Con su nuevo espectáculo "Palabra Plena" estará este lunes en una doble función: a las 20 y a las 22, en el Radio City. Junto a Carlos Nieto, invita a tomar la palabra como "para entrar en la incomodidad de la verdad".
En un mundo lleno de palabras, vacías y cargadas de contenido, hermosas y dolorosas, importantes y vacías, intrascendentes y trascendentes, amorosas e hirientes, el licenciado Gabriel Rolón se propone tomar la “Palabra plena”, esa que nos define, que cuenta algo de nosotros, que nos lleva a “la incomodidad de la verdad”.
Con este nuevo espectáculo, el primero luego de la pandemia, el psicoanalista, escritor y divulgador llega este lunes 7 de febrero a Mar del Plata, donde hará dos funciones, a las 20 y a las 22, en el Teatro Radio City.
Rolón trabajó esta propuesta junto a Carlos Nieto, co-autor y director de “Palabra Plena”. “Sé qué quiero decir, los temas y el recorrido que deseo que tengan, pero es él quien sabe del lenguaje dramático. En el proceso de creación le doy a leer mucho material que escribo y nos juntamos a hablar libremente. De lo que surge de esas charlas vamos dándole la forma definitiva al guión. En este caso el tema era la palabra” contó Rolón, quién por su manera amable, justa y clara de abordar cuestiones profundas, tiene una gran llegada al público.
Si bien la obra no tiene relación directa con su libro “Palabras cruzadas”, el especialista reconoce que “es posible que el tiempo dedicado al libro me haya dejado el deseo de profundizar sobre la cuestión”.
En una charla con LA CAPITAL antes de llegar a Mar del Plata, Rolón definió que la obra es “una apuesta muy ambiciosa” porque “quería reencontrarme con la gente con un guión potente, tanto en el contenido teórico como en el emocional”.
– En el consultorio la palabra ¿Es la herramienta fundamental? ¿Es el principio del camino? ¿Cómo se trabaja con respecto a los silencios? ¿Cómo se separa lo intrascendente de lo fundamental en esa “confusión” como la has definido?
– El análisis propone un camino de curación psíquica a partir de la palabra. A diferencia de los médicos, los analistas no tenemos tomografías ni laboratorios que guíen nuestras decisiones. Sólo contamos con la palabra. Y el silencio es quizás la forma más potente de la palabra, porque en él habitan todas las palabras posibles. Por eso el arte del Psicoanálisis presenta el desafío de escuchar, y más aún, de leer en lo que se escucha qué es importante y qué no. El saber del analista marca la diferencia. Mientras ante un mismo análisis de sangre dos médicos tendrán impresiones parecidas, ante un silencio o un relato, dos analistas tendrán una lectura totalmente diferente.
– Has dicho que “las cosas importantes de la vida son incómodas”. ¿Qué rol juega la palabra en eso? ¿La ausencia de palabras?
– Estamos acostumbrados a movernos en un mundo donde la palabra tiene poco peso. Hablamos por hablar. De lo importante y de lo intrascendente. Con conocimiento y en total ignorancia. El análisis nos invita a tomar la palabra para entrar en la incomodidad de la verdad. Lejos del lugar común, de lo que se espera, el psicoanalista abre la puerta a la sorpresa, a lo inesperado, a la palabra que dice de nosotros más allá de lo que queremos decir e incluso más allá de lo que creemos saber de nosotros mismos.
– ¿Cómo analizás el efecto en el poder de la palabra de los cambios en el lenguaje, por ejemplo, la irrupción del lenguaje inclusivo, que tanta polémica y opiniones a favor y en contra genera?
