Andrea es sargento primero del Servicio Penitenciario Bonaerense y trabaja en la Unidad Penal 15 de Batán. Durante más de 10 años estuvo en la Unidad Penal 50, la "Cárcel de mujeres", donde a meses de ingresar una presa la sorprendió y la golpeó brutalmente, tras el ataque los médicos le confirmaron que estaba embarazada de quien hoy es su hijo más chico.
El Día de la Madre, este domingo, se vivirá de manera especial en todas las familias, incluso en las que están separadas por los gruesos muros de cemento de las cárceles de Batán, allí, donde hombres y mujeres purgan sus condenas tendrán la posibilidad de realizar video llamadas para conectar a madres e hijos en este día.
Andrea es sargento primero del Servicio Penitenciario Bonaerense y tras más de una década en la Unidad Penal 50, la “Cárcel de mujeres”, ahora cumple funciones en la Unidad Penal 15. Tiene cuatro hijos, de entre 13 y 27 años, y pasará este domingo del Día de la Madre en familia, disfrutando que no tiene guardia.
La sargento primero recuerda que cuando ingresó por primera vez a trabajar a la cárcel fue “chocante”, ese cambio inmediato de ambiente era notorio, casi palpable: de un lado de los muros la libertad, del otro el encierro y el castigo. “Un poco te sacude el cuerpo, vos ves a las internas solas, alejadas de sus familias, de sus hijos y es duro. En un Día de la Madre, si bien reciben visitas de los hijos, es triste. Ellas están privadas de su libertad, los nenes y nenas vienen con su amor incondicional por sus madres y ves cómo les cuesta después separarse. Es hermoso ver ese amor, pero muy triste ver la despedida”, dice.
En la Unidad Penal 15, donde están alojados los hombres que fueron condenados, la jornada en un Día de la Madre es diferente y “más duro”, según Andrea, ya que los hombres reciben las visitas de sus madres. “Las mamás sufren mucho el encierro de sus hijos, independientemente del delito que hayan cometido, sufren verlos encerrados y lloran cuando los ven y cuando se van, es realmente muy duro, pero el amor de la madre se nota, es incondicional”, remarca.
“No se puede justificar nada que hayan hecho, pero estar en la cárcel es un castigo terrible, sin ver a la familia y a los hijos”, reflexiona Andrea y agrega: “También están las mujeres y los hombres que no les interesa la familia y usan a sus hijos para tener beneficios, para que les traigan droga por ejemplo. Se ve realmente de todo”.
Este año, por la pandemia, todas las visitas en las unidades carcelarias están suspendidas. Pero internos e internas cuentan con dispositivos móviles para poder conectarse con sus familias y así poder vivir, a pesar del encierro, una jornada especial por el Día de la Madre.
El brutal ataque de una interna cuando estaba embarazada
Andrea empezó a trabajar en la Unidad Penal 50 en 2006, cuando la cárcel abrió sus puertas. Aprendió a manejar a las internas con el correr del tiempo y admite que en un principio era “inexperta” y esa falta de experiencia la resume en una situación que le quedó grabada.
En esos primeros meses de trabajo, una interna simuló tener un ataque de convulsiones. Ella, como guardia cárcel fue a asistirla e inmediatamente llamó al personal de sanidad. Un enfermero fue hasta el pabellón y dispuso a trasladarla al área médica. La compañera de celda quería aprovechar la situación e ir junto a ella, para salir un rato de ese encierre, pero, por protocolo se le negó.
Fue en ese contexto que la interna sorprendió a Andrea y comenzó a golpearla, la tiró contra una pared y le dio patadas hasta que la separaron y la volvieron a encerrar. La sargento primero quedó herida y tuvo que ser trasladada al hospital, donde la atendieron los médicos, le realizaron placas y en ese control se constató que estaba embarazada. Andrea esperaba a su cuarto hijo y la noticia se la dieron después de recibir una brutal paliza.
“Tuve miedo por pensar en lo que podría haber pasado, las patadas fueron en el abdomen, en el costado de la cadera. Después seguí trabajando en el penal embarazada y no tuve miedo en ningún momento”, recuerda Andrea, que hoy destejará el Día de la Madre con su hijo más chico, el cuarto, el que estaba en su panza cuando una interna la golpeó en la Unidad Penal 50 de Batán.