertidas, Andrés cuenta que existen las ganas de querer participar en actividades de extensión y ayudantías, “están buenísimas y te ayudan un montón a crecer como profesional, porque son actividades que por ahí no están en los libros”.

Sus planes a futuro incluyen entrar a realizar la residencia. En su caso, está decidido por especializarse en psiquiatría y le interesaría hacerlo en el hospital interzonal de Mar del Plata. Y además no descarta entrar a la docencia en la ESM, “es un lugar muy lindo y copado y está bueno brindar lo que uno sabe para los próximos colegas”.



Daiana Wesolowski

Daiana es oriunda de La Matanza. Su padre nació en Italia y de bebé se vino a vivir a la Argentina, mientras que su mamá es oriunda del país. Los dos trabajaron toda la vida en su local de ropa de cuerpo, de producción propia. Su papá no terminó el secundario y su mamá sí, pero no siguió estudios universitarios. Tiene dos hermanos, uno de los cuales es contador, y una que no estudió. Su caso es particular porque, antes de iniciar medicina, ya ejercía su primera profesión elegida: profesora de educación física.

Daiana trabajó como profesora durante mucho tiempo en su ciudad natal. Pero a medida que pasaba el tiempo sintió el deseo de seguir estudiando. Fue así como llegó al CBC de la Licenciatura en Nutrición. Allí se dio cuenta que en realidad lo que quería estudiar era medicina. En ese momento tenía 24 años, y aunque el CBC era el mismo para ambas carreras, no se animaba a hacer el cambio porque consideraba que ya era grande para hacerlo. “En el medio yo lo hablo con mi novio, y el un poco me empuja para que haga lo que realmente quería que era medicina. Así que empiezo el CBC y el primer año de medicina en la UBA”.

Pero la vida la trajo a Mar del Plata, cuando su novio tuvo una oportunidad laboral en la ciudad. “En 2016 aproximadamente en octubre nos mudamos. Yo estaba muy convencida de que la universidad pública era el camino que quería seguir, así que la privada nunca fue una opción para mí. Entonces esperé, y justo se dio la casualidad de que unos meses después de haberme mudado se abrió la carrera de medicina en la UNMDP”. De esa manera se anotó, pero tuvo que empezar de 0, ya que lo que había hecho hasta primer año no estaba contemplado.

En ese trayecto se cruzó con mucha gente que la intentó desalentar “me decían que ya estaba grande o que me dedicara a ser profesora, que por qué iba a empezar una carrera tan grande si ya tenía una profesión y podía dedicarme a eso…. creo que lo mejor que hice fue no escucharlo y apoyarme en personas como mi novio o algunos familiares que me dijeron que haga lo que quería hacer y que nunca es tarde para estudiar” dijo Daiana. Entonces empezó, y nunca volvió a ejercer como profesora de educación física.

Su trayecto tuvo altos y bajos, pero pudo realizarlo en los 6 años que estipula el plan de estudios. “No es fácil ser de la primera camada de algo tan importante como la carrera de medicina de una universidad de una ciudad tan grande como Mar del Plata. Una carrera en formación, tiene sus errores como cualquier que está hace muchos años. A veces es difícil, pero sabemos que todo después de nosotros va mejorando un poquito más. Tiene sus pros y contras, hoy prefiero y veo los pros y lo lindo, me quedo con eso” comentó Daiana.

Además, resaltó la importancia de tener un grupo de personas que la apoyen y le permitan seguir adelante, “fueron muchas horas invertidas, mucho estudio de noche, mucho apoyo. Se necesita, es inevitable, es necesario tener una red, uno necesita de gente que apoye y motive. No me puedo quejar porque tuve un gran sostén al lado mío, que me posibilitó llegar hasta donde llegué”.

Su futuro incluye seguir estudiando para, como primera meta, rendir el examen único: un examen a nivel nacional para acceder a un cargo de residencia. Daiana está interesada en hacer la residencia en anestesia tanto en el sector privado como en el sector público: “En el caso del público solo hay dos cargos para anestesia en el hospital interzonal, así que es difícil. Hay que sacar un buen puntaje sumado al promedio, pero mi objetivo es quedarme en la ciudad y seguir trabajando en Mar del Plata. Así que espero, deseo y voy a trabajar para que eso suceda”.

“Estoy segura que las residencias en Mar del Plata ahora van a estar llenas de mis compañeros y eso me pone muy feliz y orgullosa” dijo Daiana.



Bianca Roca

Bianca es de la ciudad de Mar del Plata, hija de artesanos. Sus padres son del interior del país, su papá de Tucumán y su mamá de Río Negro. Los unió el venir a estudiar a la UNMDP, pero nunca terminaron sus carreras elegidas.

Bianca cuenta que eligió la carrera porque “conjuga dos cosas que me gustan hablar con la gente, y las ciencias naturales. La posibilidad de usar el conocimiento para crear hábitos saludables y ayudar es algo que me encanta”. La elección de la ESM vino por la trayectoria y reconocimiento que tiene la UNMDP y para ella nunca fue opción viajar a otra ciudad.

Sin embargo no estuvo libre de obstáculos: Bianca vive en la zona de Valle Hermoso, en el campo. Por eso los días de lluvia le complicaron la continuidad de sus estudios, pues se anulaban los caminos por los que si o si debía transitar. La pandemia que le tocó atravesar en medio de la carrera hizo que tuviera que pasar a la virtualidad, y en su zona la poca conectividad también fue inconveniente que sortear. “Además se suma que tuve que viajar a Villa Gesell durante unos meses para hacer la práctica profesional obligatoria, vivía en la semana allá y volvía los fines de semana”.

Desde antes de empezar Bianca sostuvo sus gastos con su emprendimiento de perfumes, que fabrica ella misma.

A futuro proyecta seguir con la residencia y posterior especialización, “oftalmología me gusta”

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