– El lenguaje inclusivo surge ante exigencias que nos proponen los tiempos actuales. Es una torpeza negarse a asumirlo y aferrarse a concepciones demasiado conservadoras. Pero el lenguaje tiene vida propia y se nos impone con independencia de nuestra decisión personal. Por eso debemos mantener la mente abierta y aceptar los cambios que surjan al tiempo que resistimos la tentación de imponer cómo debe hablarse. Hace muchos años quiso imponerse el uso del tú en los colegios. El resultado fue que durante la hora de clase maestros y alumnos se esforzaban por cumplir la norma, pero ni bien sonaba el timbre volvían a utilizar el vos. Me parece un ejemplo interesante para pensar lo que puede ocurrir con el lenguaje inclusivo. Sucederá, aunque no necesariamente del modo que lo pensamos hoy. Tengamos paciencia y dejemos que la palabra nos sorprenda.
– En épocas de verborragia, de amparo y sensación de impunidad detrás de un teclado ¿Creés que está bastardeada, banalizada la palabra y a la vez tiene un gran poder de dañar, de afectar? y ¿Repercute en el consultorio?
– Son épocas muy difíciles para la palabra, el mundo nos invita a hablar casi de nada, de cosas intrascendentes, de cosas que no tienen mucha importancia. Si prestamos atención nos vamos a dar cuenta que todo el tiempo estamos hablando de cosas que en realidad no tienen mucho que ver con nosotros. Por supuesto, la palabra escrita en este mundo de redes, de anonimato, donde alguien siente una emoción, un impulso y rápidamente corre a escribirlo sin pensar, y donde por lo general no hay demasiadas consecuencias por las cosas que uno dijera, va banalizando un poco más la palabra. La apuesta, y a esto convoca el psicoanálisis, es hacernos cargo de una palabra que hable de nosotros, que diga una verdad, que diga una emoción, que tenga una consecuencia.
Cuando alguien le dice a una persona ‘quiero que vengas a vivir conmigo’, es una palabra plena, que genera una consecuencia porque el otro dirá que si o dirá que no y algo va a cambiar a partir de esa palabra.
Esa es la invitación que hace el psicoanálisis y creo que cada tanto, en medio de nuestras charlas deberíamos hacer un alto y pensar, lo que estoy diciendo ¿es importante? ¿habla de mi? Yo se que no podemos andar por la vida todo el tiempo diciendo cosas trascendentes, estamos condenados a interactuar y a entrar en un mundo que a veces tiene un sentido poco importante, que a veces tiene que ver con la mera comunicación, con pasar el momento, hay que aceptar eso también. Pero en algunos instantes, en los importantes, con las personas importantes, debemos correr esa banalización de la palabra y que los dichos que se pongan sobre la mesa tengan que ver con nuestros deseos, con quienes queremos ser o, en definitiva y mucho más importante, con quién somos.
– ¿Qué tenemos que trabajar para tener “palabra plena”?
– El análisis es fundamental para acceder a la palabra plena. Es necesario conocerse y ser muy sincero con uno mismo para animarse a un relato que diga algo de nuestra verdad, de nuestros miedos y nuestros deseos. Después, eso que se trabaja en el consultorio puede volcarse a la vida. Lo difícil es tener el valor de tomar la palabra plena, porque tendrá consecuencias. Esa es la diferencia con la palabra vacía. Una nos compromete. La otra es pura habladuría.
– ¿Tus estudios de teatro, las lecturas, además de los estudios de psicología, han moldeado tu relación con las palabras?
– Por supuesto. Se piensa en palabras. Por eso, cuanto más palabras manejemos mayor será nuestra capacidad de pensar. Esa es, entre otras, la importancia de la lectura. No sólo nos da conocimiento, que no es poco. Además, nos acerca elementos para crecer, para tener más herramientas de seducción o creación artística. También nos ahorra perder el tiempo intentando descubrir cosas que ya están resueltas. Y sobre todo nos vuelve más humildes, porque a veces nos enorgullecemos por algunas ideas que creemos propias cuando ya han sido planteadas e incluso rebatidas desde hace mucho.
Escuchá acá la palabra de Gabriel Rolón: