Cultura

Entretextos: poemas de Paola Suárez

Biografía Silvana Paola Suárez vive en Villa Mercedes, San Luis. Es profesora de Lengua y Literatura. Es poeta, participa en talleres de poesía y abiertos de lectura en su provincia. Además, ha publicado poemas en las revistas: “El viento”, de la Ciudad de San Luis, en Kametsa revista de Perú y Revista Montaje de Chile.

Extrañamiento

I

Es cierto que los demás

son una masa impenetrable

murmuran cosas

en otro idioma

yo no soy de este pasillo

no descifro el tiempo

que se esconde detrás de la niebla

he vuelto como imagen

mi sonrisa es demasiado alegre

para otro mundo pasajero.

II

Cuando me acerco la voz se aleja

vamos por un camino

que es el mismo paisaje

vacas gordas,

caballos entre las piedras,

en la imagen que ya pasó.

La casa que no habíamos visto

es la misma bajo la montaña

no somos los de antes

la ruta está húmeda

por la lluvia

fingimos que todo eso no estaba

tomamos otra foto

que será la repetición de otro viaje anterior.

El visitante

Golpea la puerta dos veces

luego arrastra los pies por el pasillo

se dirige a su cuarto

escucho las canciones de su radio

prende y apaga hornallas,

sus insultos a los vecinos

luego el ruido habitual

sus pasos a mi cuarto

los golpes suaves

uno, dos

y se marcha con tos monocorde

baja jaulas del techo,

corta flores secas.

Ahora hay silencio.

El visitante ha podido

matarme sin golpear.

Maldición de los sombreritos II

Sueñan en sus casas limpias

Caen en la tarde como moscas

miran de nuevo hacia el sur

Sus colmillos afilados

Muerden el primer pájaro

Que chilla en la tarde.

Bajan al estanque, deshuesan una gallina

hablan de los posibles ataques

a la luz del día

acercan los rostros al agua

la imagen cambia

un hilo se corta

y desteje la tarde

que creían real.

Libro

Como si estuvieras en la cama

o te hubieras muerto

qué drama la rosa que cae

a un cajón

las formas

el perfume

son

hojas dobladas

Quién puede adivinar el libro

la perversidad

los diálogos secretos

¿de una hoja doblada?

Martes

En un final apropiado

venías a la rastra

volviste a ser vos

detrás de otras esquinas

o antes

primero habían muerto búhos

después todos los pájaros

¿Los has visto chocar ventanas?

¿desprender de faroles nocturnos

huir de la niebla

entre máquinas muertas?

El extraño I

Hoy murió papá

los rostros se apiadan de mí.

La tarde es un tornillo incrustado

en una madera artificial.

Un hombre mueve sus manos

como una silla que cruje.

Dentro de mis ojos

hay una fila de cipreses.

II

Hay dos días libres,

mis manos tocan sus senos

su vientre y su cintura

húmeda por el agua,

nadamos hasta hundirnos

y no respirar.

En la película alguien sonríe

se acerca a un balcón y observa

las lámparas de la calle

y el piso grasiento.

Piensa: “Todos somos un poco culpables”.

Cierro las cortinas a una

tormenta de nieve.

III

Desde la ventana de mi cuarto

entre el ruido y el polvo

una mujer grita

su rostro es la mancha roja de

mi indiferencia.

IV

Desde el pasillo

la imagen me recorre.

La lluvia es tibia.

Su lengua calma mis labios,

su voz hace un círculo en mi estómago.

La oscuridad aparece otra vez,

los gritos espantosos

desde una habitación

una cama cruje.

Un perro se marcha y no regresa.

V

Desde el umbral de mi puerta

veo sentado a un hombre de sombrero

que pronuncia frases inconclusas.

A su lado un perro enfermo de la piel

“La verdadera enfermedad es su vejez”.

Vuelvo mi mirada hacia un cuadro sucio

de París donde abundan las palomas

y los patios sombríos.

VI

Siento en mi boca el cigarrillo amargo

el sol me golpea en la cara

observo pequeñas casas

bañistas, rocas,

el sonido del agua.

Siento sus manos en mi espalda

sus piernas que me rodean

el deseo cae como plomo

sobre mi cuerpo.

El mismo sol, la lluvia

el viento intenso

dentro de mi garganta.

Un sol que me empuja a empuñar un arma

y disparar.

El mismo sol.

VII

Como todo el mundo yo quería

a mi padre

como una lámpara a su sola luz.

Cuando cierro los ojos

un crucifijo golpea mi cara

y mis manos pierden sensibilidad.

Un hombre de traje oscuro

interroga a otro

que soy yo

sentado en un sillón

“Nadie vive sin Dios”

y todo mi cuerpo

se desarma en las baldosas.

VIII

Veo una sala con ventanas cerradas

una fila de rostros

que no buscan el ridículo

sino el crimen.

Un jurado acusador,

el odio de la multitud,

los deseos de llorar

por primera vez.

¿Qué es un criminal?

¿Quién toma alcohol

sobre un cadáver?

Si cierro los ojos veo

que alguien se aproxima a mi alma

y no ve nada.

Como un acto involuntario

mis manos no sienten

pesar por nada

estoy atrapado por lo

que va a ocurrir en el futuro.

IX

Me golpean los recuerdos

cuando la imagen está de espaldas

su vulnerabilidad

frente al mundo,

es un dolor punzante

de una vida anterior.

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