Irá a juicio por ser considerado el líder de una banda dedicada a contrabandear cocaína y dinero falso a Estados Unidos. Dice ser inocente y que a su causa se la armaron e involucraron a toda su familia. Es una de las caras visibles que dialoga por mejores condiciones de encierro en la cárcel de Devoto.
Por Fernando del Rio
“Recibí más de 4 mil mensajes de un montón de gente de Mar del Plata que se enteró de mi situación por la nota que salió en LA CAPITAL. Por ellos, por todos los que dejaron comentarios en la nota, los que me conocen, quiero contar mi verdad”
Gastón Russo no es un preso más. Llama la atención por su voz grave, su complexión física, el cuidado de su aspecto, por su nivel de instrucción.
Días atrás LA CAPITAL publicó parte de su historia. Esa que lo coloca en la actualidad en la cárcel de Devoto como uno de los dialoguistas que busca mejorar las condiciones de encierro de todo el Sistema Penitenciario Federal. La que, a diferencia de la otra, la judicial, no niega. Por el contrario, resalta. “Tengo ascendencia sobre los demás y también me respetan porque desde que empecé a estudiar derecho y a dar clases le conseguí la libertad a más de 30 presos”, dice en comunicación telefónica desde el interior de la prisión.
De la otra parte de su vida, la judicial, es de la que también quiere hablar pero para desmentirla. “No se puede hablar de la judicial sin sincerarse desde la vida personal” se le exige desde la redacción como contrapropuesta. Acepta: “Ni un drama. Eso sí, que quede claro que mi causa fue armada por personal policial para buscar hacer prensa mediante un procedimiento basado en falsedades, para ganar prestigio. Sobre todo por ser yo una persona conocida socialmente”, responde.
Russo está preso desde 2018 como líder de una organización internacional sospechada de enviar droga y dólares falsos a Estados Unidos. “¿No es extraño que en 8 años de investigación, en 10 allanamientos, no halla drogas, no hay una sola foto, no hay un solo video, no hay narcotraficantes, no hay vendedores ni compradores, no hay almacenamiento ni transporte?. ¿Entonces qué, la comercializábamos entre nosotros; donde estaría el negocio?”, se pregunta.
Cuando menciona ser una persona “socialmente conocida” Russo se remonta al pasado más lejano, al de hace más de un cuarto de siglo cuando era arquero de fútbol en Mar del Plata –tras un breve paso por Velez Sarsfield- en clubes como Atlético Mar del Plata, Alvarado o Peñarol. Fue suplente de Luis Chaluf y de Luis Di Martino, aunque también solía ser titular en ocasiones. Pero principalmente, cuando era conocido por sus dotes de bailarín: destacaba en la pista de Azúcar.
“No pongas famoso, sí conocido”, sugiere en un tono que en verdad es imperativo y que se sostendrá a lo largo de toda la charla. “Es que esa profesión me hizo ganar contratos con Tinelli, con Moria, y apariciones en Pasión de Sábado, con Roccasalvo y Monti. Te digo más, fui show exclusivo de Sheraton y en 1997 el Emtur eligió a Guajira, mi grupo de baile, para abrir la temporada”, rememora con altivez.
Incluso se animó actuar junto a una cantante de cumbia en un video que hoy tiene millones las reproducciones en You Tube.
Casi 9 mil mensajes de Whatsapp en el teléfono de Russo.
“Connan” es su apodo de toda la vida, desde que usaba el cabello largo con cola de caballo. Una vida que ahora lo encuentra en el módulo 6 del pabellón 34 de Devoto desde donde se comunica. “Quiero contar la verdad, la misma que voy a contar en el juicio y que tengo resumida en un documento de 31 puntos”, adelanta.
“Yo no necesito vender droga. Es todo un invento. A mí me va muy bien en lo mío y tuve la suerte de que me fuera bien en Estados Unidos” dice Russo.
