Fue uno de los programas de televisión con mayor popularidad y permanencia en pantalla. Se ganó un lugar en los hogares de millones de argentinos.
por María Alicia Alvado
Hubo un tiempo en que la tarde televisiva de los domingos tenía un solo nombre, en que expresiones como “el cofre de la felicidad” o “¡la cinta, Gonzalito!” eran moneda corriente cuando egresar del secundario implicaba también debutar en cámara para competir por el ansiado viaje a Bariloche: y todo eso gracias a un programa único que se mantuvo 28 años casi ininterrumpidos en pantalla y de cuya última emisión se cumplen diez años.
Se trata de “Feliz Domingo”, esa maratónica estudiantina de entre cinco y hasta doce horas de duración -según las temporadas- que se emitió por Canal 9 entre 1970 y 1998, con la conducción de Orlando Marconi primero y de Silvio Soldán después.
Tras un parate de 7 años, el programa se reincorporó a la grilla del ex canal de la palomita en 2005 con la conducción de Carla Conte y David Kavlin, pero ya nada fue igual y al año siguiente hubo una nueva despedida.
“El formato surgió por generación espontánea”, contó a Télam Silvio Soldán, quien estuvo al frente del ciclo nada menos que 25 años y hoy reparte su tiempo entre la conducción de “Volver pregunta”, la animación de espectáculos de tango y la realización de “remakes de Feliz Domingo” para eventos.
“Con Orlando Marconi hacíamos un programa de juegos con público al que iban jubilados para pasar el rato y llevarse algún premio, pero un día apareció un grupo de más de 20 chicos que armaron un revuelo fantástico”, contó.
Y como a la semana siguiente aparecieron otros dos grupos similares, los conductores intuyeron que allí había una veta nueva para explotar: bastó que los adolescentes contaran que buscaban ganarse el premio mayor -un auto usado- para hacerlo dinero y pagarse el viaje a Bariloche, para que se les prendiera la lamparita y, junto a Alejandro Romay, crearan “Feliz Domingo”.
Con el tiempo, el programa se transformó en un verdadero éxito televisivo, con picos de hasta 40 puntos de rating y la participación de promociones de escuelas secundarias de todo el país.
“Los chicos querían participar por el solo hecho hacerlo; tal es así que en varias oportunidades vinieron colegios de Bariloche a pesar de que el premio era un viaje a esa ciudad”, contó.
En su libro “TV Manía”, Luis María Hermida y Valeria Satas describen al programa como el “hijo bastardo de un romance prohibido entre ‘La Feria de la Alegría’ (1962-1972) y ‘Justa del saber’ (1958-1975)”, y al rol de Soldán como “una mezcla rara de rector bonachón y padre canchero”.
Con algunos cambios según las temporadas, el alma de “Feliz Domingo” eran las delegaciones de los 24 colegios en competencia por hacerse acreedores de la única llave capaz de abrir el cofre de la felicidad y de desatar la algarabía generalizada, a la que Soldán se sumaba con su famoso “saltito”.
Previo a eso, los cursos tenían que sortear prendas como el “yo sé”, “básquet siamés”, el “ping pong de preguntas y respuestas”, “el repechaje” y “camino al Oscar”, entre otras.
El co-conductor del ciclo durante 10 años, Jorge Formento, asegura que el programa fue para él una bendición.
“Al principio lo tomé como un programa más y me agarró de sorpresa la repercusión que tuvo, porque no tenía conciencia del rating que permitió que la gente me conociera y me tratara como parte de la familia”, contó.
Una oportunidad de dimensionar el fenómeno eran los viajes al interior para conducir eventos, en pleno suceso.
“En esa época era natural que nos fueran a esperar al Aeropuerto, que nos llevaran a ver al gobernador o al intendente porque ellos nos querían conocer o estar en un lugar y que afuera cortaran porque había un montón de gente que se quería sacar una foto o pedir un autógrafo”, dijo.
