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Furor por las viejas leyendas de la NBA: el día que “Magic” Johnson visitó Mar del Plata

Tras el éxito de "The Last Dance", la docuserie que narra las proezas del gran Michael Jordan y las victorias de los Bulls ante los mejores equipos de básquetbol del mundo, LA CAPITAL recuerda cuando otro de los astros norteamericanos pisó la ciudad.

Por Bruno Verdenelli

verdenelli@lacapitalmdq.com.ar

 

Por si alguno lo había olvidado, “The Last Dance” (“El último baile”) se lo recuerda: Michael Jordan fue el más grandioso basquetbolista de la historia. En plena cuarentena mundial por la pandemia del coronavirus, “Su Majestad” volvió a tomar la escena mediática, su docuserie estalló y parece que los años no hubieran pasado.

Ahora bien, existe para eso una razón específica entre otras. Además de estar incluido en el olimpo de los mejores deportistas de todos los tiempos con justicia, Jordan es y será siempre uno de los símbolos más fuertes de la cultura norteamericana post caída del Muro de Berlín. Constituye, por ende, uno de los sinónimos ineludibles del fenómeno de la globalización, como bien lo afirma al final del último capítulo el ex presidente estadounidense Barack Obama.

Con el nuevo producto de MJ on line y frente a la ausencia de partidos en vivo para evitar el contagio del Covid-19, la fiebre por las estrellas legendarias de la NBA subió al tope en Netflix y en ESPN, como ocurría hace más de dos décadas. Y si bien los chicos de hoy difícilmente puedan evitar las comparaciones entre el propio Jordan y, por ejemplo, Kobe Bryant o Lebron James, a partir del programa que narra las proezas de los Chicago Bulls lograron de seguro tomar cierta dimensión de lo que fueron aquellas noches doradas.

Es en esa misma línea que Jordan también hace un llamado a la memoria y al reconocimiento: “Earvin ‘Magic’ Johnson es el mejor base de la historia”, dice en una de las entrevistas que le realizaron para la confección del documental.

Y como claramente son épocas de refrescar recuerdos vinculados a la la pelota naranja y sus más excelsos exponentes, el archivo de LA CAPITAL puede sumarse a esa ola y reeditar las crónicas de la visita de “Magic” a Mar del Plata, registrada el 30 de enero de 1997. Porque así como ahora hay quienes consideran que Bryant o James son los mejores jugadores que existieron, hasta mediados de los ’90 se discutía en realidad si MJ había logrado superar a Johnson, quien todavía ostentaba cinco títulos frente a los cuatro del 23. Es que así es la historia: va para adelante.

Según las crónicas publicadas por LA CAPITAL, el ex base de Los Angeles Lakers hasta tuvo tiempo de ir a la playa y meterse al mar.

 

En ese sentido, hay que decir que el hecho de que una leyenda de ese tipo pisara la ciudad en esos años -y hasta pudiera ir a la playa y meterse en el mar, como ocurrió según las crónicas- era verdaderamente impensado. Quienes tienen más de 30 lo vivieron y probablemente lo recuerden. Para los que no, en cambio, va dirigida esta nota.

El contexto

En vistas de entender lo que significaba la figura de “Magic” cuando promediaba la década del ’90 hay que revisar qué pasaba o había pasado entonces en la Argentina y en el mundo. El ex base de Los Angeles Lakers venía de consumar su segundo retiro -el definitivo- del básquetbol meses antes. Vale recordar que el primero se había producido entre 1991 y 1992, tras ser diagnosticado como portador del virus del HIV y conseguir la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Barcelona con el Dream Team, respectivamente.

En 1996, y a través de la televisión, las luces de la NBA ya habían alcanzado a encandilar a los fanáticos del deporte a nivel internacional. A pesar de que no existían las redes sociales y el uso de internet era reservado a unos pocos, la globalización iniciada después de la disolución de la URSS igualmente había permitido esa y otras penetraciones de la cultura norteamericana en países lejanos como la Argentina. Una de las consecuencias sanitarias de ese fenómeno (comparable a la actualidad por lo que ocurre con el Covid-19) fue la expansión letal del SIDA, lo que además se vinculaba al significado que tenía el hecho de que una figura como Johnson se hubiera contagiado el virus que provocaba esa enfermedad y fuera portador del mismo, aunque sin padecer sus consecuencias.

A nivel local, el gobierno de Carlos Saúl Menem atravesaba su momento de máximo poder amparado en el falso 1 a 1 pero el caso Cabezas ya comenzaba a marcar su camino final. Por eso, en memoria del fotógrafo asesinado días antes, en la conferencia de prensa que la estrella de los Lakers daría en un lujoso hotel de la calle Alem habría de realizarse un minuto de silencio.

La llegada de “Magic”, que ya había visitado Córdoba, Rosario, Buenos Aires y Bahía Blanca en 1994, revolucionó la Costa Atlántica. Primero, el base estadounidense dio una clínica ante 4 mil personas en las playas de Pinamar, y luego se trasladó a Mar del Plata. La travesía fue financiada y organizada por una empresa vinculada a Guillermo Vecchio, quien entonces ocupaba el cargo de entrenador de la Selección Nacional, y la Secretaría de Deportes que encabezaba el ex capitán de Los Pumas, Hugo Porta.

La conferencia de prensa

La cobertura periodística a cargo de Miguel Trezza y Marcelo Solari indica que la visita oficial de Johnson a Mar del Plata arrancó a las 18 del jueves 30 de enero, con la conferencia de prensa mencionada. También explicaban las notas de entonces que las actividades del astro debieron haber arrancado antes, al mediodía, cuando se esperaba su presencia en un maratón de chicos que debían picar la pelota mientras corrían por la costa, entre el Torreon del Monje y el Casino.

