se convirtió este jueves en una de las seis finalistas de uno de los premios más prestigiosos del mundo entre los libros traducidos al inglés, el International Booker Prize 2020, por "The Adventures Of China Iron" (traducción literal de "Las aventuras de la China Iron")
Gabriela Cabezón Cámara se convirtió este jueves en una de las seis finalistas de uno de los premios más prestigiosos del mundo entre los libros traducidos al inglés, el International Booker Prize 2020, por “The Adventures Of China Iron” (traducción literal de “Las aventuras de la China Iron”), noticia que definió como “hermosa en un momento muy complejo”.
La escritora celebra la noticia en Abasto, “un pueblito de La Plata con mucha naturaleza”, mientras pasa la cuarentena dispuesta para contener el avance del coronavirus rodeada de sus perros y con sus amigos como vecinos, con los que decidió, hace ya unos años, comprar un terreno, dividirlo y habitar cada uno su casa container.
“Hasta hace unos minutos estaban los teros gritando, a los pájaros les encanta la lluvia”, describe desde el otro lado del teléfono, en diálogo con Télam, y si bien dice extrañar la posibilidad de moverse, ver y abrazar a la gente que quiere, resalta que está en un lugar “muy grato y tranquilo”.
La autora de “La virgen cabeza”, traducida al inglés como “Slum Virgin” por Charco Press -el mismo sello que publicó “The Adventures Of China Iron”- es la segunda argentina en apenas tres años en quedar en la conocida como “shortlist” del prestigioso premio, luego de que en 2017 Samanta Schweblin llegara a la misma instancia con “Fever Dream”, tal como se tradujo su novela “Distancia de rescate”.
Justamente Schweblin también alcanzó este año la fase anterior del certamen con su novela “Kentukis”, traducida como “Little Eyes” por Megan McDowell para el sello Oneworld Publications y ya lo había hecho el año pasado con su libro “Mouthful of Birds” (“Pájaros en la boca”).
Cabezón Cámara (San Isidro, 1968) dice que el momento en el que recibe este reconocimiento la tiene pensando que “hace 100 años la idea de futuro era mucho más optimista o interesante”, entonces propone “parar un poco porque cuando todo esto termine van a querer que volvamos a lo mismo o a algo peor y no lo tenemos que permitir. Tenemos que crear un mundo que imagine por futuro el tiempo que está llegando a la vida de nuestros hijos, nietos… Los tengamos o no”.
“Están las inquietudes de la economía pero a mí este parate también me llevó a pensar y a sentir en el cuerpo la violencia de la cantidad de cosas que hacemos por día, cómo viajamos de acá para allá. No está bueno, tenemos que intentar cambiar un poco nuestro modo de vida. No sé quién nos convenció de vivir en un mundo en el que la única idea de futuro es distópica o es el apocalipsis”, sostiene la también autora de “Romance de la negra rubia” o “Le viste la cara a Dios”.
En una entrevista reciente la autora recordaba que mientras escribía “Las aventuras de la China Iron”, ese universo gauchesco desde la historia de una joven que huye de la crueldad de Fierro -el personaje creado por José Hernández-, pensaba mucho en un tema que la preocupa: la destrucción de la naturaleza. Y hoy resalta que ante un escenario que lleva a pensar de nuevo el mundo conocido, esa preocupación se reafirma.
“Somos parte de la naturaleza. Hay una alienación que es una enfermedad y una locura que nos está llevando al muere y el virus nos muestra con claridad que somos tan parte de la naturaleza como cualquier otro animal. Seremos un animal extraño con mucho poder de destrucción pero somos animales”, reflexiona.
La autora de la historia de la China que deja a Fierro y emprende una aventura con una inglesa y después con una india, trazando un itinerario que resignifica el canon de la gauchesca, dice que durante el aislamiento siguió con las cosas que estaba haciendo, con su rol de tallerista y escribiendo algunas cosas, como el diario semanal para el Centro Cultural Kirchner.
“Tuve mucha suerte porque en los talleres hay gente muy talentosa pero no agregué nada nuevo, no me da la cabeza, no tengo ganas. -confiesa-. Este parate lo vivo como tal. No le estoy forzando la máquina a nada. Toda esa sobreabundancia de talleres, ofertas virtuales, lecturas me parece parece hermosa porque es un modo de sostener ciertos lazos comunitarios entre autores y lectores que son muy importantes para nuestra vida pero cuando se van un poco de rosca me parece que es como hacer que no pasa nada y sí pasa: estamos en un parate feroz, planetario”, señala.
Además, ante las iniciativas de “producir tanto contenido especial para la pandemia” la narradora afirma que “tenemos cientos, miles de años, millones de textos ya producidos, de canciones, de cine, ¿por qué no buscamos ahí?”.
“No quita que no haya escrito sobre la pandemia o haya participado de alguna lectura virtual y lo haya pasado bien, tengo sensaciones contradictorias pero tenemos que registrar el parate porque es del orden de lo real, es el virus en el cuerpo”, reafirma.
En esa línea sostiene que “hay algo del placer que se reduce en estos días a lo más inmediato de nuestro cuerpo que no es menor porque en última y primera instancia es lo que único tenemos. También si lo logramos y nos desconectamos un rato de las redes hay algo del silencio que es muy hermoso. Lo mismo que encontrarse con amigos on line. Me parece también una forma del placer”.
Sobre el premio y la posibilidad de ganarlo, expresa: “Es como recibir una noticia hermosa en un momento muy complejo, muy duro, muy difícil. Por un lado me da alegría pero es muy raro”.
El martes 19 de mayo será el día en el que se anuncie cuál es la historia ganadora de esta edición del Premio Internacional que también tuvo entre sus finalistas a César Aira en 2015 y a Tomás Eloy Martínez en 2005.
El jurado que lo decidirá está compuesto por Ted Hodgkinson, del Southbank Centre de Londres; Lucie Campos, directora de Villa Gillet -el centro de escritura internacional de Francia-; la traductora y escritora ganadora del Premio Internacional Man Booker Jennifer Croft; la narradora mexicana Valeria Luiselli; y el escritor, poeta y músico Jeet Thayil, cuya novela “Narcópolis” fue preseleccionada para el Premio Man Booker en 2012.
El International Booker Prize 2020 se otorga cada año a una obra que se traduce al inglés y se publica en el Reino Unido o Irlanda con el objetivo de fomentar más publicaciones y lecturas de ficción de calidad de todo el mundo y promover el trabajo de los traductores y está está dotado de 50.000 libras (unos 62.000 dólares) que se reparten equitativamente entre el escritor y el traductor del libro ganador, mientras que cada uno de los autores que llegaron a esta instancia finalistas recibirán 1.000 libras (unos 1.200 dólares).