Pero si de repasar las anécdotas más jugosas se trata, nadie mejor que Soldán, quien es capaz de recordar en detalle aquella ocasión cuando se desató una batalla de tortas de cumpleaños en el corte comercial, el chiste que molestó a la dictadura e hizo que durante un tiempo el programa saliera grabado, o cuando el padre de unos de los chicos sufrió un infarto y su muerte fue grabada accidentalmente por las cámaras del programa.
Con el tiempo, el ciclo fue adquiriendo un lenguaje propio que iba surgiendo del diálogo entre el conductor y los participantes, como las expresiones acuñadas por Soldán: “¡La cinta, Gonzalito!”, “30 segundos, sin repetir y sin soplar”, “un programa hecho con… amor” y “con la muesquita para abajo”; o las creadas por los estudiantes, como el reclamo “¡los dos a la final!”, “gracias a los profesores que nos cedieron las horas” y “¡no nos esperen porque de acá nos vamos a festejar!”.
El programa quedó tan grabado a fuego en la memoria colectiva que hoy Soldán se puede dedicar, entre otras cosas, a realizar la “remake de Feliz Domingo para tu evento”, un show de una hora de duración para nostálgicos, que incluye prendas de preguntas y respuestas, el cofre de la felicidad y la participación del escribano.
“Hago entre cuatro y ocho eventos de Feliz Domingo por mes y funciona muy bien”, concluyó el conductor, “Lo único que exijo es que no se le anuncie a nadie que yo voy porque el factor sorpresa es fantástico. Hay una frase que dice: la nostalgia siempre está de moda, y es absolutamente cierto”.
Los famosos que pasaron
Entre los más de 580 mil estudiantes secundarios del último año que participaron de Feliz Domingo en alguno de los 1.456 programas emitidos entre 1970 y 1998, algunos estaban destinados a ser famosos como la cantante, actriz y bailarina Elena Roger o los conductores radiales y televisivos Andy Kusnetzoff y Mario Pergolini.
Según puede verificarse en un video que circula en YouTube -de cuya autenticidad daría cuenta ella después- Roger participó de Feliz Domingo en 1992 y tuvo sobre sus espaldas la responsabilidad de representar a su colegio tanto en la prenda “Yo sé” como en “el cofre de la felicidad”, que se abrió sin más cuando introdujo su llave.
“Elenita de Barracas”, como la llamaba el co-conductor Jorge Formento, ganó la prenda cantando un fragmento a capella de la “La Sonnambula” de Bellini y lo hizo tan bien, que cuando después volvió a encontrarla la última prueba, Silvio Soldán volvió a felicitarla por su performance.
“¡Qué bien cantó, que bien cantó en el ‘Yo sé’! ¡Estuvo sensacional! Felicitaciones, me pareció fantástico lo que hiciste!”, le dijo a una eufórica pero impaciente Roger que lo único que parecía querer era irse festejar con sus compañeras. La joven agradeció tímidamente, antes de contar, como al pasar, que ya llevaba tres años estudiando en un conservatorio.
Y cuando Soldán la volvió a demorar con la pregunta “¿Es tu vocación real esa? Porque estás re bien orientada…”, ella, con toda naturalidad, contestó “No sé, ¡a lo mejor!”
Apenas catorce años después, Roger se haría internacionalmente conocida por haber sido elegida por Andrew Lloyd Weber para interpretar el papel principal en el musical “Evita”, en el reestreno de la obra en Londres y Nueva York.
En tanto, el paso de Andy Kusnetzoff se dio a conocer hace dos años en el contexto de su participación en la telenovela “Graduados”, cuando el personaje que encarnaba en pantalla recuerda su paso por Feliz Domingo junto a un amigo, mientras miran un VHS real donde quedó registrado el momento.
“Me daba mucha vergüenza que se vieran esas imágenes, pero como iban a salir dentro del contexto de Graduados, me pareció que estaba bien”, contó por entonces en su programa radial.
En el caso de Mario Pergolini, es el propio Soldán quien contó la anécdota, en diálogo con Télam: “Mario es una cosa curiosa, porque él es el referente del rock and roll y ganó la prenda ‘¿Qué sabe usted de tango?”, recordó.
Télam.