El gas aumentó un 30% y la luz un 24%, en las últimas dos semanas. El bioconstructor Juan Bachi Pilotta suelta consejos aplicables a cualquier vivienda.
por Agustín Marangoni
La energía en Argentina aumentó entre un 3950% y un 4830% para el usuario hogareño, en los últimos tres años. La última modificación, hace dos semanas, puso en vigencia un aumento del 24% en la boleta de electricidad y un aumento del 30% en la boleta del gas, junto con un pago en 24 cuotas a favor de las empresas distribuidoras por las oscilaciones cambiarias de los últimos cuatro meses. El impacto en el presupuesto familiar es inmediato, directa e indirectamente. El consumo cotidiano es más caro, igual que la energía para producir bienes de primera necesidad. Es un derrame directo al proceso inflacionario que este año tiene previsto superar el 40% interanual.
El panorama abre por necesidad y asfixia un espacio para repensar el uso de la energía. El especialista Juan Bachi Pilotta, bioconstructor de la primera escuela sustentable del país, lleva el análisis hacia el cambio de hábito de los usuarios. Dada la política tarifaria inamovible del gobierno, queda un único objetivo: cuidar el recurso para bajar el gasto.
Para mejorar la eficiencia energética en las viviendas –explica– hay que estar activo con estrategias de ahorro y acompañarlas con inversiones mínimas que se amortizarán en poco tiempo. Como ejercicios simples y obvios, por ejemplo, señala la importancia de apagar las luces de los espacios que no estén siendo utilizados y cerrar las puertas de las habitaciones vacías para no calefaccionar ambientes sin necesidad. Como ejercicios simples y menos obvios, explica que es esencial controlar la altura de las persianas para aprovechar al máximo la luz y evitar que se pierda el calor o la frescura acumulada. No es sólo cuestión de abrir de día y cerrar de noche. Hay que estar atento a las variables del clima, la hora y las necesidades.
La lista de estrategias básicas de ahorro es extensa: burletes en puertas y ventanas, células fotoeléctricas en luces exteriores, timers en termotanques eléctricos y termos solares para agua de mate, entre otras. Parecen consejos demasiado básicos, pero no siempre se visualizan los beneficios directos. Una ventana mal burleteada en un ambiente central de la casa puede generar un aumento de hasta el 10% en el consumo de energía. En la tabla de proporciones del costo del gas, un 10% hoy puede significar entre 600 y 1000 pesos bimestrales. Incluso más.
– ¿Qué es lo mejor, a tu criterio, que ofrece el mercado tecnológico energético en Argentina?
– En nuestro país se consiguen componentes de excelente calidad para implementar sistemas de energías renovables, tanto para producir electricidad con paneles fotovoltaicos y su electrónica de control, las baterías de ciclo profundo que utilizan para almacenar energía y tenerla disponible durante los períodos en que el sol no está presente, como para obtener agua caliente mediante termotanques solares. Yo diría que la oferta es variada y de buena calidad.
– ¿Y en el mundo?
– En otros países está muy desarrollada la tecnología de baterías de litio a un costo amortizable. En línea directa hay un gran desarrollo del transporte eléctrico. Hace años que está homologado este tipo de vehículos, por lo que cuentan con una gran red de cargadores en la vía publica. Otro de los temas que está resuelto en el mundo y sería buenísimo implementarlo en nuestro país es la microinyección de energía proveniente de fuentes renovables a nivel doméstico. Esto permitiría amortizar la inversión mucho más rápido y por lo tanto masificar este tipo de instalaciones.
La falta de criterio en el uso del presupuesto para construir también es un mal negocio. Es real que muchas veces se llega demasiado justo con los gastos, pero también es común resolver arreglos de manera precaria para salir del paso, sin pensar en las consecuencias. Al no usar los materiales adecuados y no aislar debidamente techos, muros y pisos, los ambientes pierden fácilmente el calor en invierno o se sobrecalientan en verano. “Hay muchos materiales naturales como la tierra, el rastrojo de paja y la madera que tiene excelentes características respecto de la eficiencia energética y que no son debidamente incorporados como opciones válidas por la industria de la construcción”, señala el especialista.
– ¿Qué opinás de la política energética del gobierno?
– El gobierno ha dado algunas muestras de avanzar hacia el uso de energías renovables, pero los pasos concretos hasta ahora han sido sólo en el caso de proyectos de plantas fotovoltaicas a gran escala. Y aunque esto no deja de ser un avance a ser reconocido, seguimos esperando la reglamentación de la ley de generación distribuida que permitiría que cualquier persona pueda convertirse en un prosumidor, generando su propia energía e inyectando el excedente a la red eléctrica, obteniendo a cambio una remuneración proporcional a la energía aportada a la red. Estamos también a la espera de los créditos blandos para la instalación de sistemas de energía solar que se anunciaron en varias oportunidades, pero que aún no existen, a excepción de algunas provincias donde las gobernaciones avanzaron en tal sentido.
El mercado energético ocupa un rol determinante en el discurso político global, con una repercusión visible en las nuevas generaciones. La tendencia es abrir el juego a las alternativas renovables, más económicas y eficientes, que de a poco avanzan de la mano con un cambio de conciencia. El problema está en la inversión que se requiere para replantear el tablero en su totalidad. Horizonte que parece lejano en épocas de recesión económica y aumento de tarifas.