Conviven en un mismo libro los textos de narradoras y narradores disímiles. Además, un código QR permite escuchar los cuentos en la voz del mismo Casciari.
Por Angie M. Diz (*)
100 covers de cuentos clásicos, de Hernán Casciari, Buenos Aires, Orsai, 2021, 420 páginas.
Ya desde el título, el último libro de Hernán Casciari nos aporta diversas aristas para su lectura y análisis: por un lado, el anglicismo covers (reemplazable por “reescrituras”, en este caso) nos remite al ámbito de lo musical más que al de las letras; esta decisión guarda coherencia con el paratexto virtual que encontramos ya en muchos libros actuales: el código QR.
En este caso, los QR se presentan al final de cada cuento y nos permiten escucharlos narrados en la voz de Casciari, con su ritmo, sus pausas, su cadencia, su música y su estilo. El título, además, se refiere a los “clásicos”, sin embargo, el autor, en el prólogo, no se encarga de definir teóricamente qué se entiende por “clásico”, evitando así un listado de referencias bibliográficas y los entresijos de un problema sin solución; sino que simple y oportunamente justifica la publicación del libro: ni más ni menos que porque sabe cómo contar cuentos.
Uno de los aciertos de este libro es el hecho de reunir en un mismo espacio a autores y autoras tan dispares en estilos, nacionalidades y épocas como Stephen King, Fray Mocho, Han Christian Andersen, Saki, Isaac Asimov, Katherine Mansfield, Mariana Enríquez, Antón Chejov, Ryunosuke Akutagawa, Angela Carter, Marguerite Yourcenar… Más allá de la universalidad de los textos y/o autores/as, el narrador (y antólogo) no tiene reparos en admitir la subjetividad de sus elecciones: “Tengo una predilección especial por este autor, Roberto Fontanarrosa, rosarino, humorista gráfico, escritor. Posiblemente quien más me ha hecho reír con un libro.” (171).
Entonces, lo que une a todos estos textos más allá de la categoría de clásicos, es el narrador, que es uno solo y el mismo para todos los cuentos, cuya voz cómplice y cercana predispone al lector a la curiosidad y el interés en los relatos, utilizando a veces el humor, otras la reflexión, y quizás algún dato de color antes de comenzar la reversión del cuento propiamente dicha. Su estilo de escritura se acerca al registro del habla cotidiana, por ello los covers son más transcripciones de cuentos narrados oralmente, que cuentos en sí mismos. Los comentarios introductorios del narrador se complementan con la información sobre el autor del texto original que encontramos al final de cada cuento, junto al nombre del libro en el que fue publicado.
Las operaciones implicadas en este proceso de reversión son, principalmente, la de síntesis, pues muchos de los cuentos son bastante más largos en su versión original y en el libro, todos tienen la misma extensión: cuatro páginas, que equivalen a no más de cinco minutos en el audio que se enlaza al final de cada cuento. La otra operación importante es la de simplificación del lenguaje, utilizando palabras y expresiones más “argentinas” y contemporáneas, que sirven tanto para aquellos cuentos escritos originalmente en otra lengua y traducidos al castellano, como para aquellos cuentos de autores argentinos como Borges, cuyo lenguaje dista en demasía del utilizado en el habla cotidiana.
En esta suerte de “traducción”, el narrador, a su vez, nos ahorra el trabajo de buscar el significado de palabras en desuso que se utilizaban en cuentos escritos hace siglos. El agregado y la modificación de algunos pasajes y títulos, la omisión de personajes y el cambio de finales o de nombres también forman parte de estas reversiones. Al final del cuento “Yoli de Bianchetti” de Roberto Fontanarrosa, leemos: “Más tarde sube el dólar, baja el petróleo, entra un virus a China y nadie, en todo el planeta, se vuelve a acordar de este asunto” (170).
Observamos cómo en algunas reversiones, el narrador incorpora comentarios irónicos o guiños actuales, como en este caso, los cuales solo podemos descubrir si leemos el cuento original; y esa es, también, la invitación implícita de todo buen cover: volver al original.
En resumen: un solo narrador, setenta y siete autores/as y todos los géneros posibles de cuentos en una maravillosa antología de reversiones que recupera la importancia y la labor del buen contador de cuentos.
Para escuchar los textos, hacer click acá:
https://www.youtube.com/playlist?list=PLQXyAJZB_2LaSQAE93oRVoPZOcccm3MI4
(*) Integreante de la ong Jitanjáfora.