Cultura

Fernando Musa: “Leonardo Favio fue mi amigo, maestro y mentor”

Director de filmes famosos, como "Fuga de cerebros" (1998), y entrañable discípulo de Favio, el cineasta se anima ahora a explorar otros lenguajes y a tensar los hilos de la historia en una veintena de cuentos reunidos en "Golpe de ausencia" (Enero Editorial), su primera obra literaria. Un racconto conmovedor que nos sumerge en las reflexiones y el sentir de un niño al que le cambia la vida de un golpe el 24 de marzo de 1976.

El reconocido director cinematográfico Fernando Musa desembarca en el universo literario con “Golpe de ausencia” (Enero Editorial), un libro de cuentos que se espejan en su propia infancia para contarnos la historia de Juan, un típico niño argentino de los años setenta, al que la vida le cambia de un porrazo el 24 de marzo de 1976, cuando el nuevo gobierno de facto detiene a su padre, para hacerlo al poco tiempo desaparecer.

Con una prosa ágil, rica en giros del habla y bien hilada, cargada por la emoción de los lazos familiares y la mirada inocente de un nene que crece en cada relato, el autor se vale del racconto y el flashback para iluminar un pasado doloroso que se mueve entre el pueblo, la ciudad chica de provincia y la capital, las siestas, el primer beso y las historias de un loro y un perro inolvidable.

“Estos cuentos relatan el dolor de mi familia y de parte de la Argentina bajo la dictadura, desde la mirada y el sentir de un niño”.

-¿Los cuentos de “Golpe de ausencia” se inspiran en una historia real? ¿Se trata de tu propia infancia?

-Están basados en emociones reales. Todo lo que sucede en los cuentos es algo cercano a mi historia y a la de mi familia. Mi padre estuvo desaparecido por dos años, luego detenido por dos años más. Él atravesó momentos muy complicados, pero con mi madre y mi abuela también la pasamos mal. Los cuentos relatan el dolor de ellos y de parte de la Argentina bajo la dictadura desde la mirada y el sentir de un niño.

-Los cineastas suelen escribir mucho, pero pensando en un producto final audiovisual. ¿Cómo surge en vos ahora la necesidad de escribir en clave de cuento? ¿Te sentiste cómodo en el género?

-Muchos de estos cuentos y algunos relatos que pretendían ser una novela han estado en mi computadora durante años; los he venido preservando desde que se usaban los disquetes. La pandemia me dio el tiempo para recopilarlos, ordenarlos y encontrarles un hilo conductor. Me siento y me he sentido muy bien durante todo el proceso. Disfruto mucho de la inmediatez. En cambio, en el cine, es un proceso que requiere mucho más tiempo.

-¿Por qué el título, “Golpe de ausencia”?

-Para mí, esto sintetiza la premisa de los cuentos: juega con la palabra “golpe”, que se puede interpretar como un golpe de estado, y también como algo que sucedió de golpe a esa familia, a ese niño. La ausencia es lo que atraviesa a todos los cuentos: la ausencia de un padre, de un esposo, de un hijo y la ausencia de las libertades individuales en el país.

“Me provoca desazón que vuelvan a manejar nuestros destinos los hijos de los dinosaurios”.

Fronteras de lo real

Compuesto por veinte cuentos, algunos autónomos y otros hilados a partir de la historia de Juan, “Golpe de ausencia” propone un viaje que discurre bajo un marcado clima de época, donde la tensión permanente entre la candidez y la injusticia con la que se narra provoca tristeza, desazón, pero también una risa tan incontrolable como el deseo de no interrumpir esta lectura adictiva.

-¿Cómo se resignifican estos relatos que abordan circunstancias tan dolorosas de nuestra historia, como los desaparecidos, ante el actual escenario electoral copado por candidatos que proponen represión y quita derechos si llegan a la presidencia?

-Es muy doloroso. Esta tremenda realidad que nos toca vivir se me mete en el ánimo diario por dos motivos: en primer lugar, la desazón de que vuelvan a manejar nuestros destinos los hijos de los dinosaurios; y, por otro lado, la tremenda frustración que causa el no haber encontrado un gobierno popular que resuelva los problemas inmediatos de todos nosotros.

El otro día, mi hijo, que ya es adulto, me pidió un ejemplar de “Golpe de ausencia”. Entonces, lo fue hojeando y notó que estaba dedicado a mis padres. Entonces me dijo: “¡Qué bueno que se lo hayas dedicado a los abuelos!”. Y se me ocurrió decirle que sí, que estaba dedicado a ellos, pero que en realidad era para él. Siento que las familias, al igual que los países que no cuentan su historia, vuelven a cometer los mismos errores.

