Las autoridades europeas advirtieron que todavía son muchas las reformas que debe aplicar el país. Entre ellas figuran un recorte a las pensiones y la suba de impuestos.
ATENAS.- Grecia deja este lunes atrás el tercer rescate y ocho años bajo la tutela de los acreedores, un periodo sin precedentes en Europa que costó al pueblo numerosos sacrificios y dejó al país exhausto y con numerosas heridas abiertas.
En esta fecha emblemática, el tono del Gobierno ha sido de moderación y, aunque el viceprimer ministro, Yannis Dragasakis, habló de un día “histórico”, la tónica general es apuntar a los próximos desafíos y recalcar que es el momento de asumir “responsabilidades” propias.
“Hay que aprovechar esta oportunidad para curar las heridas de la crisis y el trauma de la larga austeridad, para terminar con los males del pasado y poner en marcha una transformación que proteja a la sociedad de futuras crisis”, dijo Dragasakis en una entrevista con el diario Efymerida ton Syntakton.
Según Dragasakis, la nueva etapa que se abre en Grecia debe convertirse en “punto de partida” para una “gran alianza social”.
Se espera que también el primer ministro, Alexis Tsipras, ponga el acento en los retos del futuro en el discurso que previsiblemente pronunciará este martes.
El Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) ya advirtió que todavía son muchas las reformas que debe aplicar el país para hacer que el crecimiento económico (1,4 % en 2017) sea sostenible.
La modernización del sistema de pensiones, la reforma de la administración pública, concluir el proceso de privatizaciones o la lucha contra la economía sumergida son solo algunas.
En un país en el que la crisis y la aplicación de los consecutivos recortes -sin precedentes en Europa en tiempos pacíficos- dejó a más de un millón de personas sin empleo, que vio mermar su economía en un 25 % y disminuir sus pensiones en un 40 % de promedio, el sentimiento general es de desesperanza.
“Grecia sale de los rescates pero los jubilados nos quedamos. Las pensiones sufrirán un nuevo tijeretazo y el impuesto sobre la renta aumentará. Todo eso me da miedo. No creo que el Gobierno pueda hacer algo para evitar el recorte. Tiene las manos atadas”, señaló a EFE Damianós Manóloglu, un jubilado de 81 años, que regentó durante décadas un restaurante en Atenas.
Como muchos ciudadanos, Manóloglu no confía ya en ningún político y no cree que otro Gobierno hubiera sido capaz de hacer las cosas mejor que el izquierdista Syriza.
Tampoco lo hicieron sus antecesores, el socialdemócrata PASOK, firmante del primer rescate en 2010, ni la conservadora Nueva Democracia, bajo cuyo mandato se cerró el segundo programa de asistencia en 2012.
“Son todos iguales. Creo que cuando dicen que no aplicarán los recortes, se burlan de nosotros”, añade Manóloglu, en alusión a la promesa de Tsipras de que evitará aplicar el nuevo tijeretazo a las pensiones y la suba de impuestos, dos medidas prometidas a los acreedores para 2019 y 2020, respectivamente.
A pesar de que el director gerente del MEDE, Klaus Regling, volvió a dejar muy claro este fin de semana que Grecia debe cumplir con “todos” sus compromisos, Tsipras parece determinado a evitar al menos el nuevo recorte a las pensiones y un costo político aún más dramático al que le auguran ya ahora las encuestas electorales.
En 2019 habrá elecciones y, a pesar de que los Gobiernos que precedieron al de Tsipras, como el de Nueva Democracia bajo Andonis Samarás, cayeron por la impopularidad de los recortes aplicados, los conservadores saldrían a día de hoy como claros vencedores, con una ventaja de al menos ocho puntos sobre Syriza.
Se espera que en los próximos días Tsipras intente dar un golpe de timón y anuncie una remodelación de Gobierno, con nuevas caras que sirvan para abrir esta nueva etapa, en la que pretende dar a su política un acento más social.
Vasilis Giselis, un camarero de 20 años, cree que en Grecia nada puede cambiar si no cambian los propios ciudadanos, y que el mal que sufre el país no es un problema de los últimos años, sino de errores acumulados (como el clientelismo) durante al menos cuatro décadas, con los Gobiernos de PASOK y Nueva Democracia.
“Yo aprendí a resolver mis problemas solo, a buscar trabajo y a ganarme la vida… No espero ayuda de Syriza. Creo que para que cambie el país, primero tenemos que cambiar nosotros, ayudarnos unos a otros y no esperar que vayamos a obtener algo sin antes ofrecer”, sostiene este joven que representa a la generación de los políticamente desafectados.
Vasilis optó por quedarse en Grecia. Muchos de sus coetáneos -medio millón de los 11 millones de habitantes- buscaron en estos años un futuro mejor en la emigración.