Su obra literaria ha sido galardonada en Puerto Rico, Estados Unidos, España, Italia, Francia, Uruguay, Chile, Perú, Argentina y Canadá. Ha publicado veintiún poemarios y tres libros de cuentos.
Iridiscencias
la linterna de papá
alumbra
donde ya no
hay río en la noche
aparejos lanzados contra la niebla
quién anda ahora con siete perros
la madrugada
el mundo
se abre un halo de luz
papá
los días son otros
días para no ser yo
ser vos
apuntando a los patos
la laguna
repite el estallido
el eco de tu voz
la linterna sobre el cuaderno
la muerte que ha de venir
para decirme lo que ya sé
Del libro “Iridiscencias” (Ediciones Árbol Animal)
Poema invernal
Allá,
entre los pajonales,
un hombre vestido de grafa
(y con lentes oscuros,
como el fondo del río)
apunta con un rifle.
Dos liebres pastan a siniestra
y el hombre mira el vuelo de los cuervos.
Es invierno en el campo
y, tras el oloroso estrépito de la pólvora,
como quien condena
cierta luz en la oscuridad,
mi padre
(un hombre sensato pero triste)
ha rasgado el telón de las estrellas.
Del libro “Mareas bajas” (Ediciones Árbol Animal)
Nocturno con luna
Afuera, las bestias domestican el hambre.
Los campos envejecen
en la tentación de los zorros.
Todo lo devora la noche.
En la garganta de la muerte
corre un hilo de agua
hasta volverse río.
Los zorros blancos se volvieron luna.
Las liebres son, ahora,
gusanos tiernitos en la maraña.
El cazador se esconde
en el pastizal de la niebla
y nadie es la fatiga.
Nadie que pueda amanecer en otros cueros,
en otras patas
podrá oír el gaznido blanco de la luna, ahora,
convertida en zorro.
Del poemario “En los márgenes de la niebla”
(Ediciones Ruinas Circulares. Premio Rubén Reches de poesía 2023)
Mercado de Tilcara
Bajo un cielo de zinc,
las voces enjambran algo de tierra al sol.
El pregón se aquerencia
y trae la voz de los cerros
y el diáfano preludio de los pájaros.
Entre apios y cebollas,
la vida pasa. Pasa la vida
entre ramos de flores. La nostalgia
es un campo con surcos, allá, Tilcara afuera.
Un burro.
Unas cabras pastando.
Un niño jugando entre repollos.
Mercado de Tilcara.
Pregón envejecido en copla.
Campo de luz
para los ojos que miran desde otro lugar.
Del poemario “Aguayos” (Ediciones Árbol Animal)
Milonguera
Se va la milonguera. Es un reverso
de sombra despareja, asonantada.
Tiene un pareado azul en la mirada
y en su arcano rufián, el universo
se deszurce. Su andar juna, disperso,
un son de estrella rota, deshojada.
Sueña en odas la luna y por la nada
se trasluce el escote de algún verso.
Negro embrujo, su amor que es siete de oro,
juega su seis de copas al misterio
y le reprocha un as a la trasnoche.
Chueca va de milonga al viejo imperio,
mientras la musa de un violín sonoro
le chumba un rey de bastos a la noche.
Del poemario “Intermezzo” (Ediciones Mis Escritos)
Laferrere
A la siesta, mis vecinos los González Villalba,
hablan en guaraní.
Bajo frondosos parrales
comen chipá guazú, toman vino.
El tiempo que comparten es sabroso
como mandioca frita.
Y con risas y guaranias celebran
un gol de tacuarí, el sapucay de los Melgarejo.
En la resolana,
sus pollos de riña picotean granos de trigo.
(La siesta se alarga como una polca).
Y es como si en esa calma chicha
volvieran de pronto a Caacupé
a cocinar la sopa paraguaya de otros días felices.
Del poemario “Laferrere” (inédito)
Caza mayor
Las mujeres de este pueblo
esconden,
entre las raíces de sus sauces,
el cordón umbilical de la tristeza.
Arrastran, como un caracol,
sus cuerpos en la borrasca.
Se dicen
los sueños con que amamantan sus desengaños.
Un día,
leyeron en los caligramas de la lluvia
los caballos y el viento.
La vida misma, leyeron
en los caligramas de la lluvia.
Fueron, hondas,
hasta las islas flotantes de los camalotes.
Fueron, hondas,
hasta el guiso que reposa en sus cacharros.
En los ramalazos del río, tuvieron frío y hambre.
La enredadera de la muerte les crecía en los ojos
como llama en el viento.
Un hongo en sotobosque fue la tiniebla.
Y se fueron más allá
a golpearse, piedra contra piedra,
la noche y los conjuros.
Del poemario “Caza mayor” (inédito)
El retorno
Uno viene de lejos. Los pies lo saben.
Conocen el obstáculo, la piedra
donde no habita el musgo.
Y se viene de lejos.
Y uno cierra las valijas para viajar hacia uno.
Ha recorrido mares y desiertos lejanos,
pronunciando otro nombre a la deriva de un nombre.
Ha caminado calles y espejismos,
entendiendo el fluir de las mareas
y se ha encerrado en antiguos bodegones,
catando viejos vinos,
escribiendo poemas
para una posteridad innecesaria.
Pero uno viene desde donde puede
y uno escribe.
Porque escribir es un modo de regresar.
Del poemario “Cruzar el río” (Editorial Hespérides)
Eneas
Eneas ha vuelto al pueblo.
Después de siete años
de vagar por la marea alta de los sembradíos,
ha vuelto.
En la fontana, todos conversan sobre el retorno
pero las Harpías
hablan más de la cuenta
y tienen mirar de cuervo cuando principia la noche.
Entre volutas de humo,
Andrómaca le acerca un refresco y abre las ventanas.
Héctor se ha ido a trabajar en la minga
y Eneas se jura que está más hermosa que la última vez.
Pero en este Inframundo
(pago chico, infierno grande)
una historia cabe en la palma de la mano
“y hasta nos duele el pueblo,
(dice Virgilio)
en esto de jugarnos un truco con los fantasmas”.
Del poemario “Retorno de Eneas y otros poemas” (inédito)
Terminal de Retiro
una valija pasa
dibuja en los claroscuros del piso,
las filigranas de otros pasos
un olor rancio a mañana
boceta el milagro de la soledad
y las sombras pasan,
intermitentes,
como fantasmas oscuros
que no dejan de soñarnos
Del poemario “Gómez y otros poemas” (Lágrimas de Circe)
José Luis Frasinetti nació en General Belgrano, provincia de Buenos Aires, el 5 de octubre de 1972. Su obra literaria ha sido galardonada en Puerto Rico, Estados Unidos, España, Italia, Francia, Uruguay, Chile, Perú, Argentina y Canadá. Ha publicado veintiún poemarios y tres libros de cuentos. Fue nominado al premio Esteban Echeverría 2023 por Gente de Letras en el rubro poesía por su trayectoria poética.