Por Marcelo Gobello (*)
Hace 103 años nacía en esta ciudad de Mar del Plata de flamante 150, el 11 de Marzo de 1921, Astor Pantaleón Piazzolla, hijo de padres también marplatenses. Astor Piazzolla es el artista más genial y, por tanto, más reconocido y reconocible que ha alumbrado la ciudad en su historia. Fue sobre un pequeño escenario de madera que su propio padre Vicente (a quien él llamaba cariñosamente Nonino) había instalado en la calle Alberti 1561 en la cervecería New York del futuro barrio de la ex-terminal de ómnibus de Mar del Plata donde Astor Piazzolla se ganaría sus primeros pesos como músico de tango en el verano de 1937/38.
Fue en su ciudad natal donde realmente se enamoraría del Tango, escuchando por la radio LU6 al Quinteto de Elvino Vardaro, y donde aprendería a tocar con la “mugre” del género con los hermanos Paoloni. Y fue allí donde decidió que a eso se iba a dedicar toda su vida: ni la promesa de un puesto en el Casino o estudios de Contabilidad fueron seductoras para el joven Piazzolla. Pronto decidió retomar sus estudios de música tomando clases de piano con el maestro Néstor Romano, quien años después sería el primer director de la Orquesta Sinfónica Municipal de Mar del Plata. También comienza a crear sus propios grupos, como el Cuarteto Azul, y a lograr ubicarse como miembro estable de las varias orquestas que existían en Mar del Plata a fines de la década del 30 como Los Ases del Ritmo, la Típica de Luis Savastano, o la Orquesta de LU6 Radio Atlántica.
Si bien en su música se reconocen influencias y elementos de vastas y variadas procedencias (Bach, Mozart, Bartok y Stravinsky, mezclados con Cab Calloway, Duke Ellington y George Gershwin) su esencia está en Vardaro, Pugliese, Troilo y Gobbi, o sea el tango. Lo mismo ocurre con las ciudades que lo formaron: Nueva York, Buenos Aires, París y Roma fueron fundamentales para su vida, pero su esencia está en Mar del Plata (la ciudad que lo vio nacer a la vida y al tango). En Mar del Plata también conoció su otra pasión eterna, la pesca, sobre todo la de tiburones, teniendo fijado como “su lugar en el mundo” una particular roca de Playa Chica.
Aquel jovencito de 18 años que llegó a Buenos Aires en julio de 1939 para cambiarle para siempre su música y su fraseo traía como acertadamente escribiera el periodista uruguayo Guillermo Saavedra los sonidos del Cotton Club, las fugas de Bach en el piano de un lejano maestro húngaro y la furia del mar en sus oídos. Todos los marplatenses saben muy bien de que mar se trata.
¡Feliz Cumpleaños querido Astor!
(*) miembro de la Academia Nacional del Tango y de la Fundación Astor Piazzolla