Asegura que lo suyo en el último tiempo era comprar y vender tanto dólares como autos de alta gama. “¿Mi culpa fue trabajar en negro? Ponele. Pero yo no trafico drogas”, reitera.
Cuenta que en 2018 lo detuvieron y que con su familia contrataron a dos abogados particulares que cuando los entrevistaron les dijeron que el caballito de batalla del gobierno de Macri era la asociación ilícita. “Que recién lo íbamos a poder pelear en el juicio oral. Pero siempre intentamos que queríamos declarar y la respuesta era la misma. Declarar puede entorpecer la causa. Ante esta constante negativa comencé a estudiar derecho en el Centro Universitario Devoto. Entonces revoqué a los dos abogados y me defendí por derecho propio. Hoy me defienden Rodrigo Lell y Jonatan Vicente, que actuaban con otras personas en la causa y entre los tres pudimos excarcelar a casi todos”, se jacta.
Por mail hace llegar sus argumentos de defensa. Son 30 puntos en los que intentará refutar todas las acusaciones y sube la apuesta. Documentación patrimonial, escritura, recibos de sueldo de sus familiares y hasta la tarjeta platinum del casino Semiole de Miami con ingresos por más de 50 mil dólares. “Mi causa fue armada. Esto lo creyó el fiscal Czizic y el juez Inchausti se dio cuenta que fue engañado cuando declaramos todos. Y concedió excarcelaciones. Pero quedamos mi hermano y yo. En el juicio se va a demostrar, y que todo está basado en un problema del pasado que yo ya la pagué”, dice.
Ese problema es una causa judicial en Uruguay, en la que estuvo imputado, condenado y detenido junto a su pareja Eliana Patri en el año 2009.
Russo en uno de los tantos destinos que conoció en su vida.
La charla se interrumpe y prosigue un par de días después. Entonces envía fotos por Whatsapp del ex retador por el título del mundo Luis Patri. Con Monzón, con Sergio Víctor Palma, con el Nene Di Pilato, con Tito Lectoure, con Galíndez. Porque Patri es su suegro y también está acusado de integrar la banda de narcotraficantes y contrabandistas de dólares falsos a Estados Unidos. “Él es una gloria. El que lo conoce sabe que trabajó toda su vida y fue un orgullo para la Argentina y peleó por el título del mundo en Estados Unidos. La droga se la puso la policía arriba de la cama”, dice con firmeza.
Russo tuvo de novia desde siempre a la hija de Patri, Eliana, pero hubo idas y vueltas. Hasta que en una de esas pausas hizo una nueva vida en Estados Unidos, donde conoció a una empresaria. “Tenía mucho dinero. Fue en 2012 y me casé en 2013. A mi fiesta vino Batman, bueno Michael Keaton, el actor que hizo de Batman. La mujer se enamoró y me dio mucho. Viajé por el mundo, manejé los mejores autos y empecé a dedicarme a la construcción en Louisiana, Mississippi. Después me asocié con otro empresario en Colton y finalmente me separé y me volví a Mar del Plata”, cuenta.
Graba un nuevo mensaje en voz algo más baja porque aunque sean las 11 de la mañana “acá todavía duermen”. Acá es Devoto. Dice que espera ansioso el juicio oral para demostrar todo. “Ojalá mi caso sirva para desnudar otro lado del crimen que generalmente no se ataca y que se termine la interpretación tendenciosa y forzada para que el juez vea un delito donde no lo hay. Espero ansioso el debate para que los jueces abran los 31 sobres con pruebas documentales y periciales que presenté refutando las falsas acusaciones y escuchen a los más de 50 testigos que están citados a prestar declaración”.
Manda una nueva captura de pantalla de su celular. Ya son 8800 los mensajes. “La gente espera leer lo que tengo para decir. ¿Cuándo sale la nota? Te aseguro que yo vendo mucho. A vos te va a servir la nota para vender y a mí para poder decir la verdad”.
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