Las largas jornadas de rodaje en los set cinematográficos le sacaron las ganas de seguir filmando películas. Ahora, en Mar del Plata, la gran actriz se entrega al teatro con la misma magia de siempre: la calidez y la vibración del amor. Por qué ama esta ciudad y el balance entre lo ganado y lo perdido.
“Es una linda etapa ésta”, expresa desde el otro lado del teléfono la actriz que se convirtió casi en un símbolo del cine argentino: el cine clásico de los ´60 y ´70 y, luego, el llamado “nuevo cine argentino”, el de los años ’90. Sin embargo, no es el cine lo que la acerca a Mar del Plata ahora, sino la puesta en escena del espectáculo “Alquimia”.
Graciela Borges no quiere adelantar demasiado, para que “no pierda la gracia” esta propuesta que pone el acento en su vida, en sus personajes, en sus películas pero también en la música, en las canciones de Adriana Barcia y en la poesía. Hasta el domingo que viene estará en la sala Astor Piazzolla del Auditorium, a partir de las 21.30.
“Alquimia es un espectáculo que ideamos hace más de seis o siete años, paramos por la pandemia, lo hicimos para llevarlo a todas las provincias. Es muy difícil de explicar, es un show más de contar las perdidas y las ganadas, de poemas, de canciones que tiene Adriana Barcia que es una genia, cuento historias personales que tienen mucho contacto con la gente”, explica, en una entrevista con LA CAPITAL.
Siempre en la vibración del amor, la actriz busca convertirse en una persona cercana a sus seguidores y seguidoras, quienes la encuentran en Mar del Plata y le dicen “cosas maravillosas”. “‘Alquimia’ es una manera de, con ternura, alegría y buen propósito, estar cerca de la gente, que la gente no vea un show lejano, sino accesible, donde pueda reírse”, sigue. Pero lejos está de ser un recorrido por su vida. “Pasan épocas por donde pasaron cosas que uno cuenta”, desliza la actriz y pide disculpas por la sinusitis que no la deja hablar como quisiera.
Además, también busca dar a conocer a autores de poesía que ama: Idea Vilariño, por caso. “Los poemas… La gente necesita poemas, en la poesía no hay seguidores, hay amantes, queremos desestructurar eso y hacer que la gente ame y escuche bien los poemas, que no son difíciles, lo hacemos de una manera muy cómplice con la gente”.
-En el escenario decís que contás “las perdidas y las ganadas”. En el balance de tu vida, ¿qué pesa más?
-En el balance de la vida es igual el fracaso que el éxito, es igual. En los últimos años sobre todo aprendí, madurando, a hacer lo mejor posible cada día sin esperar resultado. Yo he tenido mucho, he tenido mucho porque he tenido la posibilidad del amor, quiero decir de amar, uno tiene que amar, aunque no lo amen. Yo me he sentido muy reconfortada por el contacto con la gente. Con la gente tengo una relación absolutamente preciosa y eso me conmueve mucho a través de los años, así que yo me siento ganadora, pero creo que ganadores somos todos. Porque creo que todos los malos momentos son maestrías, para no repetir cosas.
-Los alquimistas buscaban el oro. En un sentido metafórico, ¿también buscás el oro en este espectáculo?
-Realmente, lo que buscamos no tiene que ver con el oro ni con el dinero, sino reconfortar el espíritu, sentirse bien, salir al escenario con el miedo que siempre produce y después ver qué ocurre con la gente. La gente siempre tiene una devolución maravillosa cuando te espera afuera del teatro.
-¿Cómo es el contacto con la gente?
-Me dicen cosas acá en esta ciudad, me hablan de mi vida y es muy reconfortante, la verdad. Es una energía de afecto. Uno no pide nada más que el otro sea como sea. Hay una frase que a mí me gusta mucho y que me reproduce a mí misma y es que “solo recuerdo la emoción de las cosas”. Y las emociones de mi vida han sido muy vibrantes, muy buenas, aunque fueron tristes.
-¿Estás viviendo en Mar del Plata? ¿Dejaste Buenos Aires?
-No, pero estoy mucho tiempo en Mar del Plata, alquilé un departamento de una amiga y me fui quedando, los inviernos son divinos, cuando no estoy acá voy al Hotel Hermitage, adoro todos los lugares. Es una ciudad fascinante, culturalmente es increíble, tiene librerías maravillosas, yo que no puedo estar sin leer. Además, voy al campo acá cerca, tengo amigos lindos, ¿qué más puedo pedir? Viene mi hijo, mi nieta, vienen chicas que son como hijas mías, las hermanas de Juan. Está buena la vida así.
-Es que acá está el mar…
-El mar es el lugar más libre de la tierra, tiene una energía que es distinta a cualquier otro lugar. Además, es este mar, tiene una vibración fantástica, uno puede dormir mejor, pensar mejor, soportar mejor los momentos que no sean buenos y gozar más con los buenos.
-¿Tenés previsto vivir definitivamente acá?
-No podría, tengo muchas cosas en Buenos Aires que requiere que esté, pero es tan cerca ir y venir y es tan bueno el viaje, es acercarse a lo que uno ama.
-¿Te debías estar en el escenario, hacer teatro?
-Lo que pasa es que yo tuve mucho teatro seguido cuando hice “Cartas de amor”, con Rodolfo Bebán, estuve tres años seguidos. Pero esto no es una obra de teatro, es un espectáculo y me gusta mucho hacer un espectáculo, me produce un gran placer especial, me cansa mucho menos y me da mucho más. Con lo que amo el cine, en este momento de mi vida me da mucha más alegría hacer esto. Es una linda etapa esta.
-Y en cine, ¿seguirás? ¿Tenés algún proyecto para este año?
-No, tengo previsto hacer una cosa con Ana Katz, pero no sé. La adoro pero ella tiene que seguir con su película “El perro que no calla” y quedamos en hacer algo juntas. Vamos a ver si tengo ganas, porque no tengo muchas ganas, por una cuestión física.
-¿Por qué?
-Porque las dos últimas películas fueron muy cansadoras, muy divinas, con mucho premio y alegría de público y en festivales pero cansadoras. Ahora los directores no trabajan con el viejo material (negativos de celuloide) que costaba tan caro. Ahora trabajan con lo digital y entonces se complica. Hay que hacer 345 tomas de una secuencia. El año pasado escuchaba decir a Sandra Bullock y a Brad Pitt que estaban quemados, son muy largas las jornadas cinematográficas. Yo las he padecido y las he agradecido, con una apertura personal enorme, casi todo lo que he hecho me ha gustado y ha ido bien.
-¿Eran menos extenuantes las jornadas en los rodajes antes?
-En general, no había más de dos o tres tomas, se trabajaba de otra manera.
-¿Y el teatro te abre otras posibilidades?
-Es distinto, es como comparar el automóvil con el caballo. Cuando estás arriba de un animal con la sangre, la fibra, la belleza de mirar desde arriba de un caballo el campo, no pensás en los automóviles. No son comparables.
-¿Qué deseás para tu presente?
-Deseo que no haya guerras, que no haya muertes injustas, que la gente tenga más conciencia, que la gente sepa estar más en Dios, en el Dios que cada uno crea, en el mío, en el tuyo, en la capacidad de amar, tener menos violencia en el mundo. La paz está ahí, al lado nuestro lo que pasa es que no la sabemos ver. Está al lado nuestro pero es difícil verla.