Situada en un pueblo de la costa argentina, la historia es una cuidadosa construcción de un deterioro que acaba por ser una metáfora distorsionada del espíritu de nuestro tiempo. Un adelanto del libro que saldrá en abril.
El escritor argentino Guillermo Saccomanno ha sido galardonado con el Premio Alfaguara de novela 2025, dotado con 175.000 dólares (170.000 euros, aproximadamente), una escultura de Martín Chirino y la publicación simultánea en todo el territorio de habla hispana, por la obra “Arderá el viento”, presentada con el título “Vendrá el fuego” y bajo el seudónimo de Jim. El jurado ha declarado ganadora la novela por unanimidad. La novela estará a la venta en librerías en abril.
En esta convocatoria se han recibido 725 manuscritos, de los cuales 322 han sido remitidos desde España, 93 desde Argentina, 110 desde México, 89 desde Colombia, 38 desde Estados Unidos, 27 desde Chile, 25 desde Perú y 21 desde Uruguay.
El jurado, presidido por el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, y compuesto por los escritores Leila Guerriero y Manuel Jabois; la directora de cine y guionista Paula Ortiz, la escritora y dueña de la librería La Mistral (Madrid), Andrea Stefanoni, y la directora editorial de Alfaguara, Pilar Reyes (con voz pero sin voto), ha destacado en “Arderá el viento”: «Es la historia de una degradación, de un descascaramiento agónico que poco a poco deja a la vista las miserias del cuerpo social. Expuesta al influjo de los Esterházy, la extraña villa costera argentina deja aflorar la oscuridad que circula por sus zonas subterráneas, como si los visitantes fueran una piedra de toque maligna que lograra sacar a la luz la verdadera naturaleza de los personajes. Escrita en un estilo parco y de una rara intensidad, la novela es la cuidadosa construcción de un deterioro que, aunque transcurra en un país específico, acaba por ser una metáfora distorsionada del espíritu de nuestro tiempo».
La novela tiene como protagonistas a los Esterházy, una pareja excéntrica sin un pasado claro, que llegan a un pueblo de la costa argentina y comienzan a regentar un antiguo hotel. Estos dos seres (y sus dos hijos, una niña y un niño más inquietantes y enigmáticos que ellos) producen el efecto de una partícula enfermiza que se introduce en las grietas de una sociedad pequeña y arrasa con su dinámica cotidiana, aparentemente calma. La pareja resulta ser un amplificador de los prejuicios, los deseos ocultos, las supersticiones, los temores y la violencia larvada en muchos de los habitantes del pueblo.
Guillermo Saccomanno.
Guillermo Saccomanno (Buenos Aires, Argentina, 1948) se dedicó durante años a la publicidad y al guion, colaborando con editoriales españolas, inglesas, italianas y norteamericanas. En 1979 publicó el libro de poemas “Partida de caza”, y en 1984 se estrenó en narrativa con la novela “Prohibido escupir sangre”, a la que siguieron “Situación de peligro” (1986; Premio Club de los XIII); “Roberto y Eva” (1989); “El buen dolor” (1999; Premio Nacional de Letras); la trilogía sobre la violencia política formada por los libros “La lengua del malón” (2003), “El amor argentino” (2004) y “77” (2008; Premio Dashiell Hammett), que tuvo un gran éxito de crítica y público; “El pibe” (2006); “El oficinista” (2010; Premio Biblioteca Breve); “Un maestro” (2011; Premio Rodolfo Walsh); “Cámara Gesell” (2012; Premio Dashiell Hammett); “Terrible accidente del alma” (2014); “Amor invertido” (2015) y “Los que vienen de la noche” (2018), ambas en colaboración con Fernanda García Lao; “Soy la peste” (2020), y “Mirlo” (2024).
Algunos de sus relatos han sido llevados al cine y han aparecido en varias antologías, y en 2023 su narrativa corta fue compilada en “Cuentos reunidos”. Además de los mencionados, ha recibido los premios Municipal de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires de Cuento, Revista Crisis de Narrativa Latinoamericana y Konex de Platino 2014. En la actualidad dirige un taller de narrativa y colabora con el diario Página/12.
