Un texto híbrido entre la divulgación científica y la literatura.
El gran Deleuze. Para pequeñas máquinas
infantes, de Matías Moscardi / Aruki,
Beatriz Viterbo, 2021, 214 páginas.
Por Angie M. Diz (*)
El último libro de Matías Moscardi se trata de un texto híbrido entre la divulgación científica y la literatura; en él, el narrador relata a modo de cuento las “pecideas” del filósofo Gilles Deleuze (1925-1995), sus anotaciones, reflexiones y principales conceptos de un modo lúdico y atrapante. El hecho de que no pueda ser catalogado bajo ningún género, nos emparenta también con el vocativo inclusivo de “máquinas infantes”, el cual es utilizado a lo largo de todo el texto por el narrador para referirse a sus lectores y le permite dirigirse sin distinción de género a las infancias, dejando de lado el problema de utilizar x, @, barras o el morfema e. La fórmula “máquinas infantes” además, piensa a la infancia como un “estado” que no tiene tanto que ver con una segmentación cronológica, sino con un modo de ser, estar y pensar.
Lo interesante del libro, entre otras cosas, es el proceso a través del cual conceptos abstractos y complejos como territorialidad, animalidad o rizoma, se vuelven tan tangibles y fácilmente comprensibles sin por eso hacer una “bajada” que implique un reduccionismo, sino al contrario, relacionando estos conceptos con lo cotidiano hasta el punto de que nos parezcan tan familiares como la lluvia, la abuela, o el gato, personajes recurrentes en el libro de Moscardi.
Otro punto importante del texto es el gran aporte intertextual que se teje alrededor de las “lecciones”, que así se llaman en lugar de capítulos. En esta red se entretejen películas muy cercanas a las máquinas infantes, como Harry Potter, Charly y la fábrica de chocolates o Cómo entrenar a tu dragón, entre muchas otras. Pero también autores y autoras de gran calibre se incorporan con lucidez a lo largo del libro, como Ma. Elena Walsh, Silvia Schujer y Roald Dahl, entre otros.
La elección de las palabras y su combinatoria no son azarosas, sino que significan desde todas las dimensiones posibles: semántica, sonora y hasta visual. Su lectura no está desprovista de ritmo y musicalidad, la sonoridad de las palabras cobran un lugar importante, es común que el narrador se detenga en la pronunciación y en la magia de la rima: “Para pronunciar su nombre en correcto español deberán hacer zigzaguear el aire como si sus lenguas imitaran el sonido de una mosca o de una avispa, quitándole la e y la u, así: DELEZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ. Para que recuerden fácilmente: EL GRAN DELEUZE rima con “Había una vez”. Había una vez, EL GRAN DELEUZE” (15). Asimismo el uso del espacio en la hoja es un factor semántico que suma a través del cambio de tipografía, las mayúsculas, el empleo del verso, etc.
Más allá de estas pequeñas anotaciones, creo, por sobre todo, que este libro es una clara invitación al juego, un dispositivo para crear nuevas palabras, para moverse de la silla y explorar; es, además de un libro, un compañero, que supone un lector por demás activo, predispuesto al asombro continuo y a la pregunta filosófica. Por todo ello es que esta lectura es tanto para máquinas infantes como también para los adultos que estemos en el intento de ser menos “adultizados”.
(*) Integrante de la ong Jitanjáfora.