Referentes de los guardavidas admitieron que actualmente la sucesión de mareas altas tiene características atípicas, más peligrosas, que han elevado las alertas del gremio. En esta nota hablan los responsables de brindarles tranquilidad a las miles de personas que deciden disfrutar de las playas de la ciudad, y aconsejan las principales precauciones.
Temporada tras temporada, miles de turistas y marplatenses disfrutan de la costa de nuestra ciudad. El chapuzón en el mar es para muchos una actividad obligada después de viajar kilómetros y aquellos más fanáticos suelen pasar jornadas enteras internados entre las olas. La labor de los guardavidas es entonces fundamental para que las vacaciones se desarrollen con la tranquilidad y seguridad necesarias.
La profesión, como todas aquellas que requieren arriesgar la propia vida en pos de salvaguardar la del otro, requiere una vocación y disciplina inquebrantables. Conscientes que sobre sus hombros pesa la responsabilidad de bregar por el bienestar de muchos, dedican largas horas de sus días a un riguroso entrenamiento físico y capacitación teórica constante.
En Mar del Plata existen cuatro escuelas de guardavidas y cada una cuenta, aproximadamente, con 60 y 100 alumnos. El proceso de formación aseguran que es “arduo” y requiere de un compromiso a la hora de superar las instancias evaluadoras sobre técnicas de salvataje, primeros auxilios, normas de seguridad, geografía aplicada al salvamiento, entre otras.
Marcelo Zanetti (49) es profesor de educación física y guardavidas, esta última carrera la comenzó en la temporada de 1992, cuando decidió mudarse con su actual esposa a Mar del Plata.
“Desde los 12 años que quiero ser guardavidas. De hecho, yo iba a una pileta que me llevaba mi tío en Morón, y me la pasaba todo el día con el guardavidas porque era mi ídolo”, recuerda.
Zanetti asegura que la constancia y la responsabilidad fueron los pilares principales de su formación, junto con la noción de que ellos ante todo eran “agentes de prevención y que como último recurso está el rescate. Esa es la última instancia”, explicó.
“Nuestra función es prevenir. Independientemente de lo que hacemos en las playas, estamos capacitados para asistir también en la vía pública. Si ves a una persona ayudando en un accidente, preguntale porque seguro va a ser guardavidas”, aseguró.
En la misma línea se pronunció Helga Page (35), guardavidas hace 18 años y profesora de educación física en colegios de la ciudad, al asegurar que “vale la pena el esfuerzo que uno hace porque elegimos esta profesión porque nos gusta y tenemos vocación. Hay días más difíciles que otros, pero todo forma parte de lo mismo”.
Precauciones necesarias
Tanto Zanetti como Page aseguraron que muy poca gente toma las precauciones necesarias a la hora de ingresar al mar. Destacan que los turistas suelen ser los que menos atentos están a las indicaciones, mientras que muchos marplatenses ya conocen los peligros de bañarse en zonas complicadas.
“En general la gente hace caso. A veces no les gusta que usemos el silbato para llamarles la atención, pero lo hacemos porque también es una prevención para todos los que escuchan”, señaló Zanetti.
Aseguró, a su vez, que la costa marplatense tiene la particularidad de ser muy cambiante, aunque “la peligrosidad de las playas siempre van a depender de la condición del mar. Cuando tenemos dos días de sudestada, por ejemplo, decimos que nos da vuelta toda la playa porque se generan pozos, un chupón. Hay que tener cuidado”, explicó y agregó que la gente debe intentar bañarse donde más gente ve, “y no mandarse solo”.
De todas maneras, destacó que en esta temporada el fenómeno de las mareas altas se transformó en una constante, condición que preocupa mucho al gremio.
“Siempre había crecientes complicadas en la temporadas, pero lo que estamos viendo ahora es que hay muchas más. Por ahí es falta de obras. Hará diez o doce años se hizo el refulado que fue cuando se recuperó muchas playas, el tema es que se hizo una sola vez y nunca más”, explicó.
En este sentido, Page insistió en que los veraneantes se acerquen a las casillas de los guardavidas y consulten sobre el estado del mar y los niveles de peligrosidad.
“Los turistas no toman las precauciones. Tienen que preguntar qué significa cada bandera, cuándo sube la marea, cuándo baja, cuándo se pueden meter, si puede pescar, si se puede andar en kayak. Pero nadie lo hace. La gente habitué sabe dónde se tiene que meter, pero el turista no y se mete igual”, indicó.
Los referentes de la playa
Los guardavidas son sinónimo de playa, por lo que muchos veraneantes los consideran los dueños de la playa y vuelcan en ellos sus consultas e inquietudes
“Por cualquier tema de seguridad o de salud siempre recurren al guardavidas, es el referente de la playa. La gente también reconoce muchísimo nuestro trabajo. Aplauden tras un rescate, se acercan a traerte cosas en agradecimiento. Recuerdo que cuando trabajaba en el muelle, había días que teníamos que estar con el agua hasta la cintura haciendo alguna prevención y la gente se acercaba y nos daba mate cocido o bebidas calientes para no pasar frío”, recordó Zanetti.
Estos gestos cálidos de agradecimiento son bien recibidos por los trabajadores, quienes están dispuestos a arriesgar su vida sin dudarlo.
“A veces no lo pensás y te metés 100, 150 metros adentro a salvar a una persona y listo. Otras veces tomás consciencia de lo que hiciste y entra el miedo. En una oportunidad hicimos un rescate en la playa popular 1 y pasamos con la víctima por debajo del muelle y terminamos en Punta Iglesia. Cuando terminás y te das cuenta lo que pasó te preguntás: ¿Cómo nos salvamos? Yo creo que después de un rato te das cuenta que lo haces por vocación”, aseguró.
Por su parte, Page recordó el rescate a un chico que estaba en kayak, algunas temporadas atrás. “Llegamos justo con la moto de agua para salvarlo. Quizas eso es lo que más marca, pero nunca tuve miedo. Siempre pienso más en el otro, en qué bueno que lo vimos, qué bien que se actuó y qué suerte que se sacó a tiempo”.