Nosotros
El cadáver amanecerá en un barrial del sur, cinco impactos de 9 mm. No nos vamos a poner a detallar dónde le acertaron los balazos, si en el pulmón izquierdo, en el hígado, donde sea. Detallar los impactos no aclara demasiado el asunto. Nadie vio nada. Pero la sangre está. No nos hagamos los que no vimos. Siempre alguien vio. Y pudo ser visto viendo. Somos pocos en esta Villa y nos conocemos, las malas noticias circulan antes que la radio, la tele y el periódico. Y si se raspa un poco, se encontrarán conexiones entre el asesinato y los integrantes de las fuerzas vivas. Nosotros nos repetimos, es cierto, hay historias que adquieren protagonismo un tiempo y después las reemplazan otras y el olvido. Y cada una, toda una novela. Por ejemplo, el Hotel Habsburgo. Si unas cuantas vidas se encuentran ligadas con él tal como se las recuerda, es a través de Moni, la dueña que surfeó con una elegancia sensual algo anticuada, pero que en ella era estilo. Sexo, dinero, traición, asesinatos, corrupción tuvieron que ver tácitamente con ella, Moni, quien asumió todo el tiempo una inocencia digna de una esposa fiel, madre abnegada y, aureolándola, la fama de poeta del pueblo. También habría que tener en cuenta a su cónyuge, el conde Esterházy, el noble húngaro obsedido por la tela en blanco, que la iba de artista maldito, alcohólico y timbero perdido, capaz de venderle el alma al diablo si ya no lo había hecho en la época de estos sucesos. Y los vástagos de ambos, el casalito, yunta freak que no puede pasarse por alto; el pibe estrábico, víctima en la escuela, que habría de convertir la humillación en una alquimia de estrambóticas ideas terroristas y desprecio a los seres humanos que intentaría llevar a la práctica. A su lado, inseparable, Aniko, su hermana escuálida y lánguida, aficionada a un espiritualismo orientado por el I Ching, que emplearía como oráculo para explicar su destino a quien la consultara. Jardinero, albañil, carpintero, mayordomo, custodio, amante, al grupo debe sumársele Tobi, el ladero enamorado de su patrona, dotado como un burro. Además están los funcionarios municipales, dicen, Greco, el intendente, Damonte, el secretario de Planeamiento, siempre cuestionados por conflictos vinculados con las coimas y las influencias, los enjuagues del Concejo Deliberante, y sus respectivas familias. Y no dejaremos afuera a Nancy, la doméstica de confianza de los Greco, dueña de su intimidad, sus secretos. A quienes no se puede apartar es a los policías, entre los que se destacan el comisario Barroso, con sus métodos herederos de la represión de la dictadura. Si se buscan conexiones directas o indirectas entre Moni, más tarde escritora libertina, émula de Wilhelmine Schröder-Devrient, y no será necesario hurgar mucho entre sábanas arrugadas para comprobar que los chismes, al igual que toda mitología, deben disponer de una resaca de verdad. Y ahí tenemos, entre otros, al polaco Tomasewski, el ferretero tan atribulado como su hija pianista, condenada a la frustración de sus aspiraciones artísticas. Incluyamos a Dulce, la jipona viuda cosechadora de cannabis, la flor más pegadora de la Villa y su empleo aceitero. No puede faltar en esta trama Dante, el veterano redactor de El Vocero, pasquín semanal, redundante decirlo, que da cuenta de todas las voces de nuestra comunidad. Y no olvidemos a Virgilio, su remisero amigo que lo traslada por nuestro infierno de una conferencia de prensa a una escena del crimen o, clandestino, a los encuentros con su amante a la hora de la siesta. Subimos la mirada al cielo nublado, no clamando por su ayuda, sino por la intriga que nos despierta esa avioneta que otra vez sobrevuela la Villa y aterrizará en el aeródromo que está cerrado en invierno pero, no obstante, hay unas cuatro negras esperando. Y volviendo, del mismo modo que podríamos seguir ampliando este casting, podríamos seguir conjugando hipótesis sobre las razones del cadáver fusilado, la sangre que termina chupada por la arena. Bienvenidos, como prometía el fundador de nuestra Villa, al balneario que se recomienda de amigo a amigo.