-¿Qué lectura hacés de este momento de la Argentina, donde asombrosamente hay sectores políticos que abiertamente vuelven a poner en cuestión la democracia como valor?

-Siento que la justicia y la libertad, que solo se dan en democracia plena, deben ser defendidas, nadie te las regala.

-¿Creés que el arte es político siempre? ¿Deben asumir escritores y artistas en general, un compromiso o tomar partido en ese sentido?

-Sí, absolutamente.

-Conociste a Leonardo Favio y trabajaste con él. ¿Cómo fue el vínculo entre ustedes? ¿Qué te dejó esa experiencia?

-A Leonardo lo conocí en mi casa, en Buenos Aires, en 1983. Yo tenía 15 años. Por aquel entonces, yo había viajado al Chaco y estaba haciendo un audiovisual: diapositivas con audio. Eran hermosas fotos de rostros de pueblos originarios, paisajes y animales. Nunca llegué a terminarlo; eran más de 400 fotos con música y una narración en off que iban pasando proyectadas sobre la pared de mi cuarto. Leonardo, quien hasta ese momento para mí era un amigo de mis padres, estaba ahí sentado conmigo, ayudándome a darle un orden narrativo a esas diapositivas. Después me dijo que iba a dar un concierto y me pidió que le sacara unas fotos. Más tarde, cuando descubrí el artista que era, ya éramos amigos.

Él me ayudó a definir mi vocación, y después me ayudó a producir “Fuga de Cerebros” en 1997. Fue amigo, maestro y mentor. Gracias a esta relación familiar, fui quien pasó a máquina de escribir los manuscritos del guion de “Gatica”, realicé la investigación histórica, que consistió en buscar en todas las hemerotecas: notas, crónicas de las peleas. También entrevisté a la familia Gatica y finalmente me ocupé del casting y la coordinación de todas las escenas de boxeo. Durante el rodaje, fui uno de los asistentes. Sin duda, fue una experiencia fundamental. Después de eso, volví a trabajar con él durante cinco años en “Perón, sinfonía del sentimiento”.

-¿Tenés alguna anécdota que pinte quién era Favio y cómo era la relación entre ustedes?

-Cuando terminé “No Sabe/No Contesta”, en el año 2000, le envié a su casa un VHS con la película. Él me llamó a las 2 de la mañana, que eran los horarios de Leonardo. Obviamente, utilizaba un teléfono de línea. Cuando atendí, me dijo que ya había visto la película y que no quería que se le olvidaran las cosas y que me las quería decir. Me dijo muchas cosas muy emotivas y lindas sobre la película, y esa noche me fui a dormir con una sonrisa en el alma. Al día siguiente, por la mañana, volvió a llamarme y lo primero que dijo cuando contesté fue: “¿Te creíste todo lo que te dije anoche?”.

-Dirigiste cinco películas con gran reconocimiento y elencos, como “Fuga de cerebros”, en 1998, con Ana María Picchio, Carnaghi, Nicolás Cabré, y “El grito en la sangre”, en 2014, nada menos que con Horacio Guarany y Ulises Dumond. ¿Cómo fueron esas experiencias de trabajo?

-La vida me puso en el camino la fortuna de trabajar con grandes artistas que siempre admiré, entre ellos, dos de los ídolos populares que tuvo este país. Favio me recomendó con Guarany para dirigir “El grito en la sangre”. Horacio era una fuerza de la naturaleza, tenía 83 años cuando hicimos la película, y él tuvo escenas a caballo, cruzando ríos. Esa peli es la que más me gusta de las mías. Se puede ver en Cine.Ar.

-Sos profesor de cine en la Universidad de Palermo. ¿Cómo ves a las y los actuales estudiantes de cine? ¿Qué fenómenos reconocés como docente? ¿Cambiaron las miradas e intereses de época, a la luz de este presente tan mediado por lo digital?

-Es muy reconfortante dar clases, aprendo mucho, veo mucho potencial en estos chicos. En la pandemia, dar clases fue lo que me mantuvo con entusiasmo. La tecnología ha acortado la distancia en el resultado entre lo que hacen los chicos y lo profesional. Logran cortos muy buenos, me alegra mucho y me despierta mucha admiración descubrir tanto talento nuevo.

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