"Desde la localidad y lo cotidiano nos proponemos mirar el mundo. La perspectiva es histórica, social y ambiental", explican Gustavo Contreras y Germán García Goñi, junto a Salome Pardo, directora de la Escuela. El proyecto se presenta formalmente hoy.
Gustavo Contreras y Germán García Goñi son investigadores asistentes de Conicet, en el Centro de Estudios Históricos de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Cehis, Conicet-UNMdP) y en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Iimyc, Conicet-UNMdP) respectivamente. Allí hacen investigación, escriben papers, gestionan, estudian. Y luego en su tiempo “libre” van a su casa, al barrio, a la escuela a seguir trabajando.
Desde el año pasado, realizan un proyecto de ciencias en la escuela provincial N° 24 “Paula Albarracín” de Playa Chapadmalal al sur de la ciudad. El principal objetivo de su trabajo es generar conciencia desde el aula a la comunidad y acercar a los alumnos a la ciencia como un camino posible.
Hoy a las 14 se llevará a cabo la apertura oficial del proyecto “Generando conciencia, desde el aula a la comunidad”, con un acto que se realizará en el SUM de la Escuela ubicada en las calles 29 y 10 bis en Playa Chapadmalal.
Actualmente la escuela unifica a una comunidad de casi 140 alumnos y es la única entre los barrios de Los Lobos, Estafeta y Santa Isabel. Como institución creció y abrió sus puertas gracias a la presencia de vecinos, docentes y directivos que repensaron la educación y la posibilidad de generar un cambio con acciones mínimas y cotidianas: “Gustavo fue alumno mío de Matemáticas y Sociales. Hace 26 años que estoy en esta escuela, en el barrio. El jugaba al fútbol con mi hijo. Nos conocemos de toda la vida”, afirma Salome Pardo, directora de la institución.
Gustavo Contreras hizo toda su primaria en la Escuela 24. Recuerda en la conversación el esfuerzo que ya en ese entonces hacían los padres y los vecinos del barrio para mejorar la educación en esta escuela pública y rural a la que asistía. Hoy, casi 20 años después, es doctor en historia e investigador asistente del Conicet y eligió poner el cuerpo para cambiar la historia: generar conciencia desde un proyecto de trabajo en Ciencias Sociales y Naturales dentro de la escuela. Hoy lleva a su hijo “a la 24”. “Hay una tradición ya instalada de colaborar en el barrio, de aportar de la manera que cada uno pueda. Así cuando empecé a estudiar me fui acercando a la escuela y a Salome con algunas ideas. Después volví como papá”, relata el investigador.
En 2015 el Ministerio de Educación de la Nación envió a los colegios públicos un kit de laboratorio móvil con todos sus materiales. Y allí comenzó a gestarse el equipo de trabajo: “Nos pusimos a hablar de qué hacer con todo eso y qué podíamos armar sobre ciencia en conjunto con Germán García Goñi”, agrega.
Durante meses planificaron la articulación de los contenidos curriculares con las actividades científicas relacionadas al contexto del barrio. “No es un proyecto localista, si no que desde la localidad y lo cotidiano nos proponemos mirar el mundo. La perspectiva es histórica, social y ambiental”, explica Contreras.
Este proyecto tiene como principal objetivo construir un espacio de ciencia, interdisciplinario y permanente, en la Escuela Provincial N° 24, estimulando las vocaciones científicas en los alumnos con la revalorización en la comunidad de la actividad universitaria, académica e investigativa.
Tres ejes
Para eso, organizaron una primera parte donde los alumnos estudian tres ejes temáticos: “Chapadmalal, campo y mar. Lo local como espacio histórico, social y ambiental”, “El mar (y sus afluentes). La costa como geografía social con una flora y fauna particular” y “El puerto. Recursos naturales, actores sociales y circulación de mercancías y personas”.
“La esencia de este proyecto es ayudar a formar sujetos críticos en y desde el barrio. Conocerlo para cuidarlo, acercarlos desde un proyecto de ciencia al conocimiento de la historia, la biología y el ambiente. Y al mismo tiempo, mostrar toda esa amplitud de la ciencia, salir de los guardapolvos y del tubo con color. Esto es hacer que la ciencia se relacione con el lugar en el que viven los chicos. Ir en un paseo, caminar toda la tarde por el barrio, llegar a la laguna, tomar muestras de agua para ver en el microscopio, hacer la lista de las aves que vemos, sacar vegetación y hablar de lo que estamos colectando: es ciencia. Ir a los museos, ver los archivos: es ciencia. Y esta es la parte más real de la investigación y de lo que queremos dejar”, remarca García Goñi.
Empezaron a mediados de 2015, sólo con la temática social en primer grado con un proyecto sobre puertos. Hoy incluyeron Ciencias Naturales y están trabajando con cuarto, quinto y sexto grado. El objetivo próximo es incluir a todos los grados, perspectiva que va por buen camino. “Ellos tenían miedo a lo pedagógico, a la didáctica. Pero todo fue fluyendo maravillosamente. Con ellos desde su mirada profesional y académica tenemos otro aporte”, señala Pardo.
“Que nos trascienda”
Para lograr todo esto hay mucho trabajo de articulación entre las docentes de la escuela, los investigadores de Conicet y los directivos. Compartir conocimiento y funcionar realmente como una comunidad es otra misión subyacente del proyecto.
Germán proyecta: “La idea es armar algo que nos trascienda. Un espacio institucional de ciencia con un aula propia, con archivos del barrio, un herbario y una colección de todo lo que podamos ir juntando en las salidas con los chicos”.
La conjunción de ex alumnos, barrio, investigadores de Conicet y familia dio como resultado un proyecto que hoy excede el trabajo en sí mismo. Los tres se miran orgullosos y cuentan: “Ya tenemos alumnos que quieren ser investigadores, una nena de 7 años que quiere ser científica y presidenta”.
Sobre qué significa este proyecto para cada uno, Gustavo responde: “Para mí es renovar un compromiso comunitario y barrial y seguir trabajando por una esperanza, en la educación, en generar sujetos críticos que puedan mirar el mundo de otra manera con ganas de crecer individualmente pero con ganas de cambiarlo colectivamente. Es un compromiso con vecinos, con docentes, con amigos, con mis padres, mis abuelos y mis hijos”.
“También es mostrar la pasión por lo que hacemos y contagiar a los chicos de eso. Si quieren ser carpinteros o ingenieros civiles, que pongan su dedicación e intención allí”, agrega Germán.
Salomé se emociona y remata: “Me encanta que mis alumnos a través de la vida me saluden por la calle y me quieran como persona, pero me gusta mucho más que le podamos sumar a eso un cambio real y que algún nene diga el día de mañana ‘que buena oportunidad que me dio la escuela pública’. Como de hecho me pasó un día con Gustavo Contreras cuando se acercó a la garita del colectivo donde yo estaba y me dijo: soy doctor en Historia e investigador del Conicet”.