Se impuso por tres puntos a Raverta, del Frente de Todos. Más atrás, con 11%, quedó Pulti. Cuarto quedó Bonifatti y Arroyo, quinto, en la peor elección para un intendente en busca de la reelección.
Por Ramiro Melucci
Lo que otros no pueden lograr en una vida le llevó apenas dos años a Guillermo Montenegro: regresó a Mar del Plata, su ciudad natal, hizo una campaña sin tregua y consiguió en las elecciones de ayer una victoria estrecha pero resonante que lo depositará el 10 de diciembre en la intendencia.
Con más del 90% de las mesas escrutadas, el candidato de Juntos por el Cambio obtenía anoche el 40,6% de los votos y le sacaba tres puntos de diferencia a Fernanda Raverta, del Frente de Todos, que llegaba a 37,5%, en los comicios más reñidos en la ciudad tras la vuelta de la democracia.
Nada hubiera sido posible sin el respaldo del aparato oficialista, que lo llevó a ser el candidato de María Eugenia Vidal y Mauricio Macri, que ayer superaron en esta ciudad a Axel Kicillof y Alberto Fernández, el gobernador y el presidente electos.
“Hemos ganado”, anunció Montenegro después de las 23.30, sin que Raverta hubiera reconocido la derrota. La candidata del Frente de Todos dijo que estaba “un puntito” abajo y que iba a esperar hasta que se conociera el resultado de “la última urna”.
En tercer lugar quedó el candidato de Acción Marplatense, el ex intendente Gustavo Pulti, que no logró pasar por medio de la grieta y solo consiguió 11%, siete menos que en las PASO, con lo que igualmente logró mantener la representación de su partido en el Concejo Deliberante.
En el lote de abajo, Santiago Bonifatti, de Consenso Federal, consiguió 4%, por encima del intendente Carlos Arroyo (3,8%), que rompió un récord: fue el intendente que intentó la reelección que menos votos sacó. En cuatro años, los votos se le esfumaron de manera dramática: en 2015 había ganado con 47%.
Más atrás quedaron el candidato del Frente de Izquierda, Alejandro Martínez (1,8%) y la del Frente Nos, Marisa Zizmond (1%).
Montenegro no tendrá una tarea sencilla. Deberá gobernar el distrito con un gobernador y un presidente de otro signo político. En la campaña ya se había tratado de anticipar a este panorama, al recordar que ya lo había hecho cuando fue ministro de Justicia y Seguridad porteño de Macri y el kirchnerismo gobernaba el país.
Los resultados le permitieron a Juntos por el Cambio incorporar cinco concejales: Nicolás Lauría, Liliana Gonzalorena, Alejandro Carrancio, que renueva su mandato, la radical Marianela Romero y el ex funcionario arroyista Agustín Neme. Un número que no le permite sumar una mayoría propia, pero sí acercarse si se suman los otros cinco ediles que no concluyen su mandato en diciembre.
El Frente de Todos también logró cinco bancas: ingresarán Vito Amalfitano, Marina Santoro –que renueva–, Roberto Páez, Sol de la Torre y Roberto Gandolfi. Las otras dos se las quedó Acción Marplatense (entrarán Horacio Taccone y Paula Mantero).
La grieta reflejada en las urnas quedará estampada en el Concejo, donde las fuerzas principales tendrán representaciones parejas, de diez concejales cada uno. Consciente de esa división, Montenegro dijo en su discurso que dialogará con todos los bloques y que gobernará “para todos” los marplatenses. “Para los que me votaron y para lo que no”, anticipó.
Pese al triunfo y a la algarabía del búnker (“Se siente, se siente, Guillermo intendente”, le gritaban), Montenegro se mostró mesurado. Agradeció a los que colaboraron en la campaña, a los fiscales y a su familia. También, claro, a Macri y a Vidal, que apostaron por él cuando en Mar del Plata no lo conocía literalmente nadie. De hecho, antes de que en junio se definieran las candidaturas había algunos que lo sacaban de la carrera. “No levanta”, repetían por lo bajo, y citaban sospechosas encuestas. El que no levantaba es hoy el intendente electo.
Ya había dado un golpe de efecto el 11 de agosto, al derrotar a Baragiola en las primarias. Esa noche dejó sin candidato a la UCR por segunda vez consecutiva.
Entre los tantos que se comunicaron anoche con él para felicitarlo estuvo Guillermo Arroyo, el hijo del intendente. Es que a partir de hoy comienza la transición. Montenegro dijo que quiere sea ordenada. El intendente saliente prometió públicamente ayer que pondrá a disposición “toda la documentación” del municipio.
Los desafíos del futuro intendente fueron mencionados una y otra vez en la campaña. La seguridad y la desocupación aparecen como las principales preocupaciones. También los problemas de los barrios, como las calles y el alumbrado público. Montenegro habló de la necesidad de una “solución integral”, no aislada. Y dijo que su despacho estará en el COM.
Hace poco más de cuatro años Montenegro intentó en vano convertirse en intendente de San Isidro. Las vueltas de la vida y de la política lo hicieron regresar a Mar del Plata para erigirse, a los 56 años, en el séptimo intendente desde el regreso de la democracia.