En la investigación por el asesinato de su hijo, Verónica González siempre estuvo sospechada, pero jamás hubo prueba contundente para avanzar en una imputación. Se negó a hacerse pericias en su momento. Al aparecer la huella de su yerno en un televisor, la pesquisa se orientó hacia él.
A diferencia de lo que sucede por estas horas con el asesinato que hoy conmueve a Miramar, Verónica González nunca estuvo imputada en el crimen de su hijo Gastón Bustamante en 2011, pese a que en el comienzo de la investigación las sospechas sobre su participación existieron.
La circunstancia -similar a la del último viernes- de no haber faltantes ni puertas o ventanas forzadas supuso que aquel 21 de noviembre al niño de 12 años lo había matado alguien muy cercano a la familia.
El fiscal Rodolfo Moure tomó algunas medidas orientadas a la figura de González, en especial después de que la hija del matrimonio y hermana de la víctima, Rocío Bustamante, entregara a la investigación un misterioso teléfono celular. Ese aparato estaba oculto en el baño de la casa y se comprobó que era utilizado por González para enviarse a su teléfono autoamenzas.
Por ese extraño episodio, el fiscal Moure solicitó a González que se sometiera a una pericia psicológica, pero ella se negó.
En la mañana en la que Gastón fue asesinado, González aseguró haberse retirado a realizar unas compras. Dejó solo al niño (el padre estaba trabajando en la carpintería de su hermano y Rocío en la escuela) y al regresar lo descubrió ya sin vida, a un costado de la cama.
Al poco tiempo surgió la prueba madre de la causa: las huellas del novio de Rocío, Julián Ramón, en el televisor que el asesino había movido.
Moure creyó que esa huella dactilar, en conjunción con más de 20 indicios, tenía fuerza suficiente para imputar y detener al joven. La Justicia de Garantías lo apoyó y le dictó la prisión preventiva. Sin embargo la Cámara de Apelaciones sobreseyó a Julián por falta de mérito. En Casación se ratificó el sobreseimiento y la Suprema Corte también, pero con dos jueces votando en minoría porque “debería resolverse en un juicio”.
Ahora el expediente está en la Corte Suprema a la espera de resolución.
Pero de la causa original se desprendió otra para no descartar otras hipótesis. Incluso tiempo atrás, el fiscal Moure avanzó sobre un hombre que había tenido un accidente de tránsito en Miramar. Esa víctima del siniestro, antes de morir señaló que se arrepentía de “haber matado un chico”. Finalmente se estableció que se había referido a un homicidio en Mar del Plata.
Los nuevos acontecimientos no descartan el repaso de viejas líneas de investigación, tal como lo dijo Florencia Salas, quien desde hace más de un año ocupa el cargo en la fiscalía de Miramar.