Por Ariel Ciano
Hace alrededor de un año estaba escribiendo mis primeras impresiones, en este mismo espacio, sobre una pandemia que no podíamos imaginar como podía afectarnos. De las cuarentenas de quince días al ASPO, el DISPO y la posibilidad -en pos de resguardar la salud de todos y todas- de volver a un cierre parcial de algunos sectores. Pasaron muchas cosas desde aquel tiempo y siento que, como marplatense y con responsabilidades públicas, era un momento oportuno para reflexionar sobre lo que vivimos hasta ahora.
Desde hace semanas sabemos que atravesamos una situación crítica. Y por ello es que debemos realizar nuevos esfuerzos para superar esta segunda ola, que como dijo el gobernador Kicillof bien podría calificarse como un “tsunami”. Y los marplatenses bien sabemos de olas, mareas, subas y bajas, aunque no hay nada más impredecible que la naturaleza.
Debemos recordar que las medidas que el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, junto a todo su Gabinete, dispuso, lograron evitar que en 2020 colapse el sistema de salud, decidiendo, por ejemplo, que en Mar del Plata se construyera un Hospital Modular.
También tuvimos la oportunidad, por obvias razones, de adelantarnos en muchos aspectos a lo que iba a acontecer, ya que podíamos observar lo que sucedía en otras regiones del planeta, aunque es cierto que cada sociedad transitó esta pandemia con sus propias características, que en muchos casos son diferentes a las nuestras.
Porque el barbijo debió haberse llamado más “tapanariz” que “tapaboca” para comprender cómo usarlo o porque no debería haber sido tan difícil quedarse en casa en vez de ir a una reunión social. No importa la falta, ante un enemigo como el Covid-19, relajarnos es bajar la guardia y permitir que avance, incluso atacando a quienes más queremos.
El agobio, la ansiedad y la frustración son sensaciones lógicas. Alguien perdió su trabajo, otros lamentan la distancia con sus seres queridos, algunos se enteran en este instante que un familiar contrajo el virus, una persona está esperando ser atendida en la guardia de un hospital o también alguien siente el dolor de una pérdida irreparable.
Hace un año que estamos hablando de lo mismo, en ese lapso en la Argentina se registraron casi tres millones de contagios y más de sesenta y un mil fallecimientos. Y detrás de cada uno de esos números hay familiares, amigos, docentes, personal de salud o seguridad y miles de compatriotas.
A pesar del doloroso proceso vivido hasta ahora, los argentinos lo pudimos transitar con el acompañamiento de un Estado que se ha esforzado por dar respuestas a las necesidades de los sectores más vulnerables.
Medidas como las impulsadas por la Anses, que conduce Fernanda Raverta, permitieron que durante 2020 ciento diecisiete mil marplatenses recibieran el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y que cuarenta y seis mil trabajadores vieran garantizados sus salarios a través de los ATP.
Hace pocas semanas, el Congreso de la Nación aprobó una relevante modificación al Impuesto a las Ganancias promovida por el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, por la que veintitrés mil vecinos de la ciudad dejarán de pagar este gravamen, generando un significativo alivio fiscal para las familias de clase media.
Por estas horas, cada “último momento” de las noticias nos genera angustia frente a un posible cierre o anuncio de aumento de casos, pues atravesamos por una situación compleja. Y así como sabemos eso, también hay que ser conscientes que tendremos que realizar nuevos esfuerzos para superar una segunda ola que creció de manera más sostenida y acelerada que la primera.
A nadie se le escapa que esos esfuerzos sólo tendrán el efecto deseado si somos capaces de revitalizarnos individual y colectivamente para seguir adelante. Veamos también el vaso lleno, pues ya existen ciento veinte mil marplatenses que recibieron al menos una dosis de la vacuna.
Pero todavía son muchos los que no tienen ninguna inmunidad contra el virus. Aunque también es cierto que el gobierno del presidente Alberto Fernández ha trabajado y sigue trabajando, en un contexto mundial muy difícil para asegurar que todos y cada uno de los argentinos reciban lo más pronto posible sus dosis.
Ya pasó un año, y no necesitamos recordar una y otra vez los riesgos de este virus, lo que provoca, cómo se contagia y cómo debemos actuar para evitar que se propague. O tal vez sí.
La responsabilidad de cuidarnos es de cada uno de nosotros. El momento nos exige a todos y todas a sostenernos y protegernos mutuamente, pero además quienes detentamos responsabilidades públicas tenemos el deber trabajar con sentido común y sin egoísmos.