Le quedó el orgullo de llegar

Desde Buenos Aires

A Lanús le quedó el orgullo de llegar. Y de como llegó. A su primera e histórica primera final de la Copa Libertadores de América. Y le quedó también ese aplauso final, ese reconocimiento, a un proyecto, una campaña y una idea futbolística. Para Gremio fue el título de campeón, porque fue superior y se impuso por 2 a 1 en la segunda final en La Fortaleza.

Gremio logró así su tercer máximo título continental e igualó la marca de los mejores brasileños en la Copa, San Pablo y Santos que tienen tres, igual que River; muy lejos de las siete de Independiente y las seis de Boca.

Gremio expuso tal categoría de entrada que le dio vuelta su propia cancha a Lanús. Se la puso al revés. Siempre le jugó de frente y lo hizo quedar de espaldas al equipo de Jorge Almirón.

De frente Gremio se paró bien en bloque para hacer casi impenetrable su área. Y de frente el equipo brasileño su ubicó también con mucha gente para presionar arriba casi en tres cuartos y complicarle la salida a Lanús. Es decir, con o sin la pelota, la visita supo acortar el campo a treinta, cuarenta metros, para dominar el trámite casi a voluntad.

Para ello también hubo intérpretes contrapuestos. Arthur y Luan para manejar los hilos en Gremio, Román Martínez para lentificar y hacer fracasar cada progreso de Lanús en campo contrario y ninguno de sus extremos con gravitación, ni Lautaro Acosta, ni Alejandro Silva, ni Pasquini. En ese contexto, solo Iván Marcone hizo pie en el medio. Al resto de sus compañeros la cancha le quedó dado vuelta. Mérito de la jerarquía de Gremio, falta de respuestas propias.

La apertura llegó por un grave error conceptual de Lanús. De un tiro libre a favor hizo un gol en contra. A los 26’, en la réplica de ese tiro libre-centro corto se equivocó José Luis Gómez en el cierre casi en la mitad de la cancha, n o tuvo relevos atrás, y Fernandinho corrió varios metros hacia adelante con libertad como para definir después con fuerte zurdazo.

No obstante el dominio de Gremio, abrumador casi en lo territorial y conceptual, Lanús contó con situaciones como para equilibrar. Un tiro libre de Maximiliano Velázquez que el arquero Grohe neutralizó muy bien casi sobre un ángulo y a los 38’ un remate apenas desviado de Román Martínez tras taco de “Pepe” Sand.

Pero a los 40’ entró con mucha libertad el talentoso Luan por la ancha avenida del medio y marcó el 2 a 0. Sobre el final de la etapa otra vez Román se perdió el gol, pero en posición aun más clara de gol tras centro atrás de José Luis Gómez.

En el segundo tiempo se lesionó muy temprano, a los 5’, Arthur, el mejor jugador de Gremio,  y entró Marcelino Moreno por Herrera. Lanús “quemó las naves” y cambió el trámite del partido pero la reacción llegó demasiado tarde. Le hicieron penal a Lautaro Acosta por una arremetida de Sand que el propio “Pepe” transformó en el descuento. Pero no quedaron ni tiempo ni argumentos, pese a que Ramiro se fue expulsado a los 38’ y más allá del bajón general de Gremio. A un equipo brasileño había que meterle miedo de entrada. Y fue al revés, el equipo de Porto Alegre arrancó con autoridad de campeón y en Lanús solo Marcone y Pepe estuvieron los 90 a la altura de una final.

Otra vez será para Lanús. Hace todo bien como club como para que alguna vez se le de lo máximo. Gremio entra en el sitial de los grandes campeones brasileños. Bien merecido, fue el mejor.