La carrera se decidió en la largada. El inglés le arrebató a su coequiper el primer lugar y luego manejó a su antojo.
La voracidad y el inconformismo le reportaron ayer al inglés Lewis Hamilton (Mercedes) su quinta victoria en el Gran Premio de Hungría, acompañada, esta vez, del suculento premio de liderar el Mundial de Fórmula Uno con seis puntos de ventaja sobre su coequiper Nico Rosberg.
Por quinta vez en las seis últimas pruebas del campeonato, el británico lanzó al cielo el trofeo que le acredita como vencedor. A esa repetida celebración sobre el primer cajón del podio agregó ayer una mayor euforia: ganar en Budapest le permitió rebasar los cuatro triunfos del alemán Michael Schumacher, con quien compartía el récord histórico de victorias en la capital húngara, y asumir el liderato del Mundial con una conducción absolutamente dominante.
“He sido capaz de gestionar los neumáticos, el coche, la distancia y de reaccionar cuando era necesario. Doblar me ha causado algunos problemas, pero he mantenido todo en su sitio”, explicó en rueda de prensa el tres veces campeón del mundo de Fórmula Uno.
Hamilton reivindicó su favoritismo a un tercer título consecutivo al adueñarse de una primera posición que le había sido ajena durante la primera parte de la temporada. De hecho, el inglés llegó a tener una desventaja de 43 puntos con respecto a Nico Rosberg, su compañero y principal rival por el título.
Al circuito Hungaroring llegó con una diferencia de un punto. Ayer la dinamitó con una brillante salida. Esa acción resultó suficiente para imponerse en una carrera estratégica y para festejar la conquista número 48 de su historial.
Con ese hito confirmó la reacción que comenzó en Mónaco, en la sexta prueba del campeonato, y que prosiguió en Canadá. En Bakú se reencontró con la victoria Rosberg -vencedor de las cuatro primeras pruebas del curso- pero las dos anteriores citas del calendario, en Austria y Gran Bretaña, fueron dominadas igualmente por el inglés.
Ayer volvió a negar una victoria a su compañero de equipo. También acalló las voces que presentaban a Red Bull como alternativa al dominio de las flechas plateadas. Ni el australiano Daniel Ricciardo, tercero, ni el holandés Max Verstappen, quinto, tuvieron opciones reales de victoria. Incluso el alemán Sebastian Vettel (Ferrari), cuarto, combatió con el equipo de la bebida energética.
Con 52 grados centígrados sobre el asfalto, la temperatura más alta del fin de semana, la gestión de los neumáticos resultó fundamental para el desenlace del undécimo Gran Premio del curso. Y a eso se dedicó Lewis Hamilton tras hacerse con la primera posición antes del paso por la curva número 1. Ahí se mantuvo durante una carrera que dominó a su antojo, para desespero de Nico Rosberg.
“Mi objetivo era ganar pero perdí todas mis opciones en esa curva. Toda la carrera se decidió en la salida”, lamentó en rueda de prensa el piloto de Wiesbaden, de 31 años. Pese a que su segundo puesto le costó el liderato del Campeonato del Mundo, el germano recalcó que todo sigue “estando apretado”. “Todavía queda mucho por delante. La próxima semana compito en casa y voy a intentar ganar”, advirtió.