Tras un 2020 en el que se celebró de manera virtual, los peregrinos se acercaron en gran número hoy a la parroquia ubicada en Moreno al 6600. En este marco, el obispo dijo que ve con “preocupación y esperanza” la situación laboral de la ciudad.
Este año el Día de San Cayetano pudo volver a celebrarse de manera presencial y los fieles se acercaron en gran número hoy a la parroquia ubicada en Moreno al 6600, la cual, a diferencia del 2020 y sus restricciones por la pandemia, abrió sus puertas para que las personas puedan agradecer o pedirle al patrono del pan y el trabajo.
Con el arribo de los peregrinos, los alrededores del santuario volvieron a colmarse, como ocurría previo a la llegada del coronavirus, de puestos en los que vecinos y vendedores ambulantes ofrecían comida que iba desde choripanes a pastelitos, así como también artesanías, artículos religiosos y hasta barbijos.
Obviamente, en el lugar también se vendían las tradicionales espigas para ser bendecidas, las cuales podían adquirirse en valores de entre 60 y 70 pesos, o a 100 las dos unidades.
Si bien este año no hubo misas ni se realizó la tradicional procesión por las calles del barrio con el objetivo de evitar aglomeraciones, los fieles podían ingresar al templo con tapabocas y manteniendo distancia entre sí, por lo que en horas del mediodía se había formado una larga fila que se extendía por Moreno y doblaba por República del Líbano.
En este marco, el obispo de Mar del Plata, Gabriel Mestre, aseguró sentir una “profunda emoción” porque la de San Cayetano es una “fiesta muy fuerte” para los que son “personas de fe”.
“Estoy emocionado por ver tantos devotos, tantos peregrinos que, una vez que se disipó la niebla tempranera que tuvo la ciudad, empezaron a participar de manera clara y contundente”, agregó, en diálogo con LA CAPITAL.
Ante la consulta de cómo analiza la Iglesia la situación laboral de Mar del Plata y la zona, Mestre aseguró que la percibe con “preocupación y esperanza”.
“Con preocupación porque es un problema endémico, de muchos años, que tiene repercusiones nacionales, provinciales y locales, que evidentemente tocan y quitan dignidad a muchas de las familias de los argentinos”, explicó.
En ese sentido, aseguró que “la Iglesia está comprometida en lo que es la respuesta inmediata, con la asistencia y el acompañamiento, e intentando generar ámbitos reflexivos que terminen en políticas concretas donde la igualdad, la dignidad y el trabajo pueda ser una realidad de cada familia”.
Asimismo, indicó que lo que le trae esperanza es el progresivo retorno de la presencialidad, la cual “extrañó muchísimo”. “El año pasado fue todo digital, este año pudimos hacer un híbrido, aunque todavía mucha gente no puede venir y por eso pedimos por el fin de la pandemia”, dijo.
“Tantas cosas -continuó- que se fueron postergando o celebrando de manera acotada, que es bueno que después de un año y medio pesado y complicado podamos empezar a abrir, manteniendo los cuidados, porque seguimos en pandemia”.
En paralelo a celebración de San Cayetano, distintas organizaciones sociales llevaron a cabo una manifestación y al llegar a la intersección de la avenida Colón y Nasser, fueron recibidas por el obispo.
La idea de la columna era marchar hacia la parroquia de San Cayetano, pero para evitar tanta concentración de gente, Mestre se dirigió al santuario con referentes de las diferentes organizaciones para pedir allí por “las tres T” que planteó el papa Francisco (Tierra, Techo y Trabajo).
“A pesar de las dificultades y los problemas, el mensaje es de esperanza”, indicó el obispo en el santuario tras recibir a los manifestantes y concluyó: “Nuestra dirigencia política, gubernamental, sindical, religiosa, me incluyo, tenemos una responsabilidad mayor para animar en este proceso de reconstrucción de la zona, la provincia y la patria que todos nos debemos y necesitamos”.