Cultura

Entretextos: seis poemas y un cuento de Martín Iván Balbiano

El escritor, también conocido como Vania Valvianov, comparte una selección de textos poéticos y narrativos con los lectores de LA CAPITAL.

ALIEN

En el gran chiquero del mundo

La piel separa el barro de la sangre

En la sangre la historia

En el barro la historia

Queremos la muerte de todxs

Ansiamos la muerte propia

Con miedo

El dolor es ese ALIEN

Que sale del pecho

Y nos mancha con sangre ajena

Para luego mezclarse con el barro

Ese bicho raro el miedo

Sale corriendo

Para crecer fuera de nosotrxs

Y como un buen ALIEN

Bien alimentado

GAMING

——Me desperté

——De madrugada

——Escuchando

——Bombardeos

——Gritos

——Disparos

——Mi vecino

——Jugaba

——Video juegos

LAS ENAMORADAS

A veces pensamos en la muerte

Como lejana

Tal vez por nuestro eterno pensar infinito

Pero la doña está cerca

Eso me da ganas de vivir, saber que un día

Se termina

Muerte de noche?

Muerte de día?

Todos tenemos distintos pensares.

ME GUSTA PINTARME LAS UÑAS

Me gusta pintarme las uñas

Ponerme un poco de rímel

Y leer a todos los clásicos

Me da asco la police

Vestidos de asco azul

Me gusta

Estar esperanzado

Con tu pretensión

De amor eterno

Cuando el planeta

Muy bien contaminado

Nos dé la mano

Para hundirnos con él

Cuando los hijos

Que nunca tengamos

Nos dejen ser,

Probaremos néctares

De dulce fragor

Y el vapor de nuestros cuerpos

Cuando se condense

Mutará en lluvia ácida

Contaminándolo

Todo

Todo

Alrededor

VIVO COMO ENTRE NUBES

Vivo como entre nubes, no sé

Cómo explicarlo, pero créanme

Que es así.

Vivo como entre nubes,

Hoy ella quiere recordarlo, pero

Teme que se haya enamorado sin

Poder ver, solo los grillos y las

Gatas comiendo su alimento

Comprado de oferta a algún

Veterinario pacato que cree poder

Ver el sufrimiento animal.

Vivo como entre nubes, lo sé.

La diferencia real entre un sonido y

Un palo de escoba es nula.

Mi mamá me dijo que mi papá me

Cuida, por eso me maltrata y me

Dice tarada miedosa cagona puta

De mierda pendeja

Para qué te di vida si al

Final SOS UNA ESTÚPIDA.

Vivo como entre nubes y no es

Difícil darse cuenta.

MI CEMENTERIO

Leyendo a Lamborghini

Se cruzó la palabra OSARIO

Busqué su definición

Dice:

“Acumulación de huesos que ya nadie

Reclama en el cementerio”

Inmediatamente

Agarré mi cuchillo más afilado

Comencé a deshuesarme

Fémur, tibia, peroné

Caderas

Todas mis costillas

Clavícula

Huesos del brazo

Huesos de mi mano

Ahora solo soy un pellejo

Para que puedas derramar tranquilo

UNA DESPEDIDA

El calefón se quejó como si le doliera algo por dentro. Se dieron vuelta por la sorpresa. Antes de comentar el Mosqui se rascó la sien derecha y miró a su hermano ensangrentado y a punto de morir.

—Acostémoslo boca arriba —dijo al fin, refregándose los ojos. Abrió la botella de Fernet de arriba de la heladera y tomó un trago largo del pico—. Llamá al Doctor —gritó desencajado.

Pérez sacó de su bolsillo trasero el celular, fue hasta el baño y apagó la luz que se escapaba por el ventiluz hacia la Rivadavia. La voz del Doc era inconfundible saliendo del aparato.

—Vení rápido a la casa de la Rivadavia que se nos muere el Tranfe —se escucharon los gritos del Doc—. Después te explico, apurate.

Mosqui apretaba la herida del muslo. Con un movimiento brusco, se desgarró la remera y colocó un girón de tela por encima del corte. Murmuraba al oído de su hermano, cada vez más blanco. Sentía que el tiempo se había detenido para siempre. Escuchó el quejido de la puerta de la heladera. Creyó que hasta los aparatos de la casa estaban acongojados. Pérez sacó una soda y se preparó un fernet. Se apenó por la falta de hielo, más que por la herida mortal del Mosqui, no lo quería realmente. Estaba harto de ser el pinche de estos dos, para Colmo casi se va al carajo por culpa de este boludo que se muere, pensaba mientras bebía el trago amargo y tibio.

—Abrí las ventanas —la orden del Mosqui lo sacó del trance; tardó en espabilarse—. ¡Dale, boludo! Cuando se abrió la primera ventana del living marrón y vacío, sin ningún tipo de decoración más que la humedad de la pared lateral, el gato que habían adoptado para que mantenga la casa libre de ratas entró maullando. Se acercó a Pérez por los talones y comenzó a refregarse. Tranfe, un poco más blanco que antes abrió los ojos y empezó a llamar al felino. Mish mish mish. Intentó estirar el brazo para tocarlo. El hermano miró la escena y, sin disimular sus lágrimas, agarró al gato por el abdomen y lo colocó sobre el pecho de Tranfe. De un tirón se acordó cuando le prohibió adoptar al animal que ahora rumiaba sobre el cuello del herido. El Doc entró a las corridas espantando al felino y asustando a Pérez. Vio el sillón empapado de sangre y el cuerpo de Tranfe de un blanco definitivo.


Martín Iván Balbiano (alias Vania Valvianov) nació en Mataderos en 1982, pasó su infancia y adolescencia en Salto (Buenos Aires), a los 19 años se trasladó a La Plata y hoy reside en Mar del Plata. Estudió psicología, carrera que abandonó al tercer año para dedicarse a la música y el teatro. Es profesor de música por la Escuela de Arte de Berisso. Como baterista y contrabajista, tocó en varias formaciones de música popular. Hizo radio, teatro y participó en cine, al tiempo que realizó actividades atravesadas por la lectura y la escritura, a la que hoy se dedica exclusivamente. Publicó “El CafeSito” (Luz del Pastor, 2020) y algunos poemas sueltos en fanzines e Instagram. Actualmente, está preparando su primera novela y participa del taller de escritura de Esteban López Brusa.

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