Cultura

Entretextos: poemas de Analía Pinto

Una selección de textos de la autora de "Peaches en Regalia" (2008), "Pequeño manual de anatomía masculina" (2017) y "Orozquianas" (2018).

LA NOCHE RABIOSA de los amantes, de los que se odian y se aman con rayos y centellas que iluminan todos los rincones del mundo.

La noche silenciosa de los distraídos, de los olvidados, de los que nunca se acurrucaron en el pecho de su misterio.

La noche dulce, tibia, suave de los plácidos niños queridos.

La noche agria de los solos, de los moribundos, de los que no saben si llegarán las luces tenues del alba.

La noche de las esperas, la peor de las noches.

La noche ardiente, sibilina, incandescente que abrasa con sus tentáculos todo lo que toca.

La noche y su fuego, la noche y su alma, la noche y su música.

La noche que nos trajo al mundo y la que nos llevará.

La noche que al fin me dirá si me amaste.

La noche deliciosa, líquida, gloriosa en que los cuerpos se penetran en deliquio pero aún más las almas. Aún más las almas.

La noche de Dios, la noche suprema, la que nunca se repetirá, la que aún no ha llegado. La noche que redime.

TODOS TENEMOS UN tigre en la espalda

Sus rayas se entreveran con nuestras costillas

en lo profundo de las arterias se escucha su rugido

por los densos bosques de los pulmones

respira su rabia y acecha su dolor

Todos tenemos un tigre hambriento en la espalda

a veces estira sus zarpas

malogra las caricias

y desata su vendaval de gritos dorados

pero de sus ojos oscuros brota un fulgor

que casi siempre se parece

a la más hosca ternura

SI YO SUPIERA cómo

si me hubieran enseñado

si me hubieran dicho

era por acá

no vayas ahí

en esa puerta no

del laberinto sólo te sacará tu propia Ariadna

Si yo pudiera

ya lo habría hecho

ya lo habría arrojado como lastre

como una piedra que quema junto al lago

como un ojo que nunca deje de ver el infinito

Si yo supiera cómo se hace

es claro que ya lo hubiera hecho

no hubiera dudado ni un instante

habría aplicado

—aplicadamente—

la receta el conjuro la magia

Si yo supiera cómo diablos se hace

qué puerta hay que golpear

qué sendero hay que tomar

qué brebaje hay que empujar

hasta el fondo mismo de la garganta

qué cicuta qué licor del infierno

qué terrible gualicho conjurar

está más que claro que ya lo hubiera hecho

Si yo supiera

si yo pudiera

si me dijeran cómo

si me lo mostraran

yo lo haría

pero nadie me lo muestra

nadie me dice

y yo aquí sigo

sin saber cómo arrancarme del pecho

esta lanza del desamor amado

BIG SWIFTY

ese hombre era una horda

en su derredor se erigían los fanales

las albas carnes que se le ofrecían en sacrificio

ese hombre era una horda divina

que encandilaba con la insignia de los aquelarres en su mano

ese hombre reventaba los caballos de su corazón

quemaba todos los puentes que dejaba detrás de mi cuerpo

se solazaba con el veneno donde tantos otros sucumbían

ese hombre era una horda desconsolada

rabiosa tumultuosa

que estragaba lo que iba quedando

lo que la merma feliz de mi alma le iba dejando

los rastros de unos mendrugos tiernos

las gotas de hierro que impaciente desleía el deseo

los ojos que lo descubrían tras cada derroche violento

morder lo que quedó de él

lo que nunca hubo sido

dentellar por fin la superficie tensa

lo terso lo áspero lo magro y lo espeso

lo que en mis dientes fuera siempre deseo

y nunca carne mordida hasta la estirpe

y sangre bebida hasta néctar griego

y néctar secretado en mi boca

y su boca recogiendo el sándalo

la mirra y el incienso de los sentidos

y todo él roído y asediado por mi lengua

y toda yo manjar opíparo dispuesto en su mesa

y que todo fuera desgarrar tejidos

tendones

aunar cartílago con cartílago

chupar los huesitos

morder hasta arrancar el sino del infinito

de hombre fauno a predador

a bestia que recorre pantanos

husmeando el dolor

el cíngulo de las que pasan tan absortas

en sus pensamientos sin Dios

de hombre fauno a predador

a cazador oculto en el follaje

listo y dispuesto a disparar

sin preguntar nunca antes

quién vive, quién duele

quién se atreve a pisar el plumón

sucio y hambriento de su corazón

quién fue tan tonta

como para querer quedarse

a su derredor

 


Analía Pinto es poeta y editora. Nació en Avellaneda en 1974 y vivió en el conurbano hasta el 2010, momento en que se mudó a la ciudad de las diagonales. Estudió Letras en la UNLP, pero abandonó porque la literatura siempre estaba (y sigue estando) en otra parte. Desde el 2008 trabaja en el repositorio institucional de la UNLP, el Servicio de Difusión de la Creación Intelectual (Sedici), catalogando recursos digitales. Dictó talleres literarios en diversos ámbitos, organizó ciclos de lectura de poesía, cubrió obras de teatro para la agencia de noticias ANSud, participó del staff de reseñistas del sitio web Solo Tempestad y colaboró en revistas y boletines literarios, además de editar uno, “La Granda Milito”, entre 2002 y 2006. Participó activamente en la elaboración del “Diccionario de autores argentinos”. Publicó los libros de poemas “Peaches en Regalia” (2008), “Pequeño manual de anatomía masculina” (2017) y “Orozquianas” (2018), este último disponible online con descarga gratuita, así como el libro de reseñas “Fauna abisal” (2016). En la actualidad, forma parte del equipo docente del Taller de Corte y Corrección, orientado por el escritor Marcelo di Marco, y es secretaria de redacción del periódico literario Fin, de la misma comunidad.

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