El “faltazo” -que enojó a muchos- fue justificado por razones de seguridad. La organización no quiso arriesgar a la estrella ante una verdadera multitud que se había reunido frente al mar.

Durante los 25 minutos que duró el encuentro con el periodismo local, “Magic” fue cálido en sus respuestas, y habló principalmente de las diferencias que existían entre los jugadores de la NBA de los ’90 y los de la década anterior.

“Sigan trabajando duro y no será difícil que pronto pueda haber un par de jugadores argentinos en la NBA”. Earvin “Magic” Johnson. Enero de 1997.

 

También explicó que su segundo retiro del básquetbol estadounidense -tras un breve paso como entrenador de Los Angeles Lakers– era definitivo, pero arrojó a la vez una contestación que fue una bomba (de humo): “Me gustaría jugar en la Argentina”, dijo al ser consultado por un rumor que indicaba que Boca Juniors, de la mano del siempre estruendoso presidente Mauricio Macri, buscaba contratarlo para disputar la Liga Nacional. Obviamente, aquello quedó en la nada.

“Me encanta ser un embajador de la NBA, y hablar sobre ella con gente de todo el mundo”, agregó, a la vez que ponderó a figuras como Shaquille O’Neal y Anfrenee Hardaway, estrellas que prometían seguir con el legado de la generación anterior una vez que Jordan dejase de jugar.

Johnson explicó ante la prensa que el propósito fundamental de sus viajes por el mundo era luchar contra la discriminación de los enfermos de SIDA, anunció que entregaría un cheque al Programa Por La Vida, con dinero correspondiente a una colecta que se realizaba durante los días de su visita a la Argentina, y en su afán de animar a los más chicos a perseguir el sueño de jugar profesionalmente al básquetbol, auguró un deseo que se haría realidad tiempo después: “Si trabajas duro y tienes determinación para ser el mejor, lo serás. Si sueñas con jugar en la NBA, lo conseguirás sólo si te esfuerzas. Sigan trabajando duro y no será difícil que pronto pueda haber un par de jugadores argentinos en la NBA“. Vaya si tenía razón.

“El Maestro”

En su edición del viernes 31 de enero de 1997, LA CAPITAL publicó un suplemento deportivo bajo el título “The Teacher”, expresión que se traduce al castellano como “El Maestro”. En la foto de tapa puede observarse al enorme “Magic” risueño, mientras juega con un niño en un colmado Polideportivo.

Ese chico, como otros 14, había ganado su derecho a pisar la misma cancha que el astro de los Lakers durante el maratón del mediodía. La organización había determinado que los primeros 15 que llegaran a la meta accedieran a ser parte de la clínica nocturna.

Tapa del suplemento deportivo de LA CAPITAL editado el viernes 31 de enero de 1997.

Uno de ellos fue Jerónimo Trezza, hijo de uno de los periodistas que cubrió el evento y que recuerda haber llegado sexto en la carrera de pique de pelota. Hoy, ya con 36 años y una trayectoria profesional como entrenador de básquetbol, Trezza revive aquella experiencia única: “Yo jugaba en Kimberley y nos avisaron del maratón. Fuimos todos y a medida que íbamos llegando nos anotaban un número en la cara. Y yo entré: a la noche mi vieja me llevó al Polideportivo y nos dieron la ropa, que estaba buenísima. Nos dividieron en tres grupos y nos hicieron hacer ejercicios con diferentes contenidos”, señala.

Y sigue: “A mí me tocó la parte de defensa, y después la parte de lanzamiento. Tengo una foto increíble en la que estoy tirando y él me está mirando. Después jugó un partido con otro americano que había venido con él y un 1 contra 1 con Marcelo Milanesio (el partido terminó empatado en 13 tantos). Fue único”.

Durante el diálogo se le recuerda al ex DT de Alvear de Villa Ángela, Hindú de Resistencia, Mitre de Tucumán, y por último Ancud de Chile, que en la edición de LA CAPITAL del sábado 1 de febrero siguiente se publicó un texto suyo en el que contaba de puño y letra cómo había sido su experiencia con “Magic”. “Me había olvidado de esta carta que escribí. Es verdad”, expresa y sonríe. En la misma, manifestaba: “Lo que sentí es algo muy difícil de explicar con palabras. Porque estuve aprendiendo de un grande. Haber tenido la suerte de estar con él es algo que no me va a pasar otra vez en la vida. No todos los días se da la oportunidad de aprender mano a mano con una estrella de la NBA”.

Jerónimo Trezza actualmente es entrenador profesional de básquetbol.

Y en otro pasaje de la nota, Jerónimo Trezza admitía que en al momento de entrar al Polideportivo, frente a toda la gente observaba la clínica, se había sentido “muy nervioso”. “Después tomé confianza y me tranquilicé. Finalmente me dio mucha confianza cuando chocamos las manos, ¡eran gigantescas! Desde esa noche no hago más que hablar de lo que viví”, concluía el texto.

No era para menos: él y los demás chicos, pero sobre todo la ciudad entera, habían sido testigos de un acontecimiento irrepetible. Porque como quedó claro nuevamente con “The Last Dance”, más de dos décadas después, la luz de aquellas inmensas estrellas de la NBA no dejará de brillar nunca.

Un pequeño Jerónimo Trezza, hoy entrenador profesional de básquetbol, tira al aro ante la mirada de “Magic” Johnson y de varias miles de personas en el Polideportivo.

 

El sábado 1 de febrero de 1997 LA CAPITAL publicó la crónica de lo que había sido la clínica del astro en la ciudad y la carta del chico.

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