Opinión

Ese chico de las canciones

El músico Gaspar David editará a fines de marzo su segundo disco solista. Mientras pule el proceso de mezcla y define un título, arma las valijas para mostrar su música en el viejo continente.

por Agustín Marangoni

Para Gaspar David cada canción es un momento de la vida. Un aprendizaje o un error. El impulso de componer no se planea, surge y hay que aprovecharlo. Es producto de hacer y de pensar en música todos los días. Es tan así que comienza tarareando melodías. Ese sonido difuso que sale del cuerpo son las primeras líneas del boceto. Después se sienta en el piano o improvisa una secuencia de acordes en la guitarra. Así va creando.

El desafío para una canción es movilizar las emociones, para el lado que sea. Es una semilla que no germina en ninguna cuestión técnica, sólo en las formas, en las combinaciones propias de la música. En esta era de maravillas sonoras, las buenas canciones sobreviven al parlante más choto de una laptop, creo. Así empiezo a escuchar los discos últimamente, por comodidad pero también por capricho. Se la tienen que bancar y decir algo más que una línea de bajo bien grabada. Creo, insisto, mientras me alejo de artistas nuevos que me parece haber escuchado cien veces. Gaspar David pasa siempre la prueba.

Su disco nuevo todavía no tiene título pero ya se pueden escuchar dos canciones. Está casi terminado, sólo faltan detalles en el proceso de mezcla. Para fines de marzo estará listo y girando. De hecho, él se va de gira, por tiempo indefinido. Su primera escala será Barcelona, donde se instalará con su familia y su música. Las dos canciones que soltó en los últimos días, Cristal y Quedamos afuera, son el prólogo de una obra que continúa a Las cosas vienen (2014), un álbum que muestra una forma de entender la música. O más: una forma de defender la música. El nuevo trabajo avanza en la misma senda. Tal vez más pop y más sensible, aunque parezca una contradicción. El disco nuevo llegó a mis manos por sinvergüenza: se lo pedí. Y me dejó escucharlo. Tuve suerte.

En este álbum hay un trabajo vocal más buscado. Gaspar subraya el peso específico de determinados fraseos. Quiebra la voz sobre los bordes de la melodía en busca de color, dolor también. Hace todo él. Compone, toca el piano, la guitarra, programa las bases, escribe y suelta. Lo suyo, dice, es pasarla bien haciendo música, generar buena energía y hacer de la música un suceso colectivo. “Este disco nació de un momento muy particular, la gestación de mi hija y el crecimiento que esto genera. A la vez es fruto de escuchar nuevos discos y nuevos amigos. El proceso creativo fue bastante solitario y lo inexplicable, que es el don de componer”, dice Gaspar.

El sonido –explica– tiene conexión con el pop rock de los ochenta. De ahí las reminiscencias de Charly García, Soda Stereo, The Smiths y Depeche mode. Las guitarras dan un salto hacia la crudeza de Nirvana, Radiohead y Oasis; bastante clásicas, sin mucho mas que un poco de distorsión. El plano de voces es una fusión entre Stones, Beatles y la psicodelia actual de Tame impala, Arcade Fire y Mac Demarco. Las baterías procesadas también marcan, en parte, la tendencia del disco. “Los sonidos surgen de los instrumentos que tengo en casa, sin vueltas. Casi todo el proceso estuvo en manos del productor Guillermo Porro. En lo personal, me gusta que se entienda bien la letra y que haya diferentes climas dentro de la misma canción”, agrega.

– ¿Qué encontraste de nuevo en este disco?

– Nuevas formas de producir, la forma de los temas, la vuelta de lo que digo, probar nuevos audios y trabajar con gente con más experiencia. Con el disco anterior aprendí que lo más importante es la canción, el resto es maquillaje y adornos que la embellecen. La base tiene que ser precisa y autosuficiente.

– ¿Cuán importante es la letra en el diseño de tus canciones? ¿Cómo elegís las palabras?

– La letra es importante. Tengo que encontrar las palabras justas para poder trasmitir lo que quiero, sin ser directo ni vulgar y que suene atractivo, crear una imagen visual que te trasporte. Eso va apoyado de la armonía y el ritmo, hay que hacer una balanza perfecta entre esos tres ingredientes para llegar a la buena producción. La mayoría de las veces aparece primero la música, luego balbuceo melodías y van apareciendo frases. De una palabra se crea todo un universo.

– ¿Por qué te inclinaste en algunos pasajes hacia el pop?

– El pop siempre estuvo en mis temas, crecí escuchándolo, los estribillos marcados, los riffs que siempre te acordás, las melodías pegadizas. La mayoría de la música que llega a nuestros oídos es pop, tiene un atractivo que sin saber qué es nos hace seguir escuchándola y recordarla. Y pop porque hablan de situaciones comunes. Cada persona las puede interpretar como quiera.

Gaspar tiene en su casa las herramientas para hacer música. Todos los días se sienta a tocar, sin rituales ni métodos estrictos. No decide casi nada. “Simplemente me pongo a tocar y algo mágico pasa”, dice.

– ¿A qué le cantás?

– Le canto a lo que la música me pida, a todas las cosas que pasan en la vida, experiencias y situaciones que me hacen reflexionar.

– Hablando de cosas que te pasan en la vida ¿Cambió tu sensibilidad musical ser padre?

– Lo estoy experimentando en este momento, sensibilidad siempre tuve pero ahora hay un amor incondicional que se hace cada vez mas fuerte. En base a la música, se irá reflejando en los próximos discos. Estos nuevos temas los compuse antes de que naciera mi hija, así que ya veré qué pasa en los próximos.

Las cosas vienen es un disco extraordinario. El sucesor también. Consigue la misma altura y con nuevas preguntas. Faltan tres meses. Hay que prestarle atención a la música de Gaspar David.

Foto 1: Motherfucker Party

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