por Emiliano Rodríguez
La Argentina comenzará a transitar por instancias decisivas en las próximas jornadas en lo que se refiere a la lucha contra el avance del coronavirus, después de que la pandemia robusteciera su embestida incluso a pesar de una cuarentena superior a 100 días.
La situación sanitaria se ha tornado especialmente delicada en la populosa µrea Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), epicentro del brote de Covid-19 en el país y donde el sostenido aumento de los contagios amenaza con generar un colapso en el sistema hospitalario en un corto plazo.
En este contexto, el Gobierno dispuso robustecer las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio entre el 1ø y el 17 de julio en principio, de igual modo que manifestó su preocupación por el avance de la enfermedad en Chaco, otra región del país con circulación comunitaria del virus.
Sin la “épica” de otros momentos, un aplomado presidente Alberto Fernández anunció la resolución oficial mediante un mensaje grabado, acompañado por el jefe de Gobierno porteño, Horario Rodríguez Larreta, y por el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, que también mostró un gesto adusto.
Claramente, los tres dirigentes afrontan un reto mayúsculo por estos días y en especial Fernández, que en su condición de jefe de Estado encara el máximo desafío de su carrera política, que implica nada más ni nada menos que tomar decisiones en procura de salvar la mayor cantidad posible de vidas.
El mandatario, que insiste en desgastar su imagen explicando si es él quien resuelve en el Gobierno o bien su vicepresidenta y “madrina” política, Cristina Fernández, sabe que debe rendir un examen de enorme complejidad que determinará si se ubica o no a la altura de las circunstancias.
Al no existir aún una vacuna ni una medicación contra la enfermedad, el Gobierno se aferra a la estrategia de la cuarentena para evitar el avance del virus, reforzando el aislamiento social y fortaleciendo los controles tendientes a evitar que continúe en aumento la circulación de personas en el AMBA.
“Lo peor” de la pandemia
La decisión busca frenar el incremento de contagios registrado en los últimos días, con cifras récord de casos acumulados en 24 horas, pero si la medida fracasa, si el nuevo coronavirus sigue propagándose y causando cada vez más estragos aquí, a pesar de una cuarentena “más estricta”, lamentablemente “lo peor” de la pandemia también habrá llegado a la Argentina.
Y “lo peor” se remite esas imágenes que tiempo atrás procedían de China, de naciones de Europa o de Estados Unidos, pero que ahora se registran en países limítrofes como Brasil o Bolivia, toda vez que América del Sur se ha convertido en el nuevo foco principal de la enfermedad.
La moneda está en el aire y la incertidumbre es grande: el propio semblante de los tres dirigentes que se reunieron en la Quinta Presidencial de Olivos para grabar el mensaje difundido este viernes daba cuenta de ellos. La preocupación ya no se puede disimular y aparte, el margen de maniobras es estrecho a estas alturas de la emergencia sanitaria.
Una cuarentena tan prolongada, con la consecuente parálisis económica que afecta gravemente a sectores productivos y comerciales del AMBA, en especial, y el cansancio de la gente que ha permanecido encerrada durante más de 100 días también suponen un desafío para las nuevas medidas oficiales.
El esperado éxito de la decisión de la Casa Rosada dependerá de que la sociedad ejerza un aislamiento “más rígido”, pero en un contexto de laxitud casi generalizada en estos días en barrios del Conurbano bonaerense, por ejemplo, ¿cómo logrará el Gobierno que se cumpla con lo que pretende?
¿Volverán a verse en las calles efectivos de fuerzas de seguridad con armas largas como sucedió a comienzos de la cuarentena? ¿Se repetirán esas escenas de retenes “militarizados” que tanto malestar generaron en un sector de la población? Fernández apeló al compromiso de la gente, pero ¿será suficiente su pedido de “un esfuerzo más”?
Porque en definitiva, se trata de “un esfuerzo” que no se sabe en efecto si será el último, mientras el humor social continúa en franco deterioro -de acuerdo con una encuesta de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA)- y la actividad económica se mantiene en caída libre.
Algo falló en la estrategia
En este sentido, según pudo averiguar NA, intendentes del Gran Buenos Aires le pidieron a Kicillof poder “decidir” sobre asuntos barriales, de cercanía, en sus respectivos distritos, además de un discurso, un formato de comunicación “uniforme”, cargo de funcionarios provinciales.
El gobernador, de todos modos, resolvió endurecer las medidas de aislamiento en el AMBA, en sintonía con la Nación y la Ciudad, y está claro que también él, con su corta experiencia al frente de la provincia más importante del país, jamás se hubiese imaginado que el destino lo iba a poner a prueba de esta manera, a poco más de seis meses de haber asumido.
La “nueva normalidad” de la que hablan especialistas, esa instancia posterior a la pandemia, parece cada vez más lejana en el AMBA a medida que avanza el coronavirus; y ciertamente si los casos aumentan a diario y fue necesario retrotraer la cuarentena casi a una Fase 1 es porque algo se hizo mal.
En algo falló la estrategia oficial -especialistas hablan de que no se salió a “buscar” al virus con eficacia- si más de 100 días después de aquel 20 de marzo se llega a este momento, cuando en otras zonas del país alcanzaron incluso una Fase 5, lo que implica haber logrado controlar el brote de Covid-19.
Quizá por este motivo el Gobierno optó por emitir un mensaje grabado y no abrir el juego a una conferencia de prensa el viernes pasado en Olivos, para no exponer a Fernández a preguntas que lo ubicaran en una posición aún más incómoda.
Mientras tanto, casi como viviendo en un mundo paralelo, la vicepresidenta terminó la semana ahondando en temas que son de su estricto interés, hablando nuevamente de “lawfare” y envuelta en otra disputa con la oposición en el Senado.
Las principales preocupaciones de la mayoría de los argentinos, como suele suceder, pasan por otro lado. De cualquier manera, fue Cristina quien eligió a Fernández como “su” candidato a jefe de Estado y en este contexto tan excepcional, cualquier tropiezo del Presidente en la batalla contra el coronavirus supone un costo político compartido.
